La situación política en Formentera ha llegado a un punto insostenible, donde la moción de censura pactada entre todos los grupos políticos representados en el Consell Insular (Sa Unió, Gent per Formentera y PSOE), ha terminado por ser la única salida posible para apartar a Llorenç Córdoba de la presidencia de la institución.
Pese a haber sido expulsado de la coalición Sa Unió (PP y Compromís) por la que presentó a las elecciones, encabezando la candidatura; pese a que todos los miembros del equipo de gobierno excepto un conseller, decidieron abandonar el gobierno insular; pese a la parálisis administrativa e institucional en la que está sumido Consell desde hace meses; pese a las constantes peticiones de dimisión como única forma de recomponer el gobierno y dejar atrás la crisis que él mismo generó hace ya un año; no ha habido forma de acepte dejar el cargo voluntariamente. Sin consellers que lo apoyen y sin equipo de gobierno, Córdoba ha sumido a la isla en un estado de desgobierno que ya no puede prolongarse más.
Sin consellers que lo apoyen y sin equipo de gobierno, Córdoba ha sumido a la isla en un estado de desgobierno que ya no puede prolongarse más
El acuerdo entre Sa Unió, GxF y PSOE es únicamente para cambiar al presidente y devolver la estabilidad a una institución esencial para el día a día de los formenterenses. El pacto prevé que Óscar Portas (Sa Unió) asuma la presidencia del Consell, una responsabilidad que deberá traducirse en acuerdos sólidos y medidas concretas para que la isla recupere su gobernabilidad. Portas deberá recobrar la confianza ciudadana, gestionar un gobierno en minoría y garantizar que los intereses de Formentera no se vean lastrados por nuevas disputas políticas.
Por otro lado, Córdoba continuará siendo conseller y diputado en el Parlament balear, lo que añade una incógnita adicional al ya complejo panorama político autonómico. Su futura relación con el Govern de Marga Prohens y con el PP son una incógnita. Si decide desmarcarse de los ‘populares’ en la cámara autonómica, debilitará al Ejecutivo, que ya está en minoría; pero también se quedará más aislado de lo que ya está.
Formentera necesita dejar atrás las disputas partidistas y los intereses personales, para centrarse en las necesidades reales de la isla. La estabilidad institucional no es un capricho, sino una condición imprescindible para el desarrollo económico, social y turístico de una isla pequeña y frágil. La moción de censura no debe ser vista como el triunfo de unos sobre otros, sino como una oportunidad para reiniciar la política con responsabilidad y altura de miras.