OPINIÓN

Los sonidos de la vida

Josep Maria Aguiló | Sábado 14 de diciembre de 2024

El sonido de la lluvia. El sonido del viento. El sonido de las hojas secas del otoño al agrietarse. El sonido de las olas. El sonido del mar.

El sonido del canto de un jilguero, de un canario, de un gorrión. El sonido de las alas de un grillo al anochecer.

El sonido de un sonajero, de un cascabel, de un regalo navideño al ser abierto, del «¡jo, jo, jo!» de Papá Noel.

El sonido de una cafetera, de una freidora, del crepitar de la leña en una chimenea o en una cocina antigua.

El sonido de la sirena de un barco, de los mástiles de un yate. El sonido del traqueteo de un tren, de un coche no eléctrico ni híbrido, de un avión.

El sonido de una voz humana que nos tranquiliza, de la voz de la persona a la que amas. El sonido de un beso.

El sonido de un piano, de un arpa, de una guitarra, de un violín, de un chelo. El sonido de unos aplausos. El sonido de un susurro. El sonido del silencio.

El sonido de una canción popular, de un villancico, de un bolero.

El sonido suave del satén, de unas medias negras de seda, de unos zapatos de fino y alto tacón.

El sonido de una sonrisa, de las primeras palabras que pronunciamos, de la risa inocente de un bebé.

El sonido de un patio en el recreo. El sonido de una feria, de una montaña rusa, de una tómbola, de un tiovivo.

El sonido de una fiesta sofisticada o de unos fuegos artificiales. El sonido de un campo de fútbol musitando «¡uyyy!» o gritando «¡goool!».

El sonido de una campana lejana, de un reloj de arena, de un carillón.

El sonido de las páginas de un libro cuando lo estamos ojeando, de un dispositivo móvil, de una pluma al deslizarse sobre un papel o de un pincel acariciando un lienzo.

El sonido de unas palabras de amor. El sonido de la vida, de la tierra, del espacio, del cosmos. El sonido del latido acompasado de un corazón.


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