OPINIÓN

Noticias leves

Fernando Navarro | Viernes 29 de noviembre de 2024

Decía ayer en la radio un tertuliano que la estrategia de Moncloa consiste en confiar en que cada escándalo quede enterrado por el siguiente. Es bastante sorprendente, como un general que confiara hacer olvidar una derrota con otra posterior aún más grande, pero así están las cosas. Pero el problema – aparte de que la montaña de escándalos acabará sepultando Moncloa en algún momento- es que de este modo la actualidad es vertiginosa, casi imposible de seguir. Cada día hay varias noticias impactantes, y así puede ocurrir que noticias menores, aun siendo pintorescas o divertidas, queden injustamente relegadas al olvido por esa estrategia voluntaria o involuntaria del escándalo cotidiano. Fíjense, por ejemplo, en la que publicaba hace unas semanas María Curiel en El Debate: el Instituto Cervantes de Nueva York ofrecía un curso de «Introducción a la Lengua Asturiana» para promover el conocimiento del bable allende los mares. Adrián Barbón, presidente del principado de Asturias, explicaba que su finalidad era «internacionalizar y promocionar» el bable.

Pero ¿cree Barbón que existe alguna posibilidad de internacionalizar el bable? ¿Y para qué? El curso costaba la respetable suma de 425$ y ofrecía a los alumnos el conocimiento de los «principios básicos de la estructura sintáctica, léxica y fonética del asturiano» con el objetivo de poder leer piezas breves y participar en conversaciones básicas. La oferta, sin duda interesante, consiguió interesar a un total de cero personas, por lo que acabó siendo cancelado. El curso se enmarcaba en una estrategia más amplia de convertir el bable en lengua cooficial de Asturias, no porque haya mucha gente que lo hable, no por su atractiva literatura, sino porque las naderías identitarias son muy codiciadas por los políticos que no tienen nada real que ofrecer. «El mayor reconocimiento es aprobar la oficialidad, todo lo demás son caxigalines», ha dicho Barbón. Consultado el diccionario de la Academia de la Lengua Asturiana aprendemos que una caxigalina es una «alicantina», lo que despierta una nueva perplejidad. Acudimos de nuevo al diccionario para averiguar que una alicantina es un asunto de poquísima importancia, y renunciamos a seguir investigando tan interesante etimología.

Otra noticia que se quedó injustamente en el tintero es ésta: Mallorca se ha convertido en una «colonia de placer». El problema -nos explicaba Neus Tur en la Universidad de Otoño de Podemos- está en «un modelo turístico liminal en donde las violencias capitalistas y patriarcales que sufrimos las mujeres se agravan y aumentan exponencialmente». Y no es que los turistas vengan porque les gustan las Baleares: resulta que –si no lo he entendido mal

el franquismo se sentó con los americanos y decidieron que España se especializaría en el sector turístico, y ahora los turistas están obligados a seguir el acuerdo. Ahora estamos «colonizados» y –siempre según Tur- es un colonialismo de ida y vuelta porque los hoteleros mallorquines también fueron a colonizar con sus hoteles «sobre todo Abya Yala», que es como llaman a América central y del sur para recuperar la espiritualidad que la Conquista arrebató a esas tierras. Después habló Julia Isern y dijo que le parece deplorable aspirar a un turismo de calidad pudiendo tener –palabras suyas- a un obrero inglés. Además existe un motivo ecológico adicional: una turista de calidad –nos explicó- gasta ocho veces más agua que nosotros, los aborígenes mallorquines, mientras que el inglés solo gasta tres veces más. Fue un insulto en racimo que consiguió simultáneamente llamarnos guarros a nosotros y al obrero inglés, y excluir a los ingleses en general del concepto «turismo de calidad». Y luego finalizó Lucía Muñoz Dalda, que afirmó airada que «las casas y las ciudades son para vivir, y que los buitres se vayan a robar a otro lado». A tal fin hay que «organizarse y militar», pero esto no es

suficiente. En Baleares «no basta con poner límites, hay que decrecer, decrecer y decrecer» y que alguien de Podemos reconozca que lo único que tienen que ofrecer es empobrecernos y acabar con la prosperidad me pareció un rasgo de sinceridad admirable.

En fin, como ven la actualidad trepidante hace que estas noticias apasionantes se pierdan como lágrimas en la lluvia, y creo que este pequeño esfuerzo merecía la pena (y si no, discúlpenme).



Noticias relacionadas