Existen distintos tipos de prematuridad, en función de la semana en la que llegan los pequeños al mundo, indican desde la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los prematuros extremos nacen antes de la semana 28 de gestación. Entre la semana 28 y 32 llegan al mundo los bebés considerados como muy prematuros. Se denomina prematuro entre moderado y tardío aquellos que nacen entre las semanas 32 y 37. No todos los bebés que nacen antes de la semana 40 tiene problemas médicos. No obstante, en general, llegar al mundo antes de tiempo tiene consecuencias. Lo más habitual son problemas respiratorios, de control de temperatura, digestivos, cardíacos o daños cerebrales. Así los enumera la Clínica Mayo de Estados Unidos en su página web.
No existe una única razón. La mayoría de los casos ocurren espontáneamente, “pero algunos se deben a razones médicas, como infecciones u otras complicaciones del embarazo que requieren la inducción temprana del parto o un parto por cesárea”, destacan desde la OMS.
En el ámbito mundial, la prematuridad es la principal causa de defunción en los niños menores de cinco años. Sin embargo, “las desigualdades en las tasas de supervivencia en todo el mundo son palmarias”, matizan desde la OMS. En los países de ingresos altos, casi todos estos niños sobreviven, mientras que, en los territorios más pobres, la mitad de los niños nacidos a las 32 semanas de gestación o antes de que se cumplan mueren debido a la falta de medios, como la aportación de calor, el apoyo a la lactancia materna y la atención básica para tratar infecciones y dificultades respiratorias.
A pesar de la prevalencia, persisten algunos mitos sobre estos bebés. Con motivo del Día Mundial del Niño Prematuro, que se celebra cada 17 de noviembre, en INFOVERITAS aclaramos algunas creencias habituales.
Falso. De hecho, todo lo contrario. Para mejorar la supervivencia de estos bebés, la OMS recomienda el contacto piel con piel inmediatamente después del nacimiento, porque aumenta la supervivencia de estos bebés. En concreto, provee calor, estabiliza los latidos del corazón y la respiración, reduce el llanto, aumenta la ganancia de peso y facilita la lactancia materna, entre otros beneficios.
Desde el Instituto Europeo de Salud Perinatal señalan que esta práctica aporta inmensos beneficios para el bebé, pero también para la madre. Este método reduce el estrés de la mamá, reduce el riesgo de depresión posparto y ayuda a crear una conexión única entre el bebé y la madre.
También es falso. Las complicaciones, a corto y largo plazo, son inversamente proporcionales a la edad gestacional. «Existe la creencia de que un bebé «sietemesino» (nacido a las 28-32 semanas de gestación) tiene más probabilidades de sobrevivir o de desarrollarse mejor que un «ochomesino» (nacido a las 32-36 semanas), pero esta idea no es correcta. En general, cuanto más tiempo permanezca un bebé en el útero, mejor será para su desarrollo y salud», destaca la doctora Isabel Izquierdo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Neonatología (SENEO).
Verdadero. Desde la Asociación Española de Pediatría (AEP) indican que cuando el bebé prematuro nace, su sistema inmune (es decir, sus defensas) no está completamente preparado, por lo que tiene más probabilidades de enfermarse. Así lo confirma también la vicepresidenta de la Sociedad Española de Neonatología: «Los bebés prematuros tienden a enfermar con más frecuencia que los bebés nacidos a término, debido a que sus sistemas inmunológico, respiratorio y digestivo son aún inmaduros al momento del nacimiento.»
Además, al necesitar ingresos hospitalarios prolongados entran en contacto con bacterias y virus que pueden suponerles más infecciones.
Verdad. La doctora Isabel Izquierdo, vicepresidenta de la Sociedad Española de Neonatología, confirma a INFOVERITAS que una madre que ha tenido un hijo prematuro tiene una mayor probabilidad de experimentar otro parto prematuro en embarazos futuros. «Aunque cada embarazo es único, los estudios sugieren que el antecedente de un parto prematuro aumenta el riesgo de que el siguiente también ocurra antes de las 37 semanas. Las causas de esta recurrencia pueden variar e incluyen factores biológicos, médicos y ambientales, como estrés o el consumo de drogas», explica la experta.
No hay evidencia que sugiera que los prematuros sean más inteligentes que los nacidos a término. «En realidad, los recién nacidos prematuros suelen enfrentar ciertos desafíos en su desarrollo debido a que nacen antes de completar su crecimiento y maduración dentro del útero. Sin embargo, con el apoyo y las intervenciones adecuadas, muchos prematuros logran un desarrollo neurológico y cognitivo normal», aclara la doctora Izquierdo.
Las últimas investigaciones, como la publicada en 2021 en Plus Medicine, Contaminación ambiental y doméstica por PM2,5 y resultados perinatales adversos: análisis de regresión metaanalítica y evaluación de la carga global atribuible para 204 países y territorios, relacionan las partículas contaminantes con alteraciones en el desarrollo fetal a través de varios mecanismos.
“Debido a su pequeño tamaño, son capaces de entrar al sistema circulatorio a través de los pulmones. Una vez allí, pueden alterar, entre otros elementos, la función de la placenta y el cordón umbilical, lo que induce un déficit de oxígeno al embrión/feto que conlleva un retraso en su desarrollo y partos prematuros”, explican en la investigación.
Una conclusión parecida alcanzan desde los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos. En este caso, los investigadores analizaron la exposición al dióxido de azufre, ozono, óxidos de nitrógeno, dióxido de nitrógeno, monóxido de carbono y partículas. Los riesgos más altos fueron al aumentar la exposición al monóxido de carbono (51 %) y dióxido de nitrógeno (45 %), comúnmente proveniente de emisiones de vehículos automotores y plantas de energía; ozono (48 %), un contaminante secundario creado por productos de combustión y luz solar; y dióxido de azufre (41 %), principalmente por la quema de combustibles fósiles que contienen azufre, como el carbón o el diésel.