Las propuestas de Podemos y Sumar para gravar el transporte aéreo con un impuesto de 7,85 euros por billete y aplicar un tributo adicional al uso de queroseno, supone una vuelta de tuerca más a la creciente presión fiscal que sufren los españoles. En un contexto donde la inflación sigue en ascenso, estas iniciativas añaden otra carga económica que, aunque aparentemente dirigida a las grandes aerolíneas, en última instancia afectará al ciudadano medio.
Es una constante en la política fiscal de la izquierda: añadir impuestos en sectores estratégicos sin tener en cuenta plenamente su impacto acumulativo en la economía y en el bolsillo de los ciudadanos.
Es sabido que los impuestos sobre productos de consumo, como el transporte aéreo, acaban repercutiendo en el precio final que pagan los consumidores. La lógica es simple: las aerolíneas, para mantener su rentabilidad, trasladarán estos nuevos costes a los pasajeros, encareciendo los viajes en avión.
Estas medidas tendrían efectos adversos sobre la economía local, afectando tanto a los trabajadores como a las empresas dependientes del flujo turístico
En un país donde el turismo y la movilidad son esenciales, especialmente en archipiélagos como Baleares y Canarias, estas medidas tendrían efectos adversos sobre la economía local, afectando tanto a los trabajadores como a las empresas dependientes del flujo turístico.
Además, estas políticas no tienen en cuenta que la alta presión fiscal ya es una preocupación latente entre empresas y ciudadanos. España ha incrementado considerablemente su carga impositiva en comparación con otros países de la Unión Europea, limitando así el crecimiento económico y la competitividad del país.
Al final, este enfoque termina cargando a los mismos contribuyentes que intenta “proteger”. Es imprescindible que se evalúen alternativas más sostenibles que promuevan una transición ecológica sin penalizar a quienes dependen de servicios esenciales como el transporte aéreo. La sostenibilidad es un objetivo clave, pero no debe alcanzarse a expensas de una mayor carga impositiva para los ciudadanos, quienes ya soportan una presión fiscal que se vuelve cada día más insostenible.