En medio de las bulliciosas calles de Palma, en el restaurante de La Consentida, un rincón creativo y colorido ha conquistado corazones y mentes, Neon Wine, una experiencia multisensorial que fusiona la pintura fluorescente con la música y la gastronomía.
Este innovador proyecto, fundado por Alessandra Bruera, ofrece algo más que una simple clase de arte, es una oportunidad de conocer gente y de reconectar con nuestro lado más lúdico y espontáneo. Aquel niño que aún llevamos dentro.
La historia de Neon Wine comenzó en Nueva York, donde Bruera asistió a un taller de pintura que, si bien la inspiró, no logró satisfacer plenamente sus expectativas. Decidida a crear algo más vibrante y emocionalmente cargado, Alessandra dio vida a una experiencia que, en sus propias palabras, permite a los asistentes “conectar con el niño que llevamos dentro y desinhibirse".
Desde entonces, Neon Wine ha ofrecido un espacio único en Mallorca para que los participantes, sean novatos o expertos en pintura, exploren su creatividad en un entorno que fomenta el juego, la risa y la conexión entre personas.
“Quería que fuera algo más que un taller de arte”, dice Bruera. En Neon Wine no se trata de aprender a pintar, sino de sumergirse en una atmósfera donde las barreras sociales y personales se desvanecen entre luces fluorescentes y vibrantes pinceladas. "Es más una manera de reconectarnos con nuestro yo pasado", explica. La intención es clara: enseñar a los adultos a socializar como lo hacíamos de niños, sin filtros ni juicios, dejando fluir la creatividad de forma espontánea.
El proceso para dar vida a Neon Wine no fue sencillo. Aunque las barreras burocráticas fueron mínimas, Bruera recuerda las dificultades emocionales a las que se enfrentó. “La gente no entendía la idea. Me decían que no funcionaría, pero nunca dejé de creer en el proyecto”, señala. La búsqueda del espacio perfecto también fue crucial. Finalmente, encontró en La Consentida el lugar ideal para dar rienda suelta a la creatividad y la diversión.
Los participantes de Neon Wine son recibidos con una sonrisa, una tapa y una copa de vino, mientras la música establece el tono a la noche y los invitados. Cada sesión es distinta, lo que mantiene el factor sorpresa y asegura que los clientes repitan. “Nunca sabes cómo va a acabar la noche. Un día puedes estar concentrado en tu dibujo y al siguiente, lleno de pintura de pies a cabeza”, comenta entre risas.
Uno de los aspectos más destacados de Neon Wine es su enfoque en las relaciones humanas. En un mundo donde el estrés y la ansiedad a menudo dominan nuestras vidas, este espacio invita a la desconexión y al disfrute del momento presente. “Es reaprender a jugar, ya sea por admiración a una obra o por las risas del dibujo que hemos creado”, explica Bruera.
La actividad está abierta a todos los públicos. Jóvenes, adultos y mayores encuentran en Neon Wine un espacio donde la creatividad y el disfrute no tienen edad ni límites. Además, es un lugar perfecto para conocer gente nueva, lo que lo convierte en un imán para aquellos que buscan ampliar su círculo social.
Neon Wine no solo es un éxito en Palma, otras ciudades de España intentan replicar la empresa de esta joven. Bruera ve un futuro prometedor para su proyecto, con ideas en mente para seguir expandiendo la experiencia. “Me gustaría seguir creciendo, pero también tengo otros proyectos que quiero desarrollar”, adelanta, dejando entrever que Neon Wine es solo el comienzo de su camino creativo.
Lo más impresionante de esta propuesta es su capacidad para crear momentos inolvidables. Desde pedidas de mano hasta celebraciones de cumpleaños, el local ha sido testigo de todo tipo de emociones y experiencias. Una de las anécdotas favoritas de Bruera es una noche en la que todos, incluyendo las monitoras, terminaron cubiertos de pintura fluorescente. “Incluso las paredes acabaron llenas de pintura. Fue una noche increíble, llena de risas y emociones”, recuerda con una sonrisa.
Para aquellos que buscan innovar en cualquier sector, Bruera tiene un consejo claro: “Que crean en su idea”. A pesar de los numerosos “no” que recibió al principio, nunca dejó de confiar en su proyecto, y hoy Neon Wine es un ejemplo de éxito en la combinación de arte, gastronomía y experiencias humanas.
Neon Wine no es solo una experiencia creativa, es un viaje de autodescubrimiento y conexión. En cada trazo fluorescente, en cada risa compartida, los participantes encuentran una forma de desconectarse del mundo y reconectar con ellos mismos y con los demás. Y, al final de la noche, lo único que queda es el deseo de volver y repetir la magia de Neon Wine.