EDITORIAL

El objetivo es incordiar a los turistas

Miércoles 14 de agosto de 2024

La protesta organizada por Mallorca Platja Tour en el balneario 6 de la Playa de Palma el pasado domingo ha sido un nuevo episodio de la creciente turismofobia que algunos grupos intentan imponer en Mallorca. Este tipo de acciones, diseñadas claramente para molestar a los turistas y llamar la atención de los medios internacionales, solo sirven para fomentar una atmósfera de rechazo y confrontación.

Aunque el derecho a manifestarse es innegable, siempre que se haga de acuerdo a la Ley, cosa que no siempre hicieron los activistas de este movimiento, su enforque parece centrarse más en causar un perjuicio que en proponer soluciones constructivas.

Llevar xeremies y bailar ball de bot en la playa es rozar el ridículo deliberadamente, para intentar inútilmente incomodar a los visitantes. Mallorca Platja Tour ha optado por realizar su manifestación en una de las áreas más populares entre los turistas alemanes, un gesto que claramente busca ahuyentarlos. La elección de este lugar específico, en lugar de cualquier otro tramo de los 5 kilómetros de s'Arenal, refleja una estrategia dirigida a provocar.

La afirmación de que la Playa de Palma está masificada es, en muchos sentidos, exagerada y no se sostiene

Es importante destacar que la Playa de Palma, pese a su fama, tiene numerosos tramos donde la densidad de bañistas es baja, incluyendo áreas donde se practican deportes como el voleibol. La afirmación de que la Playa de Palma está masificada es, en muchos sentidos, exagerada y no se sostiene. A diario, son miles los residentes que acuden al lugar sin el menor problema. La manifestación parece más un ataque dirigido contra los turistas que una queja legítima sobre la supuesta masificación.

En lugar de buscar formas de convivencia pacífica y beneficiosa para todos, estas acciones solo alimentan la división y el resentimiento. Mallorca Platja Tour debería reconsiderar su enfoque y trabajar en soluciones que realmente beneficien tanto a residentes como a turistas, en lugar de perpetuar un ciclo de confrontación sin salida.

Sus acciones ya no tienen la menor gracia y lejos de parecer ingeniosas, son una burda forma de provocación inútil, carente del menor ingenio y, por otra parte, bastante paleta. Una lástima.


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