OPINIÓN

Venezuela amanece, que no es poco

Marc González | Miércoles 31 de julio de 2024

“En resumen: Hemos ganado los de siempre. O sea, yo, alcalde; de cura, don Andrés; de maestro, no se ha presentado nadie, o sea que sigue don Roberto (aclamación); de puta, Mercedes. También han salido cinco adúlteras, pero bueno, esto ya se lo diremos a ellas para que los maridos, si quieren, se enteren y, si no, pues no. Monja no hay, que no ha salido. La Cristina va a probar de marimacho unos meses y don Cosme de homosexual (¡Viva!).”

Amanece que no es poco. José Luis Cuerda, 1988.

Sería -y lo es- tan cómico como la inolvidable cinta de culto del director manchego si no fuera, al tiempo, mucho más que trágico. Venezuela vive los estertores de su dictadura comunista, travestida de ese delirante esperpento caribeño denominado bolivarianismo, y lo hace -siguiendo una vieja tradición izquierdista- manipulando burdamente unas elecciones supuestamente democráticas en las que los observadores internaciones que no son de la cuerda de Maduro han sido expulsados nada más aterrizar en Caracas.

El pulso de la calle y todos los sondeos apostaban por una victoria aplastante de la oposición al régimen, aunque desde el poder ya se avisó que eso no sería así, que para eso esta patética tropa controla a la autoridad electoral. Es como si, en España, Sánchez culminase su desmantelamiento del régimen democrático del 78 poniendo de presidente de la Junta Electoral a Félix Tezanos junto a su fiscal-abogado de cabecera, Álvaro García Ortiz. No se rían, que seguro que el de la Moncloa ya ha pensado algo parecido.

El futuro democrático de Centro y Sudamérica -del de la del Norte, ya les hablé la semana pasada- se juega en Venezuela. La supervivencia de las corruptas y anquilosadas dictaduras comunistas de Cuba y Nicaragua, también. Parece próximo el límite de la capacidad de sufrimiento de sus pueblos, sumidos en la más absoluta miseria pese a las riquezas naturales y las posibilidades económicas que, en una situación de normalidad, podrían materializar. La clave probablemente la tenga el posicionamiento de sus fuerzas armadas, vacilantes entre seguir apoyando a un dictador que les colma de privilegios, o sumarse al pueblo al que dicen defender.

El engaño colectivo está próximo a su fin, pese al apoyo de oscuros personajes con aún más oscuros intereses en la región como José Luis Rodríguez Zapatero. Algún día conoceremos, sin duda, qué hay detrás de ese triste papel de blanqueador de dictaduras. Además de ideología, me refiero.

Como en 1989, los demócratas intuimos que esto se acaba, pero el pueblo venezolano todavía tendrá que sufrir, esperemos que por poco tiempo.

En Venezuela también amanece, que no es poco.


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