OPINIÓN

Las navieras y el ‘sálvese quien pueda’

Marc González | Miércoles 10 de julio de 2024

Es una evidencia incontrovertible que la desaparición de la antigua Trasmediterránea -la de verdad, no los actuales sucedáneos y herederos de ese nombre comercial- acabó por completo con una historia centenaria de un más que digno transporte marítimo de viajeros entre las islas y la Península.

Las actuales concesionarias del servicio, GNV, Trasmed y Balearia, son, fundamentalmente, empresas dedicadas al transporte de vehículos pesados -trailers- y de sus conductores que, a su vez, nos proveen de mercancías a todos los ciudadanos de Balears. El pasaje es, pues, solo una obligación más inherente a la concesión, pero en absoluto constituye el negocio principal de estas navieras. A algunas de ellas, parece incluso como si el transporte de viajeros les molestara o, como mínimo, les viniera muy, pero que muy grande.

Comparar el trato al pasaje de hace treinta o cuarenta años en la desaparecida ‘Tras’ o en su coetánea Ybarra con el que se dispensa actualmente resulta una broma de mal gusto. De unos camareros y marinería profesionales, muchos de ellos arraigados en nuestra tierra, hemos pasado a tripulaciones de atención al pasaje integradas por ciudadanos de países del Tercer Mundo que a duras penas chapurrean el español y cuya preparación apenas alcanza a la estiba y desestiba de vehículos. De buques pensados para la comodidad de las personas -los Albatros, los Canguro, etc.- hemos pasado a cargueros de bandera italiana con unas pocas dependencias diseñadas para acomodar conductores de camión. Hasta los carteles de emergencia en un español macarrónico dejan mucho que desear. E Italia no es precisamente un referente en materia de seguridad marítima, como puso de manifiesto el tristemente famoso naufragio del Costa Concordia hace solo doce años.

Las recientes imágenes de pasajeros echados en el suelo en la zona de pasaje de uno de estos barcos lo dice todo. Como a ganado, este es el trato dispensado.

No puede extrañar, por tanto, todo lo acaecido con ocasión del incendio del Tenacia, saldado afortunadamente sin daños personales de importancia. Un rescate cuesta mucho dinero -eso se aprende en la primera lección de Derecho Marítimo- y ello explica que GNV y el propio capitán de la nave, pese a poder haber trasladado, casi de forma inmediata, sin esperas ni daños adicionales, a todo el pasaje a un buque de Balearia que estuvo siete horas parado junto al Tenacia, agotase todo ese plazo antes de organizar el traslado a una nave carguera de la compañía MSC y a otra de Salvamento Marítimo.

Las autoridades marítimas no pueden permanecer de brazos cruzados ante estos hechos. Los ciudadanos de Balears tenemos derecho a un servicio público de calidad y con los requerimientos de seguridad y atención al pasaje adecuados. Lo que padecemos actualmente es, por desgracia, un sálvese quien pueda de las navieras, producto de un lamentable proceso de otorgamiento de concesiones que, como mínimo, merece ser investigado.


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