EDITORIAL

La culpa de la congestión no es de los turistas

Jueves 27 de junio de 2024

La ola de protestas que están teniendo lugar, no sólo en Mallorca, sino en toda Baleares, y que dieron comienzo en abril en las Islas Canarias con manifestaciones multitudinarias en las siete islas, ha atraído la atención de la prensa internacional.

Inevitablemente, se ha transmitido una sensación de clara hostilidad hacia los turistas. Si bien la exigencia ciudadana de poner límite al crecimiento y a la actividad turística desenfrenada, sobre todo cuando afecta negativamente a la población residente, como en el caso del incremento de los precios de la vivienda, derivada de la actividad ilegal de pisos turísticos, las protestas resultan contraproducentes ya que se desvía la atención del verdadero problema: la ineficacia de las autoridades a la hora de afrontar con eficacia los problemas de la ciudadanía.

Las manifestaciones en lugares emblemáticos como es Caló des Moro, motivadas por la masificación turística y la crisis de vivienda, han puesto en el punto de mira a los turistas, cuando en realidad la raíz del problema radica en la gestión política; especialmente a la desempeñada desde el Govern del Pacte, presidido por Francina Armengol entre 2015 y 2023.

El turismo es el motor económico de Mallorca y de las Islas Baleares en general, una fuente vital de ingresos y generación de empleo. Sin embargo, el crecimiento descontrolado -con una parte de la oferta de alquileres fuera de la ley- ha llevado a una saturación que afecta tanto a residentes como a visitantes. Los precios de la vivienda se han disparado, empujando a muchos mallorquines a salir de las ciudades o incluso fuera de la isla. Es natural que la frustración de los residentes se manifieste en protestas, pero culpar a los turistas es injusto y miope.

Es natural que la frustración de los residentes se manifieste en protestas, pero culpar a los turistas es injusto y miope

Los verdaderos responsables de esta situación son los gobernantes, cuya incapacidad para planificar, abordar cada problemática desde sus estadios tempranos y regular de manera efectiva, ha exacerbado estos problemas en los últimos años.

En lugar de atacar a los visitantes y culparlos de los problemas que aquejan a los residentes, la sociedad civil y los agentes sociales y políticos, junto a las autoridades de las diferentes administraciones, deben trabajar conjuntamente para hacer un diagnóstico certero de la situación y para encontrar soluciones sostenibles. Atacar a los turistas, enviando el mensaje de que no son bienvenidos, es un error que puede costar muy caro.


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