CULTURA

"Mi nuevo libro es una novela con toques de autoficción"

Jaume Segura presenta 'Evagrio (y yo)'

Josep Maria Aguiló | Martes 02 de julio de 2024
El diplomático y escritor Jaume Segura (Sa Pobla, 1973) presentará este martes en Palma su libro más reciente, 'Evagrio (y yo)'. Será a las 19.00 horas, en la biblioteca de Cort. El acto contará también con la presencia de la escritora Maria de la Pau Janer. Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona, Jaume Segura posee estudios de posgrado por la Universidad Libre de Bruselas y el IESE de la Universidad de Navarra.

Su nueva obra, 'Evagrio (y yo)', ¿es una novela, un ensayo o una biografía?

Desde que empecé a escribir esta historia me di cuenta de que mezclaba algunos géneros. Definitivamente no es un ensayo, pues no he ido prácticamente a contrastar ningún hecho o dato de lo que me contó Evagrio. Por lo mismo, tampoco es una biografía en sentido estricto, pues eso no me interesaba. Por otra parte, puesto que en el libro introduzco recuerdos de mi propia vida, tiene perfiles de crónica, pero no de autobiografía, pues mis recuerdos sólo surgen a partir de los de Evagrio. Creo que lo que mejor define al libro sería una novela con toques de autoficción.

¿Podríamos decir que en este libro se entremezclan ficción y no ficción?

Sí, sin duda. He ficcionado la vida de Evagrio, a partir de las conversaciones con él. Para hacerlo más literario, he introducido elementos de ficción y, como dije antes, de autoficción, un género que nunca me había planteado tratar, pero que surgió de manera natural mientras escribía. Al hablar de Mallorca, la de ayer y la de hoy, de América Latina, del Caribe y de Dominicana, surgieron personas y vivencias en común entre Evagrio y yo. Así fue como fue apareciendo mi personaje.

Ah, de acuerdo...

Por otra parte, muchas veces me planteo que, en las grandes obras literarias, la línea entre la ficción y la no ficción no es tan nítida, y muchos escritores han jugado con el lector en ese sentido, desde Miguel de Cervantes a Irène Némirovsky, pasando por Gabriel García Márquez o Joseph Roth, por citar a algunos de mis favoritos.

¿Quién es Evagrio?

Evagrio es un personaje basado en la persona del mismo nombre y, en cierto modo, es también protagonista directo de una época, en la que Mallorca se transformó, pasando de ser una sociedad cerrada y atrasada, a convertirse en una sociedad abierta al mundo e hiperdesarrollada, con los cambios económicos, políticos y sociológicos que ello supone.

Entiendo, sí...

Es además alguien que refleja a toda una generación, la de mis padres, que ha protagonizado esa transformación y que contempla con asombro en lo que nos hemos convertido, para bien y para mal. Pero Evagrio no se limita a ser un testimonio, sino que disfruta de la vida con inteligencia y generosidad. Ha tenido una vida de novela, y por eso me interesó escribir sobre él.

Hay muchos ejemplos de diplomáticos que, como usted, han sentido pasión por la literatura. ¿A qué lo atribuye?

Yo diría que siempre ha habido una conexión especial entre la diplomacia y la literatura, no solamente en las últimas décadas. Las personas que nos dedicamos a la diplomacia tenemos muchas y variadas vivencias, en países a veces con realidades muy diferentes, igual que otros colectivos profesionales que realizan gran parte de su vida en diferentes países, eso que llamamos expatriados.

"Siempre ha habido una conexión especial entre la diplomacia y la literatura, no solamente en las últimas décadas"

¿Cómo les influyen esas vivencias?

En cierta manera, es como vivir dentro de una gran novela. Pero al mismo tiempo, la literatura nos sirve para entender y explicar mejor esas realidades, esos contextos particulares que pueden ser nuevos para uno, pero no para quienes han vivido en situaciones similares en otra época, y lo han contado a través de libros o, como los grandes genios como Franz Kafka o Stefan Zweig, lo han imaginado. Por eso muchos diplomáticos y diplomáticas somos lectores voraces.

¿Citaría a algunos otros autores más?

Si se refiere usted a diplomáticos que escriben, es cierto que hay grandes escritores que en algún momento de su vida se han dedicado a la diplomacia, y eso ha influido en su obra, como Rubén Darío, Octavio Paz, Pablo Neruda, Jorge Edwards, Alfonso Reyes, o Josep Carner. Más recientemente, conozco a muchos compañeros de carrera que publican libros, como Carles Casajuana o el mismo Jorge Dezcallar, o amigos míos diplomáticos como Ricardo Añino o Nicolás Berlanga, pero son muchos y muchas los diplomáticos y las diplomáticas que escriben y publican.

De no haber sido diplomático de carrera, ¿cree que se habría dedicado en exclusiva a escribir?

Bueno, de pequeño soñé con ser escritor antes que diplomático. Mi padre —Miquel Segura— es escritor. Mi casa estuvo siempre llena de escritores, periodistas y editores. Crecí fascinado por el mundo de los libros o el periodismo. En cambio, no había en mi familia, ni en nadie que yo conociera directamente, una relación con el mundo de la diplomacia, que me empezó a interesar en mi juventud. La primera vez que hablé con un diplomático, el mallorquín Josep Riera, yo tenía ya 22 o 23 años. Y sin embargo, me hice primero diplomático antes que escritor.

Es curioso, sí...

Muchas veces me he preguntado si hubiera podido ser al revés. Creo que es una pregunta que, en realidad, no tiene mucho sentido hacérsela, pues hay tantas cosas en la vida que podríamos haber hecho de otra manera... Si no hubiera sido diplomático de carrera, tal vez habría sido escritor profesional, o tal vez no habría sido escritor de no haber sido diplomático.

¿Qué es lo que más le fascina de Iberoamérica, en donde usted ha desarrollado gran parte de su labor profesional?

La gran mayoría de países en los que he estado destinado son, efectivamente, países de América Latina y el Caribe, aunque por mis puestos de director de gabinete he viajado y tratado con países de todo el mundo. Gracias a mi profesión, he podido conocer lugares fascinantes como México, Dominicana, las islas del Caribe anglófono o Centroamérica.

¿Ha sido una experiencia muy positiva entonces?

Ha sido una de las mejores recompensas que me ha ofrecido la carrera diplomática, y que me ha permitido conocer no sólo esas sociedades, sino también comprender mejor la nuestra, nuestra historia. Tanto Mallorca como el resto de España, pero también toda Europa, tienen una relación con América mucho más profunda de lo que parece de una manera superficial. Ahí están la historia, la lengua, la literatura, la economía o la gastronomía, pero sobre todo las relaciones interpersonales desde hace siglos hasta hoy mismo.

"No había en mi familia una relación con el mundo de la diplomacia, que me empezó a interesar en mi juventud"

¿Destacaría algo más en ese sentido?

Sí, destacaría que todo ello ha influido, de una manera muy clara, en mis libros, tanto en los que he leído como en los que escribo. Además, mi mujer es cubana, lo que ha sido determinante también en mi pasión por ese continente.

¿La nostalgia por la tierra de origen, en su caso Mallorca, se acrecienta con la distancia y el paso de los años?

Creo que, más que acrecentarse, se mitifica. La distancia y el tiempo congelan en nuestra memoria los mejores recuerdos de nuestra infancia y nuestra juventud. Al volver un par de veces al año pero no definitivamente, y de eso hablo en 'Evagrio (y yo)', tendemos a tratar de repetir las cosas que nos hacían felices, ver a la misma gente o ir a los mismos sitios.

En cierto modo, ¿los mallorquines mitificamos nuestra isla?

Mallorca se detiene en nuestra memoria, la mitificamos porque no queremos que cambie. Pero, obviamente, cambia, y cambiamos nosotros, aunque nosotros pretendemos que no cambia nada, y los demás se resisten a que cambie la persona que nosotros fuimos para ellos. Todo ello hace que se cree una especie de realidad basada en los recuerdos, que es muy evocadora, y muy literaria por cierto. Sin embargo, demasiada nostalgia puede resultar peligrosa, por lo que hay que ir aceptando los cambios como parte de la vida.

¿El auge de las formaciones populistas o extremistas es el mayor peligro al que se enfrentan hoy las democracias?

Sin duda, este es uno de los grandes debates en la actualidad. La polarización política no es un fenómeno exclusivo de ningún país, sino de todo el mundo. Tras unas décadas en que la democracia se iba imponiendo en gran parte del planeta, hoy vemos cómo surgen formaciones que cuestionan no tanto la democracia, pues hasta dictadores como Putin van a elecciones, sino el Estado de Derecho, el pluralismo político y el respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales, incluso en países con una gran tradición democrática, como Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea.

"Mallorca se detiene en nuestra memoria, la mitificamos porque no queremos que cambie. Pero, obviamente, cambia, y cambiamos nosotros"

¿Cuál es la situación en estos momentos?

Es preocupante, pero creo que las sociedades verdaderamente democráticas, como las de la Unión Europea o Estados Unidos, resistirán ese envite populista o extremista, una vez que los ciudadanos y las ciudadanas comprueben que las soluciones simples y poco elaboradas que ofrecen esas tendencias no darán respuesta a retos complejos y comunes que afrontan todos los países del mundo, como la desigualdad, los efectos del cambio climático o la defensa y promoción de los derechos y libertades fundamentales.

¿El propio modelo democrático está en crisis?

El modelo del Estado social, democrático y de derecho que nace en Europa después de la Segunda Guerra Mundial ha demostrado, a pesar de las dificultades, que es el sistema que ha garantizado la mayor etapa de paz y prosperidad de la historia. Cuando los estados no son capaces de ofrecer ese modelo a los ciudadanos, un modelo que obviamente es siempre mejorable, es cuando los ciudadanos se cuestionan la democracia. Por lo tanto, creo que no es un problema de democracia sí o democracia no, sino de más y mejor democracia.

¿Hay que ignorar por tanto a los extremistas?

En mi opinión, sería un error no hacer frente a esos grupos extremistas, detrás de los cuales, estoy convencido, hay intereses espurios que van en contra de los intereses y los derechos de la gran mayoría de la ciudadanía. Cómo hacerles frente es la gran cuestión y lo que va a marcar la política en los próximos años. Pero estoy convencido de que la democracia, especialmente si conseguimos que sea lo más inclusiva y sostenible posible, resistirá y saldremos más reforzados.

¿A qué atribuye el desencanto de una parte de la población occidental con los conservadores, los liberales y los socialdemócratas clásicos?

Creo que en lo que usted denomina población occidental hay una creencia, entre la gran mayoría de la población, de que la democracia es el mejor sistema político, o al menos el menos malo hasta que evolucionemos a uno mejor. Si miramos la historia política de la humanidad, en realidad lo que hoy llamamos democracia es bastante joven, apenas unas cuantas décadas. Hasta no hace mucho, las mujeres no podían votar, o los negros en Estados Unidos o en Sudáfrica no tenían los mismos derechos que los blancos. En muchos países todavía hoy hay ciudadanos y ciudadanas perseguidos políticamente por sus ideas, por su origen étnico o por su orientación sexual.

"Estoy convencido de que la democracia, especialmente si conseguimos que sea lo más inclusiva y sostenible posible, resistirá y saldremos más reforzados"

¿Cuál es la esencia de la democracia?

La verdadera democracia no consiste sólo en poder elegir a los gobernantes cada cierto tiempo, sino en poder elegir entre diferentes opciones, en que esos gobernantes garanticen los derechos de cada uno de nosotros, y no sólo de una mayoría que cree poder imponer su visión, y en que esos gobernantes ofrezcan respuestas a lo que preocupa a los ciudadanos. Es decir, la verdadera democracia es la que se complementa con un verdadero Estado de Derecho, y se legitima a través del Estado social.

¿Se puede lograr ese objetivo?

Bueno, la ciudadanía no es homogénea, pues hay diferentes grupos y sectores con intereses diferentes, a veces hasta contradictorios. Pero los poderes públicos deben ser capaces de encontrar los consensos necesarios para garantizar una convivencia pacífica entre todos esos grupos. Ese pluralismo político es clave en las democracias contemporáneas.

Aun así, por ahora vivimos en un momento político muy complejo...

Es innegable que muchos ciudadanos piensan hoy en día que sus sistemas, a priori democráticos, no ofrecen respuesta a sus inquietudes, por lo que de alguna manera se sienten excluidos, especialmente en un momento de grandes cambios tecnológicos, económicos y sociales. Por lo tanto reclaman, como en su día lo hicieron las feministas, los defensores de los derechos civiles o las comunidades LGTBIQ+, que se les tenga más en cuenta, pues se sienten desencantados.

¿Cuál sería su conclusión?

En mi opinión, el problema no es de democracia contra dictadura, sino de que la democracia avance hacia sistemas que promuevan la verdadera igualdad, la inclusión y la prosperidad compartida, no la riqueza mal repartida. Nadie puede imponer su voluntad, por lo que el diálogo y el consenso deben ser la base de la convivencia pacífica.

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