OPINIÓN

Súbditos republicanos

Fernando Navarro | Viernes 21 de junio de 2024

«Democracia Sí, Monarquía No». «La monarquía representa la corrupción sistemática». La pasada semana el Parlamento de Navarra aprobó, con los votos favorables de Podemos, Bildu y -ejem- los socialistas, una moción para adherirse a la manifestación a favor de la república que se celebraría cuatro días más tarde con la asistencia de cuatro gatos. «La contradicción está entre monarquía y democracia», afirmaba tajante la moción a la vez que defendía unos «valores republicanos» a los que implícitamente identificaba con la democracia. Resulta cansado tener que desmontar año tras año esa dicotomía tontorrona entre monarquía o democracia. Todos los años The Economist publica el prestigioso Democracy Index, y todos los años se comprueba que más de la mitad de las «democracias plenas» son alguna forma de monarquía; puesto que hay más repúblicas que monarquías, resulta que estas están sobrerrepresentadas entre las democracias plenas. Además, según esa dicotomía, habría que aceptar que la República Bolivariana de Venezuela, o la República Popular China son más democráticas que la monarquía danesa (eso, eso, dirán Podemos, Bildu y –ejem- los socialistas).

Por otra parte la moción del parlamento navarro estaba afirmando algo realmente llamativo: que el artículo 1 de nuestra Constitución consagra un régimen antidemocrático. Que Bildu y Podemos defiendan esto no es nuevo, porque ellos se proponen acabar con España, la democracia o ambas. Pero sigue resultando sorprendente que lo hagan los socialistas, que para colmo están en el Gobierno; cada vez menos sorprendente, desde luego. Y mientras en Navarra votaban mociones contra la monarquía, los socialistas de aquí impedían que prosperara una moción en el Consell para nombrar Hija Predilecta a la princesa Leonor. En marzo habían dicho que estaban de acuerdo con el nombramiento, pero luego cambiaron de opinión -que parece ser marca de la casa- y echaron la culpa a la derecha –que también-. La coherencia no parece ser el fuerte de los socialistas: el pasado mes de abril votaron a favor de una moción idéntica en el Ayuntamiento de Zaragoza, la concesión del título Hija Adoptiva de Zaragoza a Su Alteza Real la princesa de Asturias, Leonor de Borbón.

Decía la moción navarra, que «la monarquía como principio choca con la democracia porque niega la capacidad del pueblo para dirigir el Estado» y «no acepta la soberanía popular». No como la república –aquí la moción se puso campanuda- que defiende «la democracia como el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». De este modo la arenga de Gettysburg se trasladó inopinadamente a Pamplona; sospechamos que a Lincoln no le habría gustado verse en compañía de Bildu, porque a él no le gustaban los racistas. En todo caso está es la segunda dicotomía, ésta vez implícita, que la moción planteaba: la monarquía crea súbditos, la república crea ciudadanos, titulares de la soberanía e iguales ante la ley. ¿Seguro? La distinción entre súbditos y ciudadanos es más sutil, y viene determinada, sobre todo, por la actuación del gobernante. Si éste gobierna en interés de la comunidad, sometido a la ley y a las reglas de juego, habrá ciudadanos; si obra por encima de la comunidad, en interés propio manipulando esas reglas tendrá mansos súbditos y ciudadanos enfadados. ¿Quién está tratando entonces a los españoles como súbditos? No el rey que, al aceptar plenamente las reglas de juego, firmó una amnistía que no podía gustarle porque enmendaba su actuación ante el golpe del 17. En cambio Pedro Sánchez acudió a unas elecciones prometiendo a los ciudadanos no conceder la amnistía, e inmediatamente los convirtió en súbditos por siete votos. Y ahora pretende que los súbditos que le votan en una parte de España paguen la fiesta a los nacionalistas catalanes para poder seguir en el poder; si hay algo que el partido socialista dejó de defender hace mucho es la igualdad. El propio Pedro Sánchez, para que no queden dudas, afirmó recientemente que la soberanía no reside en los españoles, sino en el Congreso donde casualmente dispone de una escuálida minoría integrada, entre otros, por aquellos cuyo objeto social es acabar con España. Si la democracia es el gobierno por el pueblo y para el pueblo ¿realmente es lo que está haciendo Sánchez?