OPINIÓN

Fantasía

Fernando Navarro | Viernes 07 de junio de 2024

En Fantasía las mujeres y los gays pierden sus derechos cuando la derecha accede al poder; en el mundo real la izquierda vende el estado de derecho por siete votos.

En Fantasía la izquierda combate la xenofobia; en el mundo real, se alía con los nacionalistas xenófobos.

En Fantasía Feijoo quiere encerrar a la mujer del presidente en la cocina; en el mundo real, la mujer de Sánchez aprovecha su condición para hacer negocios.

En Fantasía la derecha quiere mantener a las mujeres atadas a la cama; en el mundo real, sólo después de leer las sombras de Grey.

En Fantasía la izquierda defiende que Desde el río hasta el mar es una proclama poética por la libertad de gente encantadora; el 7-O, en el mundo real, esa misma gente ejemplificó exactamente a qué se refieren.

En Fantasía la izquierda lucha por los derechos de las mujeres y los gays; en el mundo real, odia la cultura occidental que los protege.

En Fantasía la izquierda se preocupa de las personas; en el mundo real invita al Congreso a quienes defienden la masacre del 7-O.

En Fantasía es una idea excelente abrir una embajada en Palestina para dar una lección a Israel; en el mundo real, los diplomáticos protestan horrorizados ante la mera posibilidad de prestar servicios diplomáticos en Palestina en lugar de Israel.

En Fantasía la mayor amenaza es la derecha; en el mundo real están Putin y la teocracia iraní, con los que cierta izquierda tiene una afinidad sorprendente.

En Mannheim, provincia de Fantasía, se produjo «un ataque con cuchillo contra activistas islamófobos» y un policía se abalanzó para neutralizar el peligro islamófobo; en el mundo real, un peligro mucho más real aprovechó para apuñalarlo.

En Fantasía la derecha crispa, insulta, lanza fango y polariza; en el mundo real Sánchez tiene de ministro a Oscar Puente.

En Fantasía Yolanda Díaz es un personaje entrañable que habla como Espinete; en el mundo real manda a la mierda al adversario político.

En Fantasía las mentiras y los bulos son una cosa de derechas; en el mundo real gobierna nada menos que Sánchez.

En Fantasía Miguel Ríos combate el fascismo con ripios incrustados en la música de la Novena; en el mundo real Beethoven agradece haberse quedado sordo.

Fantasía es un mundo atractivo que permite a sus habitantes de izquierdas ser buenos sin esfuerzo. Les basta con exhibir sus buenas intenciones -que ni siquiera tienen que ser sinceras para subirse a un pedestal moral y señalar a sus adversarios de derechas. Poder exhibir una inexistente virtud ante uno mismo y ante la propia tribu, y restregársela por la cara al de la tribu contraria es enormemente tentador ¿Quién podría resistirse a vivir en Fantasía? Pero Fantasía existe hasta que el mundo real se desploma sobre tu cabeza.

En Fantasía los valientes militantes del PSOE en Benalmádena cierran filas en torno a su líder injustamente perseguido; en el mundo real Sánchez, para ocultar sus manejos y los de su mujer, carcome la democracia esparciendo sospechas sobre el poder judicial y la prensa.

En Fantasía la derecha se empeña en instaurar regímenes iliberales; en la España real, la izquierda se está encargando eficazmente de esa tarea.


Noticias relacionadas