OPINIÓN

El coletazo de una ballena moribunda

Mallorcadiario.com

José Manuel Barquero | Domingo 02 de junio de 2024

El fango se ha convertido en el elemento más preciado a la hora de construir un discurso. Se le da un valor enorme al barro, y eso que abunda. Está por todas partes, todo es lodo. Informar, denunciar o simplemente preguntar son acciones que, de manera automática, ponen en marcha la “máquina del fango”. La sesión de control al Gobierno de esta semana batió nuestra plusmarca nacional de vergüenza ajena por culpa de una estrategia diseñada por personas que se creen muy listas dirigida a personas a las que consideran imbéciles. Si de verdad nos merecemos este Congreso de los Diputados van a tener razón los independentistas catalanes cuando afirman que España es un gran agujero negro judicial, un inmenso vertedero de lawfare incrustado en la Unión Europea.

Confieso que últimamente me habían asaltado las dudas, y quizá el imbécil fuera yo por considerar una cuestión de higiene democrática preguntar al presidente del Gobierno por la actividades de su mujer pidiendo financiación a grandes corporaciones que operan en mercados regulados, o sea, que dependen de decisiones que se toman en el Consejo de Ministros. Quizá involuntariamente me estaba alineando con Trump, Bolsonaro y Le Pen por considerar impresentable que el cónyuge de la segunda autoridad del Estado firme cartas de recomendación para empresarios que se presentan a concursos públicos.

A mi éstas me resultaban cuestiones de primero de democracia, pero tanto insistía el diario El País en la normalidad del asunto y en la completa legalidad de estos comportamientos que comencé a verme como un peligroso antisistema trabajando sin saberlo en favor de la Internacional fascista. Entonces llegó el jueves, y el Pleno del Congreso aprobó por dos votos de diferencia la ley que consagra la impunidad de aquellos que hace siete años se saltaron unas leyes que ese mismo Congreso había aprobado antes con mayorías aplastantes.

Sobre esta amnistía negociada en el extranjero por el Gobierno con los delincuentes está casi todo escrito, a favor y en contra. Pero al margen de consideraciones legales se han de señalar dos gigantescas dificultades para defender su bondad: la primera es la coincidencia de argumentos entres sus críticos y sus beneficiarios. PP y Vox dicen lo mismo que ERC, Junts y Bildu, o sea que esta amnistía supone reconocer que el Estado se equivocó, que sus tribunales son ilegítimos, que los jueces y fiscales actuaron por motivos políticos, y que las leyes que se aplicaron no se corresponden con las de una democracia. Es tremendo para el PSOE que el independentismo de la razón a la oposición cuando dice que el Estado ha sido derrotado.

La segunda dificultad estriba en el origen de esta amnistía. Todos los argumentos en favor de la misma se podían haber escrito en un programa electoral para someterlos a la opinión de los votantes. No sólo se omitieron, sino que se expresaron públicamente los razonamientos contrarios, es decir, los mismos que hoy se escuchan criticando esta aberración jurídica, moral y política. Todo el mundo es consciente, incluidos los socialistas, que con unos pocos escaños más Sánchez no habría tenido que humillarse de esta manera.

A pesar de estas obviedades El País se volvió a emplear a fondo en su editorial del viernes para defender la amnistía. El comienzo ya era prometedor cuando afirmaba que, como no existen argumentos políticos para criticar esta ley, se ha de recurrir a los morales, como si éstos últimos fueran de menor peso en un asunto tan divisivo. Pero el final sonaba como una mascletá valenciana, cuando El País, se supone que aburrido del asunto, pedía al Partido Popular que abandone el “monotema de la amnistía”, como si esta ley fuera lo mismo que ceder un impuesto o eliminar el Premio Nacional de Tauromaquia. ¿Monotema la amnistía? ¿Pero la oposición no estaba obsesionada con Begoña?

Este alegato feroz de El País en favor de Sánchez se percibe como el coletazo de una ballena moribunda. Basta leer los comentarios de una mayoría de lectores y/o suscriptores de El País para darse cuenta que no hay tanto necio en la izquierda para tragar con explicaciones tan disparatadas. No hay duda que la amnistía ha beneficiado a Salvador Illa y al PSC en las recientes elecciones catalanas, pero en el resto de España se observa como una burda maniobra de supervivencia difícil de camuflar. Sánchez está con el agua al cuello, y por eso una vez más ha tenido que agarrarse al flotador de Vox para respirar. Abascal se fue a Israel para hacerse una foto con Netanyahu, y Pedro cogió un par de bocanadas de aire.


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