Cuando el 7 de julio de 2010 empecé a ver la semifinal del Mundial de Fútbol entre España y Alemania, estaba un poco más tranquilo de lo que en principio creía que iba a estar, pero no porque previamente me hubiese tomado un Orfidal, un Tranquimazin o una docena de crespells, sino porque unas horas antes el pulpo Paul había vaticinado que la Roja ganaría ese partido, como así fue realmente.
Seguro que muchos de ustedes aún deben de acordarse de ese entrañable cefalópodo pitoniso, que vivía en el acuario Sea Life de la ciudad germana de Oberhausen y que en aquel momento era sin duda el pulpo más famoso de Alemania y posiblemente también del mundo entero, tanto por su peculiar sistema de predicción como por sus continuos aciertos.
Aquel histórico 7 de julio, Paul había pronosticado la victoria de nuestra selección desde el interior del habitáculo de Sea Life en el que residía. Y lo había hecho a su modo, de manera tranquila, serena y pausada, moviéndose poco a poco y situándose sobre una de las dos urnas de cristal que con anterioridad alguien había colocado bajo sus pies, o, mejor dicho, bajo sus tentáculos. En una urna estaba la bandera de España y en la otra la de Alemania. Y para nuestro alivio, Paul escogió nuestra urna.
La misma operación se repitió cuatro días después, unas horas antes de la final entre España y Holanda, celebrada el 11 de julio, y Paul volvió a acertar en su profecía, pues se colocó sobre la urna con los colores de nuestra bandera, haciendo caso omiso de la urna con los colores de la enseña de los Países Bajos. Aquella misma noche, nos convertimos en campeones del Mundo.
A raíz de todos esos aciertos, la popularidad de Paul llegó a ser tal, que fue nombrado «amigo predilecto» del pueblo orensano de O Carballiño y embajador oficial de la candidatura de Inglaterra para el Mundial de 2018, aunque al final se celebraría en Rusia. Asimismo, fue el protagonista del filme policíaco El asesino de Paul el pulpo, una superproducción china que fue rodada con un doble de este famoso 'octopus vulgaris'.
Por desgracia, el bueno de Paul no pudo disfrutar demasiado de su recién adquirida fama como oráculo futbolístico, pues moriría por causas naturales el 26 de octubre de 2010. Aun así, todavía hoy se le recuerda con sumo cariño y sigue teniendo una entrada en la Wikipedia —yo aún no la tengo, por ejemplo—, en la que se nos explican los detalles más significativos de su singular y brillante biografía.
Teniendo en cuenta todos esos precedentes y también que hace varias semanas que no duermo bien por la delicada situación actual del Real Mallorca, este pasado jueves acudí a la casa de una prestigiosa médium para ver si tal vez se podría poner en contacto con el espíritu de Paul, para que se pronunciara sobre el posible ganador del partido de mañana en Son Moix ante el Almería.
Unos pocos minutos después de mi llegada a esa casa, la citada vidente consiguió contactar con Paul sin demasiado esfuerzo, pues no sólo es una reputada profesional, sino también una reconocida discípula de Madame Blavatsky. «Acabo de ver al espíritu de Paul deslizándose sobre dos urnas de cristal situadas en el más allá, una con el escudo del Mallorca y otra con el escudo del Almería, y finalmente se ha parado sobre la del Mallorca», me dijo.
Tras escucharla, reconozco que me sentí muy aliviado, pero no sólo porque ahora ya sé que el Mallorca continuará un año más en Primera División, sino también porque me había quedado sin Orfidal y sin Tranquimazin, y porque era consciente de que seguramente no me convenía comerme de golpe una docena de crespells justo antes del partido.
Antes de marcharme, y aprovechando que me encontraba en un ambiente especialmente adecuado y propicio, le pregunté también a dicha médium acerca de mi posible futuro personal, económico, profesional y sentimental.
«¿Tendré buena salud? ¿Me haré rico? ¿Volveré a París alguna vez? ¿Escribiré una novela? ¿Ganaré el Pulitzer? ¿Saldré alguna vez en algún programa televisivo de IB3 después de 17 años de no hacerlo? ¿Recorreré a pie con mi vieja mochila todas las regiones de España? ¿Seré seducido alguna vez por alguna femme fatale, absolutamente fatale? ¿Volverán a estar de moda las pamelas y los stilettos?», fueron mis principales preguntas a esta gran espiritista.
Su respuesta fue muy comedida y prudente, pues me dijo que, de momento, era mucho mejor que nos centrásemos sólo en las buenas noticias referidas al Mallorca y a su continuidad en Primera: «No es que quiera desanimarle, pero las cartas del Tarot, las velas ritualizadas, mi bola de cristal e incluso el propio Paul me dicen que es mejor que, por ahora, no hablemos sobre todos esos otros delicados temas que con tanta curiosidad e interés me plantea».