OPINIÓN

Platos cuyo origen es un error o una casualidad (y II)

Antoni Juaneda | Viernes 26 de abril de 2024

La semana pasada conté como nació la Torta del Casar, la Tarta Tatín, el Champán y el Sandwich. Esta semana continúo con los platos que surgieron por una casualidad, por un error o por un accidente. Además conté como hace unos días nació el Ramen Mallorquín, a partir de unas Sopas Mallorquinas sin pan y con una Fideuá de “Sopas” de por medio. Aquí tenéis otras curiosidades de la gastronomía.

Crepes Suzzette

Se dice que las crepes con azúcar y zumo de naranja deben su nombre a una joven que acompañaba a la comitiva del Príncipe de Gales, futuro Rey Eduardo VII de Inglaterra, en una comida en el Café de París de Montecarlo allá por 1895. Un joven cocinero del Café, Henri Charpentier, quiso lucirse con un postre nuevo, pero tuvo un accidente y las crepes se incendiaron. Al apagar el fuego los probó y le gustaron mucho, también al Príncipe, que preguntó cómo se llamaba aquel postre. Crêpes Princesse, improvisó. La joven que acompañaba al Príncipe se llamaba Suzette.

Copos de maíz Kellogg’s

En 1894 el médico John Harvey Kellogg, y su hermano Will Keith como asistente, trabajaban en un sanatorio de Michigan. John Harvey, puritano y ultrareligioso, estaba obsesionado con las enfermedades que presuntamente causaba la masturbación, y no se le ocurrió otra cosa que alimentar a sus pacientes con avena y maíz en la creencia que mermaban el apetito sexual. Un día dejaron por error trigo hervido sin almacenar y se secó, pero en lugar de tirarlo intentaron aplanar la masa pero ésta se rompió en mil pedazos. Decidieron entonces tostar esos restos y dárselos a los pacientes con un vaso de leche. El éxito fue rotundo y así nació un producto (que hoy no tiene nada que ver con el apetito sexual), y un imperio, que acabó enfrentando a los dos hermanos.

Cucuruchos de helado

El nacimiento de los conos o cucuruchos de helado o como comerte un helado en un cucurucho se debe al heladero Ernest Hemwi quien, en plena feria de Saint Louis en 1904, se quedó sin envases para servir sus helados. Se le ocurrió utilizar la pasta con la que hacía sus dulces, le dio forma de cono donde puso el helado. Había improvisado un nuevo recipiente, comestible! Hasta hoy.

Café

La historia sobre al café no es una historia real, sino que se trata de una fábula pero, como es bonita, aquí la tenéis. Un viejo pastor de Abisinia, hoy Egipto, extravió su rebaño de cabras y cuando lo encontró vio con sorpresa que los animales saltaban, trotaban y se mostraban excitados. A su alrededor solamente había arbustos con unos frutos rojos. Para comprobar si podían ser la causa de aquel comportamiento llevó unos cuantos a un monasterio donde los monjes los cocinaron y descubrieron un brebaje de sabor amargo, que les daba energía y les permitía mantenerse despiertos durante más tiempo.

Por cierto, no es ni un error ni una casualidad, pero sí una curiosidad. El otro día descubrí que con el café, molido, junto con sal y azúcar, se puede hacer un exquisito pescado curado, en un día. Yo lo hice con salmón y con atún.

Embadurnas un buen taco de pescado con café molido, lo “entierras” en una mezcla de sal y azúcar a partes iguales, lo envuelves en papel film y lo pones en la nevera entre 12 y 24 horas. Lo sacas, le quitas el café, la sal y el azúcar con agua, lo secas, lo pones otra vez envuelto en papel film en la nevera, y en unas horas ya puedes comértelo. Cortado fino, sobre una galleta salada, con un poco de mantequilla, te encantará.


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