Pedro Sánchez ha publicado una preciosa carta en la que confiesa estar enamorado de su mujer. Esta manifestación apasionada coincide con la celebración de Sant Jordi en lo que debe ser un nuevo guiño a los independentistas catalanes que apuntalan su gobierno. De lo contrario no se entiende que haga el ridículo con una carta en la que enseña la yugular a sus adversarios y señala la herida que más le duele. Las gallegas, la amnistía, el caso ‘Koldo’, el avance de Ayuso y la sombra de la corrupción que le cerca han dejado tocado a Sánchez. Con la credibilidad bajo mínimos, con este alegato victimista intenta volver a unir a su parroquia de ‘charos’ dispuestas a sollozar cual plañidera para que Pedro ‘el guapo’ no abandone la poltrona por la que incluso tuvo que someter la Constitución.
Como era previsible, el ejército rojo ha salido a señalar a la derecha como culpable de las acusaciones de corrupción y tráfico de influencias que pesan sobre Begoña Gómez. Las mordidas millonarias que enriquecieron al chófer de un ministro que presuntamente permitieron Armengol & cía por mascarillas defectuosas son una nimiedad. El ridículo internacional con Marruecos y Gaza es otro asunto sin más trascendencia comparado con el amor de Sánchez por una primera dama que se vale de su cónyuge para dar rienda suelta a oportunidades profesionales y cátedras sin si quiera saber hablar mejor inglés que un alumno de segundo de la ESO.
Se lamentan porque un juzgado investigue a la mujer del presidente los mismos que elevaron a cuestión de Estado al marido y el hermano de Isabel Díaz Ayuso. Al primero hacienda le devolverá medio millón y el segundo se enriquecerá a costa de los que le calumniaron. El PSOE es un erial del que sólo queda la idolatría y la pereza intelectual. El único acierto que asegura su supervivencia es haber sabido desahuciar progresivamente a su lapa populista de los parlamentos, ahora abandonada en los bares. En conclusión, el único amor que tolera Sánchez es hacia sí mismo. La semana que viene no habrá novedad alguna, dado que su mujer no vale una dimisión, por muchas cartas que escriba. Pedro Sánchez se irá, pero sólo de puente.