No pudo ser. Los penaltis, aquellos que permitieron llegar hasta La Cartuja en San Sebastián, impidieron que el RCD Mallorca alzara el pasado sábado la segunda Copa del Rey en sus 108 años de historia. Los de Javier Aguirre cayeron ante el Athletic Club en los once metros, tal y como pasó en la mítica final de Mestalla ante el FC Barcelona en 1998.
Pero nunca hay que olvidar que, para perder una final, primero hay que jugarla. Y eso nunca es fácil. Por ejemplo, en España, tan solo 15 conjuntos -FC Barcelona, Athletic Club, Real Madrid, Atlético de Madrid, Valencia, Real Zaragoza, Sevilla, RCD Espanyol, Real Unión, Real Sociedad, Real Betis, Deportivo de La Coruña, Arenas de Getxo, RCD Mallorca y Levante- han ganado alguna Copa del Rey, si bien alguno de ellos lo hizo incluso con alguna de sus antiguas denominaciones. Un hecho que sirve para reflejar la dificultad que entraña el torneo nacional del 'ko'.
A pesar de la dolorosa derrota, que además impedirá el regreso del club bermellón a competiciones europeas tras dos décadas de ausencia, hay más motivos para sentirse orgulloso de un equipo que ha vuelto a permitir soñar con un título a toda una isla. El mallorquinismo, empujado por una juventud muy identificada con su equipo, está más vivo que nunca, y eso se nota con la cantidad de niños y niñas que lucen la camiseta bermellona.
Otra razón para estar orgulloso es que los bermellones, el pasado sábado de turquesa, volvieron a dar la cara en una final, la séptima de su historia. En su palmarés lucen dos títulos -Supercopa 98 y Copa del Rey 2003- pero tuvieron serias opciones en las cinco restantes. En el torneo copero, ahora ya son dos de las tres finales perdidas en los penaltis. La otra tuvo, en 1991, fue en la prórroga. A este listado cabe añadir la final de la Recopa de 1999, con aquel con Nedved sobre la bocina, y la Supercopa de 2003 ante el Real Madrid con mucha mala fortuna en la vuelta.
Por su parte, la final de la Cartuja se recordará, en el aspecto deportivo, por el gol de Dani Rodríguez que hizo enloquecer a los más de 20.000 aficionados presentes en el Fondo Norte del recinto andaluz en el que ya es el desplazamiento más masivo de la historia del club. También por el pundonor y el caracter competitivo que derrocharon los isleños, quienes se pudieron llevar el título casi al final de la prórroga con un testarazo de Muriqi que muchos, desde una abarrotada Plaça de la Reina hasta los miles que seguían el encuentro por televisión, vieron dentro.
Ahora, tocará luchar por la permanencia, el auténtico objetivo de un RCD Mallorca que ha vuelto a teñir la isla de rojo con un histórico subcampeonato copero que, quien sabe, si será el primer paso para volver a soñar en grande.