OPINIÓN

Barbate-Marlaska-Sánchez-Marruecos

Marc González | Miércoles 14 de febrero de 2024

El asesinato en aguas de Barbate de dos guardias civiles por parte de la chusma narco de la zona, jaleada desde la costa por quienes subsisten a cargo de esta mafia, desnuda las carencias materiales con las que se ven obligados a trabajar los sufridos agentes del benemérito cuerpo. Si viviéramos en un país del tercer mundo, simplemente lo asumiríamos como parte de nuestra cuota de pobreza y subdesarrollo.

Ocurre, sin embargo, que nuestro país pertenece a la Unión Europea, es decir, supuestamente la vanguardia del primer mundo, un relativamente pequeño y rico territorio en el que se ha cocido la historia de nuestro planeta, desde Sócrates a Wernher von Braun.

De modo que produce arcadas a quien conserve un átomo de dignidad que el ministro del Interior, el vasco Fernando Grande-Marlaska, permanezca un minuto más en su cargo tras estos hechos, que se acumulan a la larga nómina de muestras de ignominiosa incompetencia de que ha dado muestra este personaje desde que abandonó la carrera judicial para abrazar la política.

Marlaska, más que escudero, actúa como auténtico escudo para que las esquirlas no lleguen jamás al verdadero responsable de la situación en que trabajan los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, que no es otro que Pedro Sánchez, a quien los medios -incluso aquellos más críticos- sorprendentemente han obviado a la hora de rendir cuentas por esta tragedia.

El presidente tiene su Sánchez Panza que le protege de todo mal, de manera que la sola posibilidad de que éste dimita se antoja ilusoria, porque difícilmente nadie más asumiría tales cuotas de indignidad y miseria moral por proteger a su jefe.

Marlaska, además de incompetente, es, como su señor, un embustero. Afirmó que la Guardia Civil cuenta con todos los medios para luchar contra el narcotráfico en la zona del Estrecho a sabiendas de que las cinco patrulleras destinadas a tal fin se hallan en el dique seco pendientes de reparaciones. Dijo que la lancha neumática en la que los agentes se enfrentaron a las planeadoras era la idónea dadas las condiciones meteorológicas. Y, finalmente, tuvo el cuajo de sostener que el narcotráfico en la provincia de Cádiz estaba totalmente controlado y la batalla ganada.

Y, lo peor, desarticuló la unidad de élite que acumulaba éxitos en esa lucha, sorprendiendo a todo el mundo, alcaldes de la zona, mandos de la Guardia Civil y hasta a los propios narcos, una decisión inexplicada e inexplicable que coincidió -oh, casualidad- con el giro político del Gobierno de Sánchez con relación a Marruecos, origen de la droga trasegada y país con amplias zonas dedicadas a su cultivo con la anuencia y probablemente también con la connivencia de su majestad parisina, Mohamed VI.

Si la desarticulación de la unidad de élite es un misterio, el golpe de timón del Gobierno con relación a Marruecos permanece aún en el territorio de las especulaciones, entre las que predominan aquellas que sitúan la causa de dicho cambio radical en las inconfesables informaciones que los servicios secretos alauitas poseen sobre Sánchez.

Pese a todo ello, y a que de milagro no hubo seis asesinatos en lugar de “solo” dos, Marlaska seguirá cobrando de todos nosotros.


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