EDITORIAL

Confundir lo público con lo privado

Lunes 18 de septiembre de 2023

El presidente del Consell de Menorca, Adolfo Vilafranca, cesó el pasado jueves a la directora insular de Proyectos Sostenibles y Cooperación Local e Internacional, Marta Febrer, por haber utilizado el islote del Llatzeret de Maó para celebrar la fiesta de cumpleaños de su hija. Lo hizo sin informar de sus verdaderas intenciones a su superior jerárquico, el conseller de Medio Ambiente, Reserva de Biosfera y Cooperación, Simón Gornés, sino que le dijo que iba a realizar “una prueba piloto” con un grupo de padres y niños. De este modo, se prevalió de su cargo para usar en su propio beneficio una instalación pública, además de ocupar a tres trabajadores del Llatzeret con tareas que no les son propias y sin el menor interés público.

La respuesta del presidente de la máxima institución insular, tan pronto trascendió lo sucedido al aparecer publicado en las páginas de Es Diari Menorca, fue el cese fulminante de la directora insular, una medida completamente proporcionada y ajustada a la gravedad de la situación ocasionada; y aún más a la ridícula excusa proporcionada por la señora Febrer, rayana en la falta de respeto a la ciudadanía y a sus superiores en el Consell de Menorca.

Aunque es cierto que Febrer ha pagado voluntariamente 500 euros como tasa por el uso del bar del recinto, no lo es menos que el comportamiento de la directora insular no es aceptable. Todo gobernante debe esforzarse en mantener en todo momento un comportamiento ejemplar y en ningún caso puede usar los bienes públicos en su beneficio, pues algo así resulta poco ético y denigra las instituciones y a quienes legítimamente las representan.

Pero dado que el escándalo se ha resuelto de forma impecable y rápida, la sobreactuación que muestran los dirigentes del PSOE y de Més per Menorca choca con lo que los ciudadanos han visto en otros casos, bastante más graves que el del Llatzeret, cuando la actuación contraria a la ética pública, la protagonizaron miembros de sus formaciones políticas. En casos así, la tentación de estrujar el caso tan exageradamente, puede acabar resultando contraproducente, pues no se recuerda que en casos bastante peores protagonizados, se lamentasen con tanta vehemencia.


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