OPINIÓN

El asqueroso beso de Rubiales

Tommy M. Jaume | Martes 22 de agosto de 2023

Siempre con afán de protagonismo, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), Luis Rubiales, se ha convertido en el triste protagonista de la mayor gesta del balompié femenino nacional tras su beso en la boca a Jenni Hermoso. Su comportamiento en el palco de autoridades y, posteriormente, en el césped, lo ha dejado en evidencia, si bien hay algunos que todavía justifican lo indefendible. Cosas de 'machirulos' y de la España en blanco y negro y con olor a naftalina a la que algunos se empeñan en querer regresar, supongo. Por cierto, sus disculpas, argumentadas con un "seguramente" que deja todavía más claro su machismo, llegaron tarde y son poco creíbles. Pero, vayamos por partes...

Rubiales, que como futbolista jugó en el Mallorca B, está logrando lo que parecía imposible: superar con sus escándalos a su antecesor en el cargo, Ángel María Villar. Uno de los más sonados fue cuando, el que da lecciones de patriotismo de pulsera, pegó el 'pelotazo' con Piqué para llevarse la Supercopa de España a Arabia Saudí, un país que practica la tutela masculina, un sistema que obliga a las mujeres a obtener el permiso de sus padres, maridos o incluso hijos para tomar decisiones importantes.

Tampoco hay que olvidar cuando acusó a la AFE de espionaje, su eterna guerra con Tebas (otro que vaya tela) o su presunta fiesta en un chalet privado de Salobreña (Granada) pagada con dinero de la Federación en la que se invitó, presuntamente, a un grupo de ocho o diez chicas jóvenes. Ni aquel viaje a Nueva York en el que también, según han publicado varios medios, los gastos fueron sufragados por el organismo que preside. Por cierto, cobra 675.716,87 euros al año. Y cómo supongo que no es suficiente, nótese el sarcasmo, recibe una ayuda de 3.000 euros para su vivienda.

Rubiales, que se llena la boca hablando de fútbol femenino como si fuera su inventor o su mayor valedor, se olvida lo que sucedió el pasado 23 de enero en la Supercopa. El presidente despreció a las futbolistas del Barça, base de su selección, que tuvieron que recoger de una bandeja las medallas que les acreditaban como campeonas. El señorito ni ninguno de sus directivos bajaron del palco. Eso sí, en la Supercopa masculina celebrada una semana antes en su querida Arabia, los jugadores barcelonistas si fueron felicitados por Rubiales y otros dirigentes. Todo muy feminista y patriota.

En la final de este pasado domingo, Rubiales dio muestra de su escasa educación en el palco, donde se comportó como un auténtico 'hooligan'. De nada le importó la presencia de la Reina Letizia y de la Infanta Sofía. Al acabar el choque, el de Las Palmas se tocó con ganas sus genitales mientras gritaba expresiones como "¡Qué nos la chupen!". Desconozco a quién se dirigía aunque intuyo que era para las 12 de las 15 chicas que renunciaron a la selección y que han hecho por el fútbol femenino mucho más de lo que hará él en toda su vida. Entonces, Rubiales no quiso casi ni escucharlas y pretendió que pasaran por "caprichosas". Evidentemente, defendió a un Vilda que, el día de la final, ocupó las vergonzosas portadas de 'As' y 'Marca'. Supongo que, con su visión patriarcal, todavía no se habían enterado de que las protagonistas eran ELLAS. De la equiparación salarial por hacer el mismo trabajo que los hombres, supongo que preferirán no hablar. A eso se llama machismo y punto.

El festival del máximo mandatario del fútbol español se prolongó en el césped. Primero, durante la entrega de medallas, cuando, sin ningún pudor, agarró del cuello a Jenni Hermoso para luego darle un beso en los labios. Algo que sin consentimiento es una agresión... aunque algunos sigan sin admitirlo mientras intentan blanquearlo,

Después, ya en plena celebración, arrebató la Copa a las chicas para dársela a las monarcas. Por cierto, a la Infanta Sofía le debió gustar el trofeo, ya que no lo soltaba. De hecho, uno llegó a pensar que se lo llevaría con ella a Zarzuela.

Una vez en los vestuarios, y tal como mostraron los vídeos grabados por las propias campeonas, Rubiales siguió con su esperpéntico 'show. El dirigente exhibió su versión más cefalópoda para, como si de un pulpo se tratara, continuar agarrando a una Yenni que dejó constancia de su incomodidad con su lenguaje no verbal. “¿Qué hago yo? Mírame, mírame. No me ha gustado, ¿eh?”, llegó a decir la jugadora del Pachuca mexicano en su Tik Tok.

Por la noche, unas nueve horas después del pitido final, el machismo y el clasismo se apoderó de las ondas con Juanma Castaño y un Manolo Lama que hace años humilló a un mendigo en pleno directo en Cuatro. Tampoco me sorprendió pues imagino que ambos personajes, desde su privilegiada posición, desnococen la realidad de las colas del hambre. Después, Rubiales fue entrevistado por el asturiano, más complice con sus comentarios y risas que periodista.

El todavía presidente de la Federación argumentó que fue un pico "entre dos amigos celebrando". "No estamos para gilipolleces. Yo, con todo lo que he pasado, más gilipolleces y más tontos del culo, no. No hagamos caso y disfrutemos de lo bueno y ni me comentéis cosas de pringados que no saben ver lo positivo. Es una cosa sin maldad. Si hay tontos, que sigan con sus tonterías. Hay más tontos que ventanas. Vamos a hacer caso a los que no son tontos", explicó el presidente de la RFEF en tono 'macarra' durante una conversación más propia de una taberna a altas horas de la madrugada.

La prensa, tanto deportiva como generalista, tampoco se libró. Incluso el periódico deportivo de mayor tirada nacional llegó a comparar el beso de Iker Casillas y Sara Carbonero en Sudáfrica cuando eran pareja al del domingo del jefe Rubiales a su empleada Jenni Hermoso. Entonces, como periodista, sentí hasta vergüenza.

Mientras tanto, y con las redes ya ardiendo, la prensa europea y mundial empezó a hacerse eco de lo sucedido. Supongo que entonces, alguien debió decirle a Rubiales que tenía que disculparse a través de un vídeo. Pero no cuela. Y es que un servidor prefiere ser tonto o gilipollas que machista o clasista.

Para acabar, tan solo recordar que este tipo de actitudes no son nuevas en el mundo del fútbol. La Federación Española no reconoció a su selección femenina hasta 1983, un año después de organizar el Mundial masculino. Por cierto, las chicas tan solo han necesitado 9 ediciones para lograr su primera estrella. Los chicos tardaron 19. Espero que ahora, tras más de 15 años informando sobre el fútbol femenino, ya nunca más me vuelvan a decir aquello de "esto no importa a nadie" o "¿Esto es deporte"?. Ellos, Rubiales y los que lo blanquean, han sido o todavía son unos machistas. ¡Vivan las mujeres!


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