Mi amiga Lía Randich es una mujer increíble, pero, que yo sepa, no juega al fútbol ni mucho menos forma parte de la primera plantilla de un gran club de fútbol, por lo que los numerosísimos casos de racismo que habrá sufrido a lo largo de su vida en España, no le importarán a nadie ni serán objeto de atención para nadie; mucho menos para abrir un telediario. Si en lugar de llamarse Lía, se llamara Vinícius, otro gallo le cantara.
A mi pregunta de si hay racismo en España, Lía siempre contesta que sólo tengo que darme una vuelta con ella por la ciudad y lo veré en seguida. Ella es una mujer española negra y gorda. Nació en Cuba, pero tiene nacionalidad española. Y me cuenta que los episodios de racismo que ha sufrido en primera persona son más que cotidianos.
No sé si Lía acostumbra a ir a los estadios de fútbol, pero lo dudo mucho porque es una mujer muy llamativa e inteligentísima. Hace años yo iba cada semana a ver al RCD Mallorca a Son Moix. Dejé de ir harto de ver a gente que aparentemente había sido educada, alfabetizada y socialmente integrada, comportarse como si no hubieran recibido ninguna educación, se comportaban como analfabetos salvajes y excluidos sociales, sin posibilidad de integración. No diré que era todo el estadio, pero muchos más de los que yo estaba dispuesto a soportar y en absoluto casos anecdóticos.
De hecho, una grada entera que acudía disfrazada al estadio, acostumbraban a corear insultos racistas, machistas, xenófobos y homófobos, sin que nunca pasara nada. Me cansé de oír el grito de ‘maricón’, porque involuntariamente me giraba hacia donde se había proferido el grito pensando que sería a mí, pero no. Se referían normalmente al árbitro o a un jugador contrario. A veces también a un jugador bermellón que no rendía como se esperaba. En fin.
En los campos de fútbol se tolera lo que en cualquier otro ámbito sería intolerable; pero no de ahora, de siempre. Es deplorable, pero es una realidad.
Numerosos presidentes y directivos de clubes de fútbol de todas las categorías, son los principales responsables de lo que sucede en sus estadios, pero nunca pasa nada. Incluso algunos de ellos creen tener tener bula papal para hacer lo que les venga en gana, sea legal o no lo sea; sea respetuoso con la Constitución o no lo sea. Los hay, incluso, dispuestos a amenazar con acciones judiciales a periodistas por el simple hecho de informar de sus actividades y de opinar sobre ellas. Resulta patético.
El Gobierno de España aprobó ayer tras el Consejo de Ministros, el proyecto de Ley de Representación Paritaria, que obliga a listas electorales, organismos constitucionales (Tribunal Constitucional, el Consejo de Estado, el Consejo Fiscal, el Tribunal de Cuentas o el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y las empresas del Ibex a contar con un 40 por ciento de consejeras en 2024. Las entidades de interés público tienen de plazo hasta 2028. Ya puede comenzar el Gobierno a exigir esa misma paridad a federaciones deportivas y clubes de fútbol. ¿A qué estamos esperando?