Es un secreto a voces que la atención primaria (AP) no responde a los objetivos asistenciales y comunitarios que tiene asignados. Así lo expresan profesionales y usuarios. Estos últimos, los más importantes, toda vez que el sistema sanitario esta creado para dar respuesta a las necesidades de los pacientes, la sufren es sus propias carnes.
Las razones son múltiples. Las más evidentes responden al déficit de recursos que viene arrastrando la AP desde hace años. La financiación está lejos de la recomendable. Los cupos por equipo de atención primaria están fuera de las establecidas por las sociedades científicas.
Sin más recursos y sin adecuación a las necesidades y sin una amplia redefinición de roles profesionales no es previsible que se active. De hecho, si seguimos haciendo lo mismo seguiremos teniendo los mismos resultados y los mismos problemas.
Es necesario refundar la atención primaria y transformarla en profundidad para seguir poder mantener las amplias funciones que contempla la cartera de servicios del primer nivel asistencial.
En estos últimos ocho años se han acentuado todas las debilidades del sistema. Sin ir más lejos en Baleares lideramos el número de pacientes por cupo de todo el país. De la misma forma que estamos en el pelotón de cabeza del copago; el número de ciudadanos que tienen contratado un seguro privado supera el 35%. Por algo será. De hecho, hemos conseguido estar en el pódium de las comunidades que más privatizan su provisión sanitaria, tras Catalunya y Madrid.
Es necesario impulsar un programa de actuaciones a corto, medio y largo plazo atractivo para ciudadanía y profesionales que acabe con la tendencia de caída y que permita observar un cambio de tendencia a la preocupante situación actual. Son necesarios más recursos, mejores habilidades de comunicación y de comunicaciones, mejores estrategias de coordinación, más instrumentos de medida y evaluación de la actividad asistencial y mejora en la formación en nuevas competencias profesionales. Las administraciones tienen que apostar por la AP más allá de las palabras y aumentar los recursos para salir de la asfixia.
Sin embargo, no debemos olvidar que en la refundación queda un espacio para la reforma intelectual del sistema que tiene que ser liderado por los profesionales. La refundación de la AP pasa por la revolución, por la revolución intelectual.
Pasa por aplicar una práctica médica con un enfoque diferente al actual, con objetivos intermedios distintos y con la utilización del conocimiento de forma equilibrada entre la medicina basas en pruebas, orientada a la enfermedad y la medicina individualizada orientada al enfermo.
Por caminar hacia una práctica médica generalista que se enfoque de forma preferente centrado en la persona. Cuyo objetivo principal se base en mantener, restablecer o mejorar la capacidad del individuo para enfrentarse en condiciones a la vida diaria.
No lo digo yo, lo dice la Dra. Joanne Reeve, profesora en Atención Primaria en la Hull York Medical School y prestigiosa investigadora del Nacional Health Service. El interés primordial de la medicina está en cuidar y proteger la salud de las personas.
Los problemas actuales del modelo sanitario son sistémicos y acumulativos, se expresan claramente en la medicalización de la vida, especialmente en la infancia o la salud mental, el sobretest, el sobrediagnóstico y el sobretratamiento, la debilidad de la apuesta en las intervenciones preventivas y de salud pública y los déficits e ineficiencia estructural de los sistemas de salud en relación con la AP.
La respuesta tiene que venir de adecuar la respuesta a la influencia creciente de los aspectos sociales, económicos, políticos y culturales que determinan la construcción social de la ciencia y la tecnología biomédica.
La práctica clínica de las especialidades y subespecialidades médicas se sustentan en teorías científicas sobre la enfermedad, cómo se diagnostica, cómo puede controlarse y su función es probar la hipótesis de que esta persona padece esta enfermedad. Recogen datos para demostrar su hipótesis, síntomas, signos, pruebas y aplican el razonamiento deductivo para llegar a las conclusiones. Su pregunta clínica profunda es: ¿Podría tener esta persona la enfermedad o factor de riesgo determinado?
Los médicos generalistas utilizan múltiples fuentes de datos, científicos, descriptivos del paciente y del profesional, con el fin de explorar y explicar la enfermedad que se les presenta. Los médicos generalistas utilizan el razonamiento inductivo para generar, a partir de un conjunto de datos, una explicación individualizada de la enfermedad. La pregunta clínica básica es, ¿debo diagnosticar a esta persona de la enfermedad? ¿Mejorará la capacidad para enfrentarse a la vida diaria de esta persona etiquetarla el resultado de esta prueba?. La continua y reiterativa realización de pruebas puede no responder a la complejidad biológica y contextual que define los procesos de salud y enfermedad humanos.
Reeve, y los científicos firmantes de la Declaración de Montreal de 2018 para la revitalización de la práctica de la medicina generalista definen los elementos que deben desarrollar para adaptar las evidencias a los pacientes a través de un juicio profesional al mismo nivel que la indicación o el propio resultado de un estudio complementario. El planteamiento es mayor y nos ayuda a replantear la base científica que de soporte a la refundación de la AP. El reto es mayúsculo e implica a todos los protagonistas.
Buen finde