OPINIÓN

Mi admiración por Josep Capó

Josep Maria Aguiló | Sábado 13 de mayo de 2023

Hace unos días, llamé por teléfono a uno de los periodistas que más admiro desde hace muchos años, Josep Capó, para hacerle una consulta sobre el nuevo Plan General de Ordenación Urbana de Palma. Como había hecho ya otras veces en el pasado, Josep -Pep- resolvió todas mis dudas de manera clara y sencilla en apenas unos minutos.

Estoy seguro de que muchos de ustedes le conocen, pues durante tres décadas ha sido el redactor de Diario de Mallorca que ha cubierto la información diaria del Ajuntament de Palma. Casi al final de nuestra reciente conversación, Pep me comentó que se jubila ya este mismo mes de mayo, algo que desconocía.

Personal y profesionalmente, le conocí a principios de 2001, cuando empecé a cubrir el día a día de Cort para Última Hora gracias a la confianza que entonces depositó en mí su director en aquel momento, el añorado y querido Pere Comas. Desempeñé esa hermosa y dura labor de manera continuada hasta 2009, así que llegué a conocer muy bien el buen hacer, la dedicación periodística, la gran honestidad y el rigor absoluto de Pep.

En aquella época, las ediciones digitales de los diarios de papel estaban empezando todavía su andadura, por lo que, normalmente, sólo descubríamos si la competencia nos había metido algún «gol» al día siguiente, al despertarnos por la mañana e ir a comprar los diarios al kiosco o leerlos en la redacción. Y la verdad es que entre 2001 y 2009, Pep me metió no pocos goles, algunos por la escuadra, desde todas las posiciones y ángulos más o menos imaginables e inimaginables.

En cierta ocasión, uno de esos goles fue además antológico, pues Diario de Mallorca abría su portada con una muy relevante información sobre inminentes cambios viarios en Es Molinar, que era una exclusiva de Pep. A primerísima hora de ese día, Pere me llamó a su despacho -algo enfadado, la verdad- y con el diario de la competencia en la mano me preguntó: «¿Esto que publica hoy Diario de Mallorca es verdad?». Y mi respuesta, lacónica y desolada, fue: «Si lo publica Pep Capó, es verdad». Como así fue efectivamente.

Nunca dudé de la veracidad de ninguna de las informaciones que publicó Pep. Tal era -y sigue siendo- mi admiración y mi respeto hacia él como persona y como periodista. A ello habría que añadir que su perfil, por fortuna, se encuentra muy alejado del perfil de prima donnas, divos, divas y estrellas de todas las constelaciones que, de un tiempo a esta parte, suele ser mucho más habitual en el mundo periodístico que no en el de la ópera o el cine. Y que conste que a mí me gustan mucho el bel canto y el séptimo arte.

Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de Pep es el de las numerosas ruedas de prensa en las que coincidimos en aquellos años. Solía ser muy habitual que Pep hiciera preguntas al final de cada rueda de prensa, la mayoría de las veces para aclarar posibles dudas, que solían ser también las de todos los periodistas presentes. Así que, de alguna manera, hablaba un poco en nombre de todos nosotros.

En ocasiones, en esas mismas ruedas de prensa intervenía sólo para corregir o puntualizar con fundamento alguna posible inexactitud en alguno de los datos aportados por los primeros ediles Joan Fageda, Catalina Cirer, Aina Calvo, Mateo Isern, Antoni Noguera o José Hila, o por cualesquiera de los sucesivos ediles del equipo de gobierno o de la oposición, desde los años noventa hasta hoy.

En los plenos municipales, nos sentábamos uno al lado del otro en la pequeña mesa reservada a los periodistas en el salón de plenos de Cort. Algunos de aquellos plenos podían llegar a durar diez, doce o más horas, por lo que a menudo yo me bloqueaba, sin saber muy bien qué destacar de las distintas propuestas aprobadas en esas maratonianas sesiones. Cuando eso sucedía, le preguntaba siempre a Pep cuál había sido para él el tema más destacado de ese pleno, y Pep, con buen criterio y con humildad, me señalaba unos cuantos y ello siempre me ayudaba mucho.

Pasados unos años, incluso llegamos a coincidir ambos durante unos meses en la sección de 'Palma' de Diario de Mallorca, pues gracias a la confianza de otro excelente periodista, Joan Riera, publiqué en dicho medio unas breves columnas en 2013 bajo el epígrafe de 'Cala Menor'. Desde entonces, no nos hemos visto con tanta frecuencia como antes, pero cuando ha sido así, ya fuese en Cort o por Palma, me he alegrado siempre mucho de verlo.

Yo creo que Pep estaría hoy de acuerdo conmigo en que la profesión de periodista es preciosa y fascinante, pero también muy a menudo agotadora y puñetera. Por eso mismo, siempre necesitamos referentes que nos ayuden a no perder el rumbo, en especial compañeros y compañeras que ejercen el periodismo de manera siempre decente y responsable. En ese sentido, y más allá de su próxima jubilación, Josep Capó siempre fue y siempre será un espejo claro y limpio donde poder mirarse.


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