OPINIÓN

Yo soy 'jamesbondiano'

Josep Maria Aguiló | Sábado 14 de enero de 2023

En la pequeña videoteca que tengo en casa desde hace ya varios años, están casi todas las películas de James Bond, que guardo en un lugar más bien discreto, para intentar evitar que puedan ser descubiertas por algún familiar o por algún amigo cinéfilo que vengan a visitarme, pues seguramente me reprenderían si hicieran ese inesperado hallazgo.

Si además tenemos también en cuenta cómo están las cosas con Gibraltar, quizás no sea este el mejor momento para decir lo que ahora voy a decir, pero la verdad es que el mítico agente secreto británico ha sido desde siempre uno de mis más grandes ídolos, e incluso he llegado a fantasear en alguna ocasión con que me parecía un poco a él.

Mi rendida admiración por Bond nace del hecho de que a lo largo de los años, y casi sin despeinarse, ha conseguido acabar casi él solo con el Telón de Acero y con los más perversos villanos, además de salir indemne de los mayores peligros, incluido el de ser seducido por las mujeres fatales más absolutamente fatales que uno pueda imaginar.

Podríamos decir que soy un «jamesbondiano» de primera generación, de cuando los fascinantes títulos de crédito eran obra de Maurice Binder y las bandas sonoras eran del maestro John Barry, quien, como es bien sabido, creó también el tema original, que escucho siempre que me quiero meter en situación y soñar con que soy un émulo de 007.

Quizás por edad ya no pueda yo dar el perfil que se necesitaría para poder ser un espía de su nivel, pues en este 2023 cumplo 60 años, y además últimamente he perdido algo de agilidad y forma física por la artrosis. Otro hándicap importante es que a Bond le encanta el Martini, mientras que yo no puedo probar nada de alcohol por el reflujo gástrico.

Aun así, si se fijan bien en la fotografía que acompaña este artículo, creo que convendrán conmigo en que, pese a todo, tengo un aire a lo Daniel Craig en Casino Royale o en Skyfall. De hecho, creo que sólo me falta portar un esmoquin y mirar sonriente a cámara con una pistola sobre el pecho para que puedan casi confundirme con el propio Craig.

Llegados a este punto, posiblemente muchos de ustedes objeten, con razón, que en España no tenemos ningún personaje equiparable al creado por Ian Fleming, salvo que queramos aceptar como tal a nuestro paródico y castizo Torrente, al que no sé si podría emular, pero del que, por cierto, tengo también casi todas sus películas en casa.


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