Aquella tarde fría de diciembre llegábamos a Sóller y estacionamos en un parking municipal donde nos esperaba el protagonista de la entrevista de esta semana, para acompañarnos en un paseo a pie. Pasamos por el mercado municipal, atravesamos la Plaça de la Constitució, dejamos a un lado el edificio del Banco de Sóller y nos encaminamos hacia la calle Sant Jaume hasta llegar a su estudio. Abrió la puerta, encendió las luces y tuve la impresión de que nos adentrábamos en el escenario de un teatro.
Hace muchos años adquirí este sitio y siempre me he sentido muy a gusto. Aquí tengo mi estudio, taller, refugio y aquí se cuecen mis proyectos. Gran parte del año te sientes como un eremita en una cueva, pero algunos días de invierno celebramos algún que otro almuerzo con los amigos.
En la sala de entrada, nos rodeaban algunas de sus creaciones, unas colgadas, otras en estanterías, otras sobre peanas, piezas de madera, de bronce, piedra, y al fondo un rellano que da paso al taller. Miré a Francisca y coincidimos los dos, esta vez haría más fotos de lo habitual. El lugar es tan peculiar que la galería fotográfica lo agradecería.
Me siento cómodo estando rodeado de algunas de las obras que son de mi colección, de recuerdos, de pinceles, lápices, mi mesa de trabajo.
Luis López Gómez nace en Calamocha, Teruel el 12 de abril de 1957, el mismo año en el que Camilo José Cela era elegido nuevo académico de la Real Academia Española, la empresa estadounidense Hamilton Watch Company introduciría en el mercado mundial el primer reloj eléctrico, se inauguraba The Cavern Club en Liverpool, se estrenaban dos estadios de fútbol, La Romareda del Real Zaragoza y el Camp Nou del Fútbol Club Barcelona, Franck Sinatra y Ava Gardner se divorciaban, nacían Miquel Barceló, Juan Luis Guerra, José Coronado, Gloria Estefan, fallecían Humphrey Bogart y Pedro Infante, en el cine destacaban; Testigo de cargo de Billy Wilder, Senderos de gloria de Stanley Kubrick y El último cuplé de Juan de Orduña, Albert Camus se hacía con el Nobel de Literatura, se formaba el grupo The Quarrymen que posteriormente se convertiría en The Beatles. En esas fechas Calamocha tenía 2.500 habitantes, en la actualidad 4.400.
¿Dónde situaría sus primeros recuerdos?
En Calamocha. Tuve la suerte de nacer entre dos ríos, recuerdo la acequia, ir a pescar truchas, los primeros amigos, la vida en libertad, jugar con las cortezas de los chopos y hacer figuras y barquitos que lanzábamos rio abajo, compitiendo para ver cuál era el mejor.
Me encantaba pasarme por el aserradero de mis tíos y estar entre aquella colección de herramientas de ebanista, el olor a madera y a serrín.
Su padre, de nombre Luis fue un industrial y atendía un molino de harina, su madre Pilar ama de casa, los dos nacieron en Calamocha.
¿Cómo fue la adolescencia?
Tendría unos catorce años, en casa de mis padres comenzaba a hacer tallas con la madera, hacía guarda lápices. Cumplí el bachiller en una academia, pero no considero que fuera un buen estudiante. Los fines de semana salíamos con los amigos, las discotecas, las últimas diversiones antes de ser adulto. Yo quería estudiar Artes y Oficios, mi padre no. Un conocido suyo que era militar propuso que me presentase a un examen.
En 1974 me surgió la oportunidad de ir a la academia militar del Ejército del Aire en Cuatro Vientos (Madrid) para realizar estudios sobre Electrónica aplicada como especialista en Radar, estuve allí dos años, luego en 1976 acepté que me destinasen al Puig Major de Mallorca y estuve tres años. Coincidí con el acuarelista Luis Serna y con un militar de nombre Montejo que también pintaba. Se formó un buen ambiente y pasábamos muchas horas ejercitándonos con el dibujo y la pintura. En aquel tiempo conocí a Xisca que se convirtió en mi novia.
A finales de 1979 acepta un empleo en la empresa de El Gas del Vall de Sóller y trabajará allí durante 37 años siempre como técnico electricista. En 1980 se casa con Xisca con la que han tenido a Luis y a María Lluc.
¿Cómo hacía para combinar su oficio con su pasión?
Tenía jornada intensiva y me quedaba bastante tiempo libre.
En 1987 hacía talleres de manualidades para niños y l’Associació Sollerica de Cultura Popular me encargaron que les hiciera en cartón piedra, una colla de siete demonios y la figura de Sant Antoni para colocar en el centro de cultura Can Dulce. En parte, me atreví porque hacía poco tiempo que había estado con el escultor de Artá, Pere Pujol al que conocí pintando las rodillas de la figura de un Cristo y me llamó la atención el efecto que reproducía de carne podrida sobre las rodillas, era impactante. Él me dio una serie de consejos que fueron determinantes. Poco después el grupo “Esclatabutzes” me encargó otro demonio que debía estar sentado sobre un brasero y lo hice con resina de poliéster.
¿Cuándo llegó su primera exposición?
En 2001 “por sorpresa y a traición”, mi mujer y mi hijo alquilaron un local para que yo enseñase mis obras por primera vez.
¿Y con qué se presentó a esa cita?
Ha sido la única vez en mi vida que he mostrado pintura y escultura de manera conjunta. Pintura realista, paisajes y escenas de pescadores reparando redes. Fue un éxito.
Se ha prodigado exponiendo en las numerosas Nit de l’Art que se celebran en distintas localidades de Mallorca, pero también en Estocolmo, en Arte Minas de Madrid de la mano de Carlos Quintana, en la Galería Vanrell de Palma con su amigo Miquel Segura, en una itinerante con la Fundación La Payese recorriendo la comarca de Jiloca en Teruel, Palma, Binissalem, Sóller, etc. etc.
Hay que pensar que nos pasamos muchos días encerrados en un estudio para crear un elemento, sea del material que sea, es la manera que tenemos de expresar nuestros sentimientos más profundos y que luego cuando lo exhibimos tenga reconocimiento por parte del público, supone una enorme satisfacción.
De nogal, de olivo, encina, haya, cerezo, níspero. Son algunas de las maderas de las que hace uso.
¿Todas las maderas sirven para un mismo trabajo?
Cada una tiene sus cualidades, las hay más agradecidas como la de encina a pesar de ser más dura que la mayoría. Yo me manejo bien con todas, la de olivo es una madera muy singular, sus anillos son poco visibles y te obliga a pensar más.
Bajamos unos peldaños y entramos en el taller, en una de las paredes cuelgan algunos dibujos a lápiz…
Son bocetos. Nunca hago una escultura sin antes haber realizado un dibujo. Para mí el dibujo es fundamental, es el nacimiento de la idea.
Un banco de trabajo que tiene más de 150 años, una máquina de afilar, taladros, martillos, lijadoras…
¿Qué herramientas se necesitan para su día a día?
Las gubias, los mazos, los formones; son las más utilizadas, sin olvidar los cepillos, los serruchos y sierras, las limas, etc. cada una de ellas sirve para ejecutar una misión diferente, como también he comentado con los tipos variados de maderas.
¿Qué artistas son sus referentes?
Mi abuelo me decía; busca la mejor sombra del mejor árbol. De ese consejo me he acordado cuando he querido aprender de otros artistas o reconocer mi admiración por sus trabajos. Siempre me he sentido atraído por las obras de mi paisano zaragozano, el escultor Pablo Gargallo, por el pintor Antonio López y su claridad, por el escultor catalán Julio González, entre otros, así como por Chillida y Oteiza a quienes considero imprescindibles. También me agrada Gen Konno un creador muy particular que finaliza sus esculturas con fuego.
¿Qué puede contarnos de sus aficiones?
Ya conocéis que me gusta el dibujo y la pintura, y añadiré que me encanta leer biografías de artistas, caminar por la montaña, viajar y soy amante de la música. Toda la vida he admirado a mi paisano José Antonio Labordeta, por sus dotes interpretativas y por sus poesías. Una de mis esculturas más apreciada está acompañada por el poema “Somos”, donde compara al ser humano con el árbol…
Durante años, Lluis López formó parte de un grupo de artistas veteranos que hicieron posible la celebración de la Nit de l’Art en Sóller, hasta que en 2022 han traspasado esta labor a la formación Joves Artistes.
Así fue, durante varias ediciones fuimos un grupo de artistas más maduros los que nos encargamos de organizar en Sóller este movimiento cultural que promueve la exhibición de las artes plásticas. A lo largo de estos años han expuesto un sinfín de creadores de todo tipo tanto de nuestra localidad como de muchos lugares y nos sentimos complacidos de que las celebraciones de la Nit de l’Art de Sóller fueran un éxito. Como va a seguir siéndolo con el empuje y la ilusión de nuestros jóvenes que han tomado el mando y la responsabilidad.
Sobre una repisa, reposa una escultura de un hombre que tiene algo en las manos. Ve que la estoy contemplando…
En mi pauta de representar las esculturas, intento transmitir un mensaje metafórico. En esta, muestro a un anciano que está sentado, con un tren de madera entre las manos. Un homenaje al juguete que hubiese querido tener y nunca tuvo. La he titulado; El último tren.
Advierto unas manos fuertes que moldean con la maza y las gubias, una y otra vez golpean sobre un sólido fragmento de la naturaleza. El aroma que desprende, las formas que contiene y las que inspirará tras determinantes días de investigación en el centro de una soledad necesaria, tras intensas horas de observar la franja de unas vetas, de pensar y determinar hacía donde las encaminará.
Cada tonalidad te proporciona una guía, cada veta configura un dibujo que en la elaboración de una obra puede tener su influencia.
¿Cuál es su proyecto más inminente? – Hace una mueca y con su mano derecha señala una pieza que está situada sobre el banco de trabajo y junto a esta, una serie de bocetos, dibujos que describen una nuez junto a un cerebro.
La voy a denominar: La caja de la memoria. Todavía no está terminada. Es una nuez de madera de unos 30 centímetros que simboliza su similitud con un cerebro. ¿O en su metamorfosis podría ser que el cerebro interpretase a la nuez? Sí, está hecho con esta doble intención. La caja donde guardamos la memoria, la pérdida de la memoria… lo pequeña que es y todo lo que es capaz de abarcar.
Construye con maderas con las que ha aprendido a convivir y a sobrevivir. Se inspira en las cosas que le rodean, ensamblando piezas, injertando sus ideas en el corpulento corazón de un tronco, ese tallo leñoso al que desnuda y presenta en innumerables constituciones. Descifrar la columna vertebral de cada obra supondría un minucioso análisis que incluiría la escucha del canto filosófico de sus títulos.
Como ya he dicho, procuro que mis proyectos contengan un mensaje que te de que pensar, una metáfora, una poesía visual, también lo pretendo con cada uno de los títulos.
Habían pasado volando casi dos horas de aquella tarde noche y yo disponía de material suficiente. Francisca siguió tomando algunas fotos más a unas alegóricas piezas que colgaban del techo y a otras que habitaban en las estanterías. Lluis esperó al último clic, apagó la luces, cerró la puerta y dimos por finalizada la función.
Gracias por la visita. Venir a Sóller siempre vale la pena- Nos comentó.
Por supuesto que sí, pensé. Observé el cielo limpio y poblado de estrellas, mientras regresábamos al aparcamiento.
Texto: Xisco Barceló
Fotografías: Francisca R Sampol