OPINIÓN

Sin perdón

Santiago Fiol | Martes 11 de octubre de 2022

Clint Eastwood ha tenido a bien cederme el título de su western oscarizado después de su estreno en el remoto 1992, casi en la época de los dinosaurios; las películas que ha protagonizado, en general, no me han interesado mucho, la saga de Harry el sucio me parece simplemente horrible, pero a medida que ha envejecido ha desarrollado su faceta de director y ha resultado, pasados los ochenta años, un mucho mejor director que actor, naturalmente en mi modesta opinión.

Pero no estoy aquí para hablarles de cine, que podría pero no debo pues no soy un experto, como de tantas cosas me queda infinitamente más por aprender que las que ya se. La vida es un aprendizaje continuado, nunca lo sabes todo de nada, yo al menos, otros igual piensan que sí, pero allá ellos.

Si hay un tema en el que estoy pez es el tema del cuore, de las viscerillas; no consumo tele5 ni la sexta ni ninguna otra cadena cuando hablan de esos temas, el único motivo es que no me interesa. Respeto que tenga su público y su audiencia pero a mí no me encontrarán entre ellos. Soy consciente de que puedo no estar al corriente de los grandes problemas del país.

Espero que me crean cuando les digo que no he podido evitar enterarme que una distinguida señorita de Madrid, noble creo, comprometida con un señorito que desconozco su oficio y beneficio, halló en falta a este último y ha roto el compromiso. Él ha pedido, parece ser, en público e imagino que también en privado, perdón.

Lo que sí sé es que ha sido noticia de portada hace unas semanas e incluso la semana pasada. Dos cosas tengo que decir al respecto, que pocas veces creo en el perdón y que el país no está tan mal como pienso pues esa noticia comentada importa muy mucho a la ciudadanía.

Respecto a la segunda parte, a la importancia de la noticia, creo que entre los temas de higadillos y el futbol la ciudadanía está anestesiada. Le da igual si tenemos la mayor deuda pública de la historia que pagarán nuestros nietos y bisnietos como mínimo; nos da igual que el presidente Sánchez gaste a espuertas un dineral para intentar salvar su imagen que día a día se va hundiendo. La ciudadanía medianamente informada ya confunde el premier con Pinocho.

Me temo que solo le cree, pues no le queda otra para salvar los muebles, la presidente Armengol en relación al REB. ¿De verdad creen que nos enviarán esa pasta? Yo estoy convencido que no es más que una cortina de humo, un brindis al sol, una falsedad en toda regla con carácter electoral que no verán los ya citados nuestros nietos y bisnietos. El premier miente más que habla (frase atribuida según fuentes a Epimenides y también a Pablo de Tarso) y que dijo el propio Sánchez de su socio de gobierno Iglesias en un grosero ejercicio de cinismo.

Pero yo no quería hablar de esto. Les quería hablar del perdón en el que no creo. Partiendo de la base que es imprescindible el arrepentimiento para que el perdón sea sincero, creo que muchas gentes motu propio emite una petición de perdón que no es sincera pues no hay arrepentimiento, en iguales circunstancias actuarían de igual manera.

Cuando a un acusado se le concede el derecho a la última palabra su arrepentimiento se produce no en base al mal causado si no a la privación de libertad que le puede caer encima por unos hechos por los que se le juzga, no le duele el crimen le duele la pena. Ese arrepentimiento no es sincero sino inducido por la posible pena.
Del mismo modo cuando un político pide disculpas a las sociedad lo hace, probablemente, por el miedo insuperable que le supone perder la silla, la paguita y la influencia, el poder en definitiva; no es para conseguir el desagravio de los ciudadanos que no le interesa lo más mínimo. Esa petición de perdón es una mera formalidad y nunca sabemos el pensamiento real de ese político de turno.

Donde jamás existe la petición de perdón es la Justicia, nadie reconoce una equivocación pese a que exista un error manifiesto y a veces prolongado en el tiempo. No he oído en treinta y dos años de ejercicio de la abogacía a un juez, a un fiscal o a un secretario judicial disculparse con nadie. Lo cual me da que pensar pues no son infalibles como el Papa, yerran como todos los humanos todos los días. Igual que los árbitros de futbol que tienen acceso a los mejores momentos!!! ¿Debería pedir disculpas el magistrado Lesmes en su dimisión por capítulos, o deberían disculparse los que han impedido con su actitud y postura política la renovación del Consejo General? No seré yo quien les juzgue pese a que pienso que toda esa renovación se ha hecho muy mal y todo influye que tengamos una Justicia voluntariosa pero tardía y pobre. Inviertan un poco en Justicia que es un pilar del Estado de Derecho.

Y es que pedir perdón de manera sincera es muy difícil, hay que reconocer que uno ha metido la pata hasta el fondo, y es que a los humanos nos cuesta apartar nuestra soberbia y nuestra mentira o realidad adaptada antes que reconocer nuestro error. El arrepentimiento va en función de la conciencia de cada uno, no es la misma conciencia la de un sicario de la mafia calabresa que la de un eremita solitario en las montañas. El sicario es más que probable que no se arrepienta de nada y el eremita es más que probable que se arrepienta de todo.Y es que pedir perdón de manera sincera es muy difícil, hay que reconocer que uno ha metido la pata hasta el fondo, y es que a los humanos nos cuesta apartar nuestra soberbia y nuestra mentira o realidad adaptada antes que reconocer nuestro error. El arrepentimiento va en función de la conciencia de cada uno, no es la misma conciencia la de un sicario de la mafia calabresa que la de un eremita solitario en las montañas. El sicario es más que probable que no se arrepienta de nada y el eremita es más que probable que se arrepienta de todo.

Les confesaré una intimidad, algunas veces he debido pedir perdón por algún error de cierta importancia, uno no tiene oportunidades de ser un gran pecador y tengo que decirles que la sensación de bienestar que se siente es muy placentera.

Para terminar pienso que en España y en este pequeño país hay demasiadas personas que deberían pedir disculpas sinceras a la ciudadanía, unos por abusar del cargo y otros por cobrar un salario que no se ganan pues desde ese puesto no defienden los intereses nuestros sino los del partido que les ha concedido la silla que calientan cuando no tocan el trombón, de varas por supuesto, que es para lo que sirve alguno y por el contrario otros no sirven ni para tocar el trombón, ni las castañuelas pero les pagamos a precio de director de sinfónica.


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