OPINIÓN

La incertidumbre sanitaria nos acecha

Miguel Lázaro | Jueves 29 de septiembre de 2022

Los dados ya están tirados. Si hablamos de Sanidad Pública, la palabra INCERTIDUMBRE para los médicos, no es una palabra baladí. Es más, desde el Sindicato Médico Balear, la escribimos con mayúsculas porque la palabra INCERTIDUMBRE es la única respuesta que podemos dar a los recién licenciados que, tras 11 años de preparación y estudios en España preguntan sobre cuál será su futuro inmediato; es además la respuesta de cada día para quienes trabajan como médicos en la presente Sanidad pública Balear y es por último, la gran preocupación de los médicos recién jubilados que vaticinan con conocimiento de causa una sanidad pública vacía de facultativos altamente cualificados y llena de incertidumbres.

Como Sindicato Médico nos toca ser los malos de la película, ser los que hablamos de la realidad sin fantasías, ser los que decimos las cosas claras y, sobre todo, desde la preocupación ser los que ALERTAMOS a quienes gestionan nuestros recursos, de nuevo en mayúsculas, sobre que las “incertidumbres del futuro” son el resultado de una mala gestión en el presente. La realidad de nuestra Sanidad Pública Balear tiene muy mal pronóstico. Urge preguntarse el porqué de la situación que estamos viviendo y qué vamos a hacer para solucionarlo.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua nos dice que la palabra INCERTIDUMBRE es: El grado de desconocimiento o falta de información, porque existen desacuerdos sobre lo que se sabe o podría saberse. Nada mejor que estas palabras para describir nuestra realidad actual. Podríamos también hablar de los sinónimos de la palabra Incertidumbre como son: duda, indecisión, irresolución y perplejidad. Cualquier sinónimo nos vale para describir nuestro malestar con la situación actual que vivimos los médicos en Baleares.

Pero como Sindicato Médico destacaremos la perplejidad con la que vivimos al observar que nuestros gestores no quieren afrontar, ni siquiera se preguntan ¿cuál es la situación real de nuestra sanidad pública balear? O ¿por qué nuestros médicos, formados aquí, no se quedan a vivir en nuestras islas? E incluso quizás también es momento de analizar ¿por qué los médicos que trabajan en la Sanidad Pública Balear vuelven a la medicina privada o incluso buscan otros destinos que les ofrecen mejores condiciones laborales?

Menos mal que el 40% de los ciudadanos (unos 400.000) de estas listas pueden pagar, además de sus impuestos para sostener la sanidad pública, un seguro privado. ¿Se imaginan el caos sanitario si nadie lo tuviera? Al Ib Salut le ha caído la lotería.

Es urgente que, quienes gestionan nuestros recursos abran los ojos a la realidad y trabajen para CAPTAR médicos que den una atención digna a los más de 1.200.000 ciudadanos que viven en Mallorca y FIDELIZAR a los que ya tenemos para evitar así la tan temida fuga de médicos. Baleares puede ser un paraíso para vivir, pero en nuestras manos está que no se convierta en un infierno.

Comprendemos que captar sea dificultoso pero duele el alma de que el Govern no sea capaz de fidelizar a los médicos que ya están aquí. No nos podemos permitir perder, por escasa incentivación retributiva, a profesionales muy cualificados que en un goteo malayo se están yendo de la sanidad pública. Es intolerable la apatía y el pasotismo institucional ante tal hecho. Simebal en su posicionamiento reivindicativo ha propuesto muchas estrategias para conseguir que el déficit de médicos que tenemos no progrese todavía más. Es maltrato institucional el que no se haya actualizado el plus de la indemnización de residencia, la hora de la guardia, el convenio de los mires, los pluses del 061 y SUAPS, la humillante productividad variable y los recortes de la carrera ordinaria que ha afectado a más de 1.400 médicos.

A esto tenemos que sumar los agravios que soportamos por parte del Gobierno central, que se inician con el ínclito Zapatero, sigue con el procastinador Rajoy y persisten con el mitómano Sánchez, en cuanto al abusivo expolio del 40% de la paga extra desde el 2010. A esto se suma, que el tiempo trabajado en las guardias médicas obligatorias, no se computan como tiempo trabajado para la jubilación. Este comportamiento asimilable metafóricamente al dios mitológico Cronos que devoraba a sus hijos, es por lo que muchos emigran.

Falta de reconocimiento de la ciencia, la con-ciencia y el alto nivel de responsabilidad y profesionalismo con el que se implica el compromiso del colectivo médico con sus pacientes. En cualquier país con alta inteligencia emocional de la UE generaría una gran alarma social el autoexilio de médicos jóvenes, con una excelente formación, cuyo coste se evalúa en 300.000 euros por cada médico, a otros países. Se han ido más de 20.000 y el Gobierno sigue instalado en su nihilismo irresponsable lejos de iniciar medidas para favorecer la operación retorno. Así se construye la incertidumbre del futuro, no afrontando adaptativamente el presente.

En derrota transitoria pero nunca en doma.


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