Mañana 24 de agosto se cumplirán seis meses desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, medio año de guerra. Después de los avances iniciales del ejército ruso, la valiente y feroz resistencia ucraniana ha conseguido frenar la maquinaria bélica rusa e incluso hacerla retroceder en algunos puntos, como el frente de Kiev y el de Járkiv. Solo en el Dombás están los invasores consiguiendo avanzar, con el apoyo de los rebeldes locales, armados y equipados por Moscú y prácticamente integrados en las tropas rusas.
Una vez Putin no consiguió sus objetivos iniciales, que hay pocas dudas que eran conquistar Kiev y las principales ciudades ucranianas en una semana o diez días y capturar o forzar la huida al exilio del presidente Zelensky, su gobierno y las principales figuras políticas, militares y civiles de Ucrania y sustituirlos por un gobierno títere supeditado y genuflexo ante Moscú, con el objetivo último de integrar Ucrania en Rusia o convertirlo en un estado satélite, como Belarús, decidió concentrarse en el Dombás, a fin de conseguir controlar la totalidad de su territorio y consolidar las conquistas en las provincias de Jersón y Zaporiya, así como seguir por el litoral del Mar Negro hasta Odessa, a la vez que seguía bombardeando a la población civil de las grandes ciudades, sobre todo Járkiv, que quiere incorporar a toda costa, Kiev, la propia Odessa y, con menor intensidad, Lviv.
En su objetivo de aterrorizar a la población ucraniana no ha vacilado en cometer crímenes de guerra, como la tortura y el asesinato de civiles y prisioneros de guerra, el bombardeo deliberado de zonas residenciales sin interés militar, la violación de mujeres, el traslado forzoso de poblaciones enteras, el robo, el saqueo y el secuestro.
Pero la guerra le está costando muy cara a Rusia. Según algunos análisis el número de bajas entre muertos y heridos sería enorme, de alrededor de cuarenta mil y la pérdida de material militar pesado, carros de combate, artillería, vehículos acorazados, aviones y barcos sería también muy importante. Sea cual sea la verdad, se ha sabido que Moscú está intentando reclutar soldados en las repúblicas exsoviéticas centroasiáticas, sobre todo Tayikistán, Kirguistán y Uzbekistán, con la oferta de conceder la nacionalidad rusa después del periodo de servicio y también que está organizando demostraciones militares por toda Rusia como reclamo para conseguir alistamientos de jóvenes rusos y todo ello ante la dificultad de conseguir reclutamientos suficientes, debido al rechazo a la guerra de una parte significativa de la población rusa, que estaría en relación con los sabotajes contra las oficinas de reclutamiento que se vienen produciendo por todo el territorio ruso, aunque estos hechos están siendo cuidadosamente silenciados por las autoridades y medios de comunicación rusos.
En los últimos días se han producido sabotajes y ataques en bases aéreas y depósitos de material militar en la península de Crimea, ocupada y anexionada ilegalmente por Rusia y en la propia Rusia, en la provincia de Bélgorod, fronteriza con Ucrania, lo que indica que la situación militar dista mucho de estar controlada por el ejército ruso.
Nada parece indicar que los ucranianos vayan a cejar en su heroica resistencia y defensa de su país y su independencia, pero frente a la enorme superioridad militar rusa, dependen de la ayuda externa de los países occidentales para poder enfrentarse a la maquinaria bélica agresora, Sobre todo necesitan armamento pesado moderno y sistemas de misiles de alta precisión, que les permitan atacar con eficacia a las posiciones y vías de avituallamiento rusas, así como también precisan de sistemas de defensa antiaérea de alta eficacia para poder destruir los misiles que continuamente envía el ejército ruso contra objetivos militares y también y por desgracia contra áreas civiles, donde causan un enorme número de bajas de personas no combatientes.
El 24 de agosto es la fiesta nacional de Ucrania, que conmemora el día de la independencia de la Unión Soviética en 1991 y el presidente Zelensky ha prohibido todo tipo de festejos y celebraciones y decretado la máxima alerta a su ejército y todos sus conciudadanos, en previsión de acciones bélicas significativas por parte de Rusia.
Los países occidentales debemos seguir apoyando a Ucrania y reforzar las sanciones económicas contra Rusia, pero sin olvidar que toda guerra acaba en una negociación y un armisticio entre las partes con garantías internacionales y que, al final, habrá que ofrecer a Rusia una salida airosa, ya que nunca aceptará una humillación.