El regidor de Mobilitat de Palma, Xisco Dalmau, ha anunciado en ‘Zona Animal’ –el espacio de mallorcadiario.com dedicado a la actualidad del mundo animal- que el equipo de gobierno municipal llevará al pleno de mayo la modificación de la ordenanza que regula la actividad de las galeras de caballos.
No será, sin embargo, una modificación a fondo del texto sino un cambio puntual en los relativo a la actividad en momentos de alerta por calor. Así pues, cuando la Agencia Estatal de Meteorología decrete una alerta por calor –ya sea amarilla o naranja- para la capital, los conductores deberán dejar descansar a los animales para evitar golpes de calor.
Una medida que desde el Ayuntamiento ya se había aprobado por decreto y que el Tribunal Superior de Justicia había tumbado por defectos de forma, que no de fondo. Según la Justicia, un cambio de estas características no podía introducirse vía decreto sino con un cambio normativo de la ordenanza, por lo que el equipo de gobierno de Hila aprovecha el pleno que se celebrará en poco más de dos semanas para introducir la cuestión.
Si bien la medida puede ser considerada una buena noticia –resulta incompatible la defensa de una ciudad europea, moderna y turística con el permiso de una actividad animal en condiciones infernales- cabría destacar que queda mucho por hacer en este capítulo ya que hablamos de una ordenanza que data de 2003 y que evidencia serias carencias, como por ejemplo la falta de especificación del peso total del que puede tirar un caballo (no es lo mismo cuatro personas adultas y de peso, que una familia compuesta por dos adultos y dos niños).
Por no hablar de la urgente necesidad de perseguir con contundencia los incumplimientos de las faltas. Desde hace años, los colectivos animalistas denuncian la pasividad de los agentes de Policía Local ante los desmanes de los conductores de galeras y, en multitud de ocasiones, lo documentan con imágenes en vídeo o fotografías. Cabe destacar que buena parte de este colectivo son extranjeros, que se encargan de hacer llegar sus denuncias a los medios de comunicación de sus respectivos países, dando una imagen de Palma tercermundista que de ningún modo se puede tolerar. Ni por ética hacia los animales ni por imagen de ciudad.
Si el gobierno municipal -en contra de lo que prometieron hace años- decide no acabar ahora con este servicio porque, sencillamente, no es su prioridad destinar más de un millón y medio de euros a la compra de licencias a sus legítimos propietarios, deberá centrarse innegociablemente en el control exhaustivo de la actividad de las galeras, más aún cuando todos los indicadores apuntan a un verano de cifras récord de visitantes. Así pues, desde Seguretat Ciutadana debe darse la clara consigna a sus agentes de que hagan cumplir las normas, por cortas que se queden.