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Tolo Albertí o el placer de divertirse dibujando

Xisco Barceló | Sábado 07 de mayo de 2022

Para transitar por la entrevista de esta semana, acudimos al Club Naútic de’s Portixol. Allí estaba nuestro protagonista, esperándonos en la entrada con rostro sonriente, sombrero de ala corta, gafas y el espeso bigote que le otorga un aire intelectual distraído. Nos guió por la escalera hacía una sala donde pululaba gente del club, que nos saludó amablemente.

He venido con mi nieta Neus y me he traído unas carpetas, pensando que aquí estaríamos tranquilos, es un lugar al que vengo a menudo y en el que me siento cómodo.



Bartolomé Albertí Ferriol, nace en Palma el 2 de noviembre de 1946, el mismo año en que Herman Hesse obtiene el Nobel de literatura, películas como; ¡Qué bello es vivir! de Capra, El sueño eterno de Mankiewicz, El limpiabotas de Victorio de Sica, Gilda de Vidor, copaban las carteleras de cine, fallecía Manuel de Falla y venían al mundo; Josep Carreras, Steven Spielberg, Camilo Sesto, Barry Gibb, Fredy Mercury, Silvester Stallone, Dolly Parton, Cher, Liza Minnelli, entre otros, en el arte plástico, Dalí presentaba; La tentación de San Antonio, Frida Kahlo, El venado herido y Árbol de la esperanza mantente firme, y Osvaldo Guayasamin, Ataúd blanco, en música Edith Piaf editaba; La vie en rose, el mes de mayo aterrizaba en Mallorca el primer avión civil (desde el inicio de la Guerra Civil Española), procedente del extranjero. Robert Graves y su familia bajaron de esa nave.

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Hijo de Bartolomé natural de Palma de profesión electricista y de María natural de Muro dedicada a las labores de casa, tuvieron tres hijos…

Mi hermano Matías que tenía dieciocho años cuando nací, y diecisiete tenía mi hermana Aurora. Eso me supuso ser el mimado en la familia. Siempre tuve la sensación de tener dos padres y dos madres, tal vez por mi débil estado de salud me prestaron tanta atención y me mostraron tanto afecto.

¿Qué recuerdos le traen sus primeros años?

Mi familia vivía cerca de la Plaza Gomila donde había una clínica y la casa del médico y allí cuentan que nací. En ese lugar posteriormente se montó la discoteca más importante de Europa; Barbarela.

Era un crio de pocos años cuando nos cambiamos de casa y nos fuimos a la calle Herrería.

¿Era la zona del Barrio Chino?

Sí, en el mismo centro. Era un ambiente que podría dibujar, tiempo de la postguerra, jugábamos felices en la calle, mis amigos y amigas eran hijos e hijas de las prostitutas del barrio, nos íbamos a la playa del Molinar todas las tardes de verano, luego regresábamos y pasábamos horas a la fresca, viendo alguna pareja de policía y soldados americanos que subían y bajaban por aquellas estrechas escaleras. Alguna vez, una redada de la Guardia Civil con un vehículo largo, una especie de furgoneta con 10 puertas a la que llamaban lechera. A mí, esas mujeres me trataron como a un ser querido. Recuerdo que una de ellas, a la que apodaban; “La Africana” a veces nos llevaba a toda la chavalería a montar a la feria.

Cuando tenía 6 años, en la misma calle Herrería, esquina Santanyi, la familia abre su primer negocio de venta de material eléctrico, al que pusieron el nombre de Eléctrica Española.

Fue idea de mi hermano Matías que junto con mi padre y mi cuñado Gabriel, impulsaron esta empresa.

Mientras tanto, usted iba pasando de un colegio a otro ¿Por qué?

Algún profesor me definió que era un niño con poca memoria, tal vez en la actualidad me hubieran proporcionado un tratamiento especial, pero en aquel tiempo no te prestaban tanta atención.

A los seis años fui al colegio; Escola Graduada, a los ocho a Sant Felip Neri, luego a La Salle, Instituto Ramón Llull, para acabar otra vez en Sant Felip Neri, donde me decían que distraía a los otros estudiantes con mis dibujos de pájaros raros.

A la edad de ocho años comienza a tener problemas de salud…

Me pasé un año tumbado sobre una madera y almohadas, sentía dolor en un costado al andar y los médicos pensaban que tenía un tumor en una cadera y me aconsejaron guardar reposo. Después de casi un año, mi padre me construyó un carrito con ruedas, de madera y hierro para que pudiera salir a la calle. Aquel aire puro y limpio mejoró mi estado. Aunque fui un crio que lo pillaba todo, paperas, escarlatina, tosferina, anginas, alergias, apendicitis, no sé qué faltaría en mi catálogo. Los doctores que me atendían decidieron que tenía reuma y eso me provocaba un problema en una válvula del corazón. Es lo que recuerdo, tal vez la definición no sea la más exacta.

Mi padre que debía mirarme con lástima al verme tan flacucho, quería que no me faltase de nada y cuando me reincorporé a la vida normal, me daba dinero para que me comprase cualquier capricho.

Una vez recuperado ¿Cómo se reincorpora?

Pues cada sábado y cada domingo mi padre me llevaba donde había exposiciones de arte, a Galerías, al Circulo mallorquín, para que me interesase, él sabía cuánto me gustaba pintar.

A los dieciséis años me fui de viaje a Madrid con él y me emperré en comprar un libro de Joan Miró con mis ahorros. Me costó unas 7.000 pesetas. Mi padre decía que había gente que parecía tener un niño dentro, y viéndome pintar aquellos pájaros, también lo decía por mí.

A los diecisiete acabó los estudios ¿Y cómo continuó su vida?

Por mi estado de salud no hice la mili y a los dieciocho años me integré en la empresa familiar (Eléctrica Española) y prácticamente de seguida me pasaron a jefe de ventas, acompañado y asesorado por mi cuñado Biel que tenía experiencia suficiente para enseñarme.

Yo manejaba la furgoneta de la empresa, un Citroën 2CV que los fines de semana se convertía en un apartamento de cuatro ruedas, para mis amigos y para mí que la usábamos para ir de marcha a los lugares de moda, La Aldeana y la Discoteca Constelación, también a los guateques particulares, con el tocadiscos, en casa de uno u otro.

Pasan los años y a la edad de 26, se casa con Antonia Bosch, su novia de siempre…

Nos habíamos conocido muy jovencitos, ella tenía 16 y yo 21, fuimos novios durante cinco años. Mi mujer ha sido fundamental en mi vida, estoy convencido de que gracias a ella mejoró mi salud. Me ha cuidado como si fuera único, desde joven que sabía de mi fragilidad. En la actualidad tenemos cuatro hijos; Tolo, Alejandro, María del Mar y Laura y seis nietos.

Los médicos le habían aconsejado que se operase y tardó mucho en aceptar que le convenía.

Yo en aquel tiempo iba un médico y cuando me decía que la operación era irremediable, dejaba de ir y buscaba otra opinión. Sabía de dos personas que habían pasado por el mismo trauma y habían fallecido y tenía miedo. Así que me esperé unos años y al final estuve de acuerdo. Al salir del quirófano me di cuenta del error que había cometido. Me sentía treinta años más joven. Mi vida cambió tanto que a los diez días monté en bicicleta, cosa que no había hecho nunca jamás.

La intervención que se le practicó a Tolo Albertí fue de cirugía de la válvula aórtica. Habitualmente se hace cuando esta no funciona adecuadamente y los síntomas ocasionados pueden ser; dolor torácico, o también insuficiencia cardíaca, o dificultad para respirar, o algún episodio de desmayo.

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En 1972 Eléctrica Española, busca un emplazamiento más visible y se ubica en las avenidas.

Las cosas no podían ir mejor en aquellos momentos y dejamos la antigua tienda para establecernos a un lugar más céntrico, de mucho transito ciudadano. Montamos una tienda de dos plantas, no solo con material eléctrico, también con lámparas y complementos. Teníamos tantos clientes. En 1976 sufrimos un duro golpe porque mi hermano Matías, murió y casi no pudo disfrutar del éxito de su proyecto. Mi cuñado tomó la responsabilidad de seguir adelante con mis sobrinos y yo al frente de la empresa. Luego murió mi padre. En 2008 aproximadamente, el mercado y la sociedad cambiaron. Ha habido altibajos para todo el mundo, pero en la actualidad la compañía sigue funcionando, con mis sobrinos al mando.

Hábleme de su relación con el artista Pedro Quetglas “Xam”.

En el entorno de su estudio de Torre del Amor de Sa Calatrava se congregaban muchos que querían ser artistas. Xam era un referente y a menudo le visitaban uno u otro y le pedían consejo. Querían conocer al sabio maestro. Recuerdo que era un crio y en una de esos paseos con mi padre nos pasamos por la Galería Ariel que era propiedad de Xam, fue la primera vez que le vi y me impresionó. El aspecto de caballero, bien vestido, figura elegante, pañuelo en el cuello y aquellos dibujos que en mi ignorancia, me recordaban a mis pájaros, se lo dije y él se rió. Años después sobre 1990 me hice amigo suyo y a veces entre semana iba a verle, pero tomé la costumbre de visitarle los sábados y así fue durante años, hasta que murió. Fue un gran conversador y yo me sentaba en su silla de barbería para escucharle. Admiraba su pulso para hacer grabados, como empleaba el buril y otros elementos que ya no se usan. Con el tiempo tuvo que cambiar su estilo y pasó a hacer collage, alguna vez le traía trozos de moqueta que habíamos retirado de la antigua oficina. Me enseñó mucho sobre técnica y sobre pintura en general, con él, aprendí a utilizar el soldador de grafito. Le gustaba Picasso, Clavé y Alberto Burri.

En ese instante, Francisca marcó un receso y le pidió a la nieta de Tolo que sacase los dibujos de las carpetas para tomar unas fotografías, a lo que la niña de ocho años asintió y nos contó que le gustaría dibujar como el abuelo y que por eso ha comenzado a ir a clases de pintura. De esas bolsas también nos mostró una silla en miniatura en recuerdo de Xam y un pedazo de moqueta de las que utilizaba.

Escribo algunos de los detalles que me cuenta y surgen palabras como lápiz, rotting, tinta china, pincel, pintura acrílica, óleo en barra, pintura industrial, pastel. Me muestra sus dibujos y entre sus iconos, observo toros, labios rojos, luces, pájaros, estrellas y otros seres indescifrables que te permiten descubrir un trazo delirante sobre papel tratado, o sobre una cartulina por la que se desenvuelven un paraíso surrealista, escenas abstractas y supuestas figuraciones que te desvelan paisajes oníricos, escenas fantasiosas que Tolo libera y escampa por doquier como si soltase bandadas de pájaros mágicos.

Tuvo relación también con Aleix Muntaner.

Sí, pero a pesar de que me gustaba su pintura, con él, a diferencia de Xam, aprendí lo que no se debe hacer. Fuimos amigos y yo le comentaba en confianza que debía sonreír, cambiar su carácter gris como sus últimas pinturas. Él me reconocía sentirse frustrado.

Entre sus aficiones ¿Qué destaca?

Me gusta ir a pescar, pintar y estar con mis nietos. Me gustaba mucho el teatro y me hubiera encantado ser actor, a pesar de mi poca memoria.

En un capítulo de la serie “Amor de cans” de IB3 TV. usaron algunos de sus dibujos para la escenografía y él, tuvo un breve papel interpretando a un individuo cojo que debía trasladar un ataúd.

¿Y viajar?

Me encanta viajar, fui a Moscú con Luis Maraver 2006, a la República Dominicana, Roma, Venecia, Nápoles, Nueva York, Londres, Alemania, Bilbao para ver el Guggenheim, Francia con la visita imprescindible al Louvre, y el Prado y el Thyssen en Madrid.

Alguna película inolvidable?

“Bienvenido Mr. Chance” de Peter Sellers y “Mi tío” una comedia francesa.

¿Qué tipo de música escucha?

Música clásica

¿Qué favoritismos otorga a su gastronomía?

Las sopas mallorquinas, “la llengo amb tàperes” i “la ensaïmada”.

¿Qué nombres artísticos no faltan en su listado?

Picasso, Miró, Van Gogh, Goya, Gauguin, Xam, Maraver, Aranda, De Cabo, Miquel Llabrés, Ramón Nadal, y un muchos más.

Entre los iconos de su pintura aparece muchas veces la figura del toro ¿Cuál es el motivo?

Es un animal al que admiro por su bravura, por su fuerza.

¿Qué proyectos de futuro están en su mente?

Estoy preparando una colección de gran formato con la intención de hacer una exposición individual.

¿Cómo combina para atender a la familia y el tiempo para pintar?

A veces reconozco que esta afición te hace ser egoísta, te absorbe tanto que a veces se convierte en rival de la familia.

Pasamos dos horas rememorando pasajes de intensa biografía y aleteamos sobre improvisados gestos, dibujos de expresión positiva, imantados sobre el blanco nítido, cuando Tolo comentó que tenía encargada mesa en el restaurante del mismo club náutico. Solo tuvimos que bajar un piso y allí nos sirvieron una sabrosa paella para los cuatro.

Texto Xisco Barceló

Fotografías: Francisca R Sampol

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