OPINIÓN

La vida en el bolsillo

Marc González | Miércoles 04 de mayo de 2022

En el transcurso de las últimas dos o tres décadas, el concepto de intimidad ha quedado totalmente desdibujado. Quien, hasta el siglo XX, quería guardarla celosamente, bastaba que se limitase a mantenerse en el anonimato. Incluso las personas más conocidas tenían su espacio privativo, alejado de los demás, prácticamente inaccesible.

Hoy casi nadie es ya anónimo. Medio mundo -2.900 millones de personas usan Facebook y hay 1.300 millones de usuarios de Twitter- hace públicas situaciones de su vida íntima en las redes mediante fotografías, vídeos, información académica y laboral, opiniones políticas o religiosas y comentarios acerca de las de los demás usuarios. En grupos de Whatsapp con amigos, familiares o colegas nos desmelenamos y contamos chistes, compartimos vídeos cochinos, decimos barbaridades, etc.

En Tik Tok, miles de jóvenes y no tan jóvenes se despelotan, a veces como parte de un ‘reto’ colectivo.

Algunos de estos comportamientos eran ciertamente preexistentes a las redes sociales digitales, pero, desde luego, se circunscribían a ámbitos mucho más reducidos. Otros son completamente nuevos y evidencian lo narcisistas y sociales que somos los seres humanos, algo en lo que hemos evolucionado muy poco desde nuestra separación genética del resto de los primates. Nos gusta presumir, como a los gorilas, los chimpancés o los bonobos.

Con semejantes mimbres, no es extraño que estemos permanentemente expuestos a las inmisiones malintencionadas de terceros, como se acaba de conocer que le ha ocurrido a Pedro Sánchez y a Margarita Robles, pese a las enormes barreras de seguridad que deben proteger sus dispositivos.

Los humanos del siglo XXI llevamos toda nuestra vida en el bolsillo, metida en una cajita metálica que permanentemente envía información a la nube para engrosar eso tan desasosegante llamado el Big Data, el Gran Hermano de la información. Incluso cuando ya no estemos aquí, seguirán en las redes millones de bits con nuestro perfil. Hoy es posible conocer más de un individuo por lo que hace en estos escaparates que por lo que dice que piensa.

Es poco probable que en este siglo consigamos una esperanza de vida superior a la centuria, pero nuestro meta-yo ya es eterno.


Noticias relacionadas