OPINIÓN

Horizontal y vertical

Josep Maria Aguiló | Sábado 12 de marzo de 2022

Gracias a la EGB y al BUP, pero seguramente también gracias a Barrio Sésamo y a El Libro Gordo de Petete, varias generaciones de niños españoles fuimos, muy probablemente, de las más formadas de Europa en su momento. O como mínimo de las más entretenidas a la hora de la merienda.

En aquellos años, el complemento perfecto a la EGB era Barrio Sésamo, el mítico programa televisivo infantil con el que aprendimos de manera clara y precisa la diferencia entre cerca y lejos, abierto y cerrado, dentro y fuera, arriba y abajo, izquierda y derecha, encima y debajo, alrededor y a través. Normalmente, era el bueno de Coco el que nos explicaba siempre todas esas diferencias. Con Barrio Sésamo, los más pequeños aprendimos también, entre otras cosas, a contar hasta diez, a cepillarnos correctamente los dientes cada día o a recordar lavarnos las manos después de ir al baño y sobre todo antes de comer.

El otro gran referente televisivo de nuestra infancia, El Libro Gordo de Petete, cumplía también una novedosa función educativa, pues nos explicaba de una manera muy sencilla y accesible qué eran, por ejemplo, las estrellas, los volcanes, los relojes, la fuerza de la gravedad, la fotosíntesis, la germinación o la energía solar. Al mismo tiempo, ese muy entretenido y añorado programa nos advertía también de la importancia del aseo personal o del efecto positivo de las distintas vacunas, que ya entonces eran sin duda esenciales para todos los seres humanos. El pequeño Petete era, además, el primer pingüino poeta de la historia, pues nos recitaba siempre sus frases de forma rimada.

Si hoy estoy haciendo referencia a esos dos grandes espacios infantiles no es sólo por nostalgia, que también, sino porque hoy me doy cuenta de que quizás ambos deberían de haber explicado en su momento algunos otros conceptos igualmente muy importantes. En el caso de Barrio Sésamo, posiblemente tendrían que haber enseñado también la diferencia que existe entre vertical y horizontal, mientras que en El Libro Gordo de Petete tendrían que haber descrito en alguna ocasión qué son los planos fotográficos.

Si eso hubiera sido así, seguramente yo no tendría hoy tantos problemas para hacerme entender cuando pido a las personas que entrevisto que, por favor, me envíen una fotografía suya en formato horizontal y en plano medio para acompañar la entrevista. La verdad es que cuanto más insisto en que necesito ese tipo específico de formato y de plano fotográfico, menos parecen entenderme casi todos los entrevistados, pues la mayor parte de ellos me suelen enviar justo a continuación, casi sin excepciones, fotografías en formato vertical y en primer o primerísimo plano, más o menos como las que se hacían las grandes estrellas de Hollywood en los años cuarenta y cincuenta.

Como suelo ser moderadamente inasequible al desaliento, sobre todo en mi trabajo, en estos últimos meses lo he probado ya casi todo para intentar hacerme entender, incluido el reiterado envío de amables mensajes por whatsapp o por correo electrónico recordando a los entrevistados que sólo nos valen fotografías horizontales y de medio cuerpo, pero he de reconocer que voy acumulando casi invariablemente fracaso tras fracaso. Estadísticamente, hasta mi querido Real Mallorca tiene ahora mismo mejores números que yo, aunque también es verdad que no mucho mejores en estos momentos.

Por todo ello, para intentar revertir mi mala dinámica entrevistadora actual quizás ya sólo me quede, como último recurso, pedir las preceptivas fotografías a través de videollamadas, explicándoles a los futuros entrevistados la diferencia entre horizontal y vertical o entre los distintos planos fotográficos convenientemente disfrazado de Coco o de Petete, totalmente embadurnado de azul cobalto claro de la cabeza a los pies o bien tintado de marrón y amarillo junto con un gorrito de lana con pompón y un chupete.


Noticias relacionadas