OPINIÓN

Veinte kilos

Santiago Fiol | Martes 18 de enero de 2022

Usando la expresión de Manuel Benítez “el Cordobés” veinte kilos, a kilo por millón, es lo que estima el almirante Hila que nos va a sacar de nuestros bolsillos durante este año del Señor de 2022.

Veinte kilos, sin ningún gramo de más ni de menos, el Alcalde-Almirante, conocido por su densa cultura de España, es la cantidad que ha presupuestado en sanciones a los que pisemos la Ciudad que él preside que no es otra que Palma, Ciutat de Mallorca.

Tengan claro que no incluye impuestos, tasas ni contribuciones especiales; esa partida solo contempla infracciones de cualquier tipo que según su egregio criterio vulnera las normas de buena vecindad. Desde leyes del Gobierno Central a ordenanzas municipales.

Si Vd. querido lector tiene la pretensión de iniciar una obra de envergadura, o sea obra mayor, y decide empezarla sin licencia pues la concesión de esta por la ineptitud municipal tarda años en otorgarse será Vd. querido lector debidamente sancionado; por el contrario el concejal de urbanismo que consiente que las licencias se
expidan con una lentitud inasumible para la economía y saltándose a su favor todos los plazos, es concejal no será sancionado por manifiesta calamidad sino que siempre será reconocido con carguito, no sea que deje de pisar moqueta, que el suelo está muy frio y hay que trabajar.

Palma, con el nivel de conservación, limpieza, seguridad y emprendimiento económico, no solo no debería subir o mantener los impuestos, debería bajarlos a su mínima expresión. El dinero es infinitamente más eficiente en los bolsillos de los ciudadanos que en las arcas municipales. Basta ver, enfrente de sus narices, en la
Plaza de Cort, junto al olivo, el estado de conservación del suelo. A menos de cien metros de su despacho. La desidia, el sectarismo, el abandono, las luchas intestinas en el partido, eso caracterizan a ese Alcalde Almirante, tanto esfuerzo a presidir su partido en la capital para mantenerla como la mantiene. Ratas de ración, cucarachas descomunales, sus amigos animalistas deben estar felices, deben adoptar varias cada uno y Bellver, ese pulmón verde que se le entrego y que bastaba conservar, ha tenido una idea y después de comprar un contador de árboles va y lo deforesta. Coherencia en estado puro.

Desde hace tiempo digo que los políticos en ejercicio no deberían presentar su declaración de bienes cuando y cuando se marchan, deberían exhibir su vida laboral, así sabríamos que han hecho en y con su vida. Si han trabajado en algún además del partido y de la administración pública en un cargo a dedo. Con ese documento sabríamos la verdad, fue tan bueno que se utilizó para condenar a un presidente de este pequeño país y absolver a su esposa y el empresario que la contrató. Otro ejemplo del mundo al revés.

Resulta inevitable, al menos en mi caso, ponerme del lado del tenista de Manacor, Rafael Nadal. Dijo que todos sabíamos las normas cuando vinimos a Australia. Esta frase sencilla tiene mucho más contenido del que a simple vista parece: implica respeto a las normas jurídicas, respeto a tus rivales deportivos, respeto a la democracia y al estado de derecho, respeto al país que te acoge y a sus ciudadanos que respetan las normas, respeto a los médicos y científicos que algo saben de eso. Demuestra una forma de vida decente dentro de la sociedad en la que vive.

Creo que el serbio Novak Djokovic es un tipo coherente que sabe jugar muy, pero muy bien al tenis, y que se mantendrá en su postura de no vacunarse y renunciará a jugar Roland Garros, Wimbledon y el US Open y renunciará a sus millonarios patrocinadores pues si no aparece en los grandes escenarios su rendimiento publicitario no vale nada. Ya verán como en un acto de coherencia renunciará a todo eso y será el Espartaco de Serbia como le denomina su padre.

La realidad será muy distinta, en nada acreditará que se ha vacunado pues no está dispuesto a renunciar a su talento y al dineral que le produce ese talento. Y como siempre esos que ya le tienen como un mito se verán con el culo al aire. Recuerdo con especial gracia esa mujer de primera línea cuando el señor Puigdemont declaró la independencia y ocho segundos después la suspendió. Ese careto les quedará.

Cuando escribo estas líneas es la tarde de un Sant Antoni atípico. Sin celebraciones, sin hogueras y sin “glosses” y Sant Sebastià pinta igual. Dejo para otro día lo de las no fiestas. Solo espero dos cosas de este año, que no nos acostumbremos a esta vida llena de limitaciones, que está en la mano de cada uno, y ver al Almirante Hila de Alcalde de Palma, que eso está en mano de todos. El peor alcalde en el peor momento. Ciutadans de dins i fora portes, Molts D’anys.


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