OPINIÓN

Esperpento en el aeropuerto

Emilio Arteaga | Martes 09 de noviembre de 2021

La situación que se produjo el viernes pasado al anochecer en el aeropuerto se puede calificar sin temor a exagerar como esperpéntica, quizás incluso de astracanada, género teatral de humor grueso y grosero privativo y muy popular en España en épocas no muy lejanas, si no fuera porque es un tema con muy serias implicaciones potenciales.

Que un aterrizaje de emergencia derive en la fuga de una veintena de pasajeros corriendo por las pistas y desvaneciéndose en la oscuridad de la noche ya es grave de por sí, pero es que estamos en nivel 4 de alerta antiterrorista, lo que lo hace completamente incomprensible.

Desde un primer momento se hacía difícil creer que se tratase de una acción espontánea favorecida por una oportunidad inesperada, proporcionada por la indisposición de salud de un pasajero, y aun más difícil cuando se supo que el presunto enfermo de gravedad fue dado de alta al poco de llegar a Urgencias del hospital.

La investigación en marcha, según informaciones periodísticas, parece apuntar a una acción premeditada y coordinada, como se desprende de los comentarios publicados en una red social de Marruecos, que se iniciaron hace cuatro meses nada menos, en los que se proponía algo muy parecido a lo que finalmente ha acaecido y en los que se animaba a los interesados a adquirir billetes precisamente para el vuelo a Estambul involucrado, que sobrevuela el espacio aéreo español, y concretamente Mallorca, cuando en esta época ya ha anochecido.

Es muy inquietante que un plan de inmigración ilegal descrito con detalle desde hace cuatro meses en una red social marroquí, incluso aunque pudiera parecer un mero juego o una fantasía, haya pasado desapercibido a las autoridades y a los cuerpos de seguridad españoles, cuando nuestro vecino del sur es nuestro principal exportador de inmigrantes ilegales y en nuestra isla existe una numerosa comunidad marroquí en la que podrían encontrar complicidades y ayuda, y nadie puede asegurar que alguno de los escapados del avión no pueda ser un terrorista. Incluso podría haberse tratado de una operación concebida para infiltrar algún saboteador entre nosotros.

Por el desarrollo de los acontecimientos parece que el evento cogió totalmente por sorpresa a las fuerzas policiales del aeropuerto, y las balbuceantes explicaciones iniciales de la delegada del gobierno en Baleares provocan un profundo desasosiego.

Este suceso desgraciado no contribuye precisamente a mejorar nuestro prestigio internacional, ni tampoco a generar confianza entre nuestros visitantes potenciales. Yo me encontraba en el aeropuerto en el momento en que se produjeron los hechos, y pude constatar las caras de asombro, incredulidad, estupefacción y un punto burlonas de muchos de los presentes, además de, por supuesto, el enfado y la preocupación lógicos de quienes veían sus vuelos retrasados, primero, y cancelados, después.

Es imperativo que este episodio se aclare por completo y a la mayor brevedad posible. En ese sentido, no parece adecuada la expulsión rápida de los detenidos, de los que faltan aún la mitad, sino al contrario, retenerlos el tiempo que sea necesario para conseguir toda la información posible. En la resolución completa y lo más rápida posible de este esperpento nos jugamos prestigio y confianza, hacia el exterior, pero también hacia el interior.


Noticias relacionadas