OPINIÓN

¿Diabético y además deprimido?: Es probable

Miguel Lázaro | Jueves 28 de octubre de 2021

La relación entre depresión y diabetes ha sido detectada desde hace años. Las personas que padecen diabetes son dos veces más propensas a sufrir depresión. Sin embargo, depende de cada persona que la diabetes preceda o suceda el inicio de la depresión, Los adultos mayores de 65 años que padecen síntomas de depresión tienen más tendencia a desarrollar diabetes tipo 2, la que no se trata con insulina y tiene más que ver con el estilo de vida ( sobrepeso,sedentarismo etc ). Así lo señala un estudio recién publicado por la revista 'Archives of Internal Medicine'.

Muchas personas creen que la depresión forma parte de una enfermedad crónica, aunque esto es una idea demasiado simple. Lo que ocurre, por el contrario, es que la depresión es una enfermedad independiente que se desarrolla paralelamente a la diabetes. Algunos estudios sugieren incluso que la depresión precede a la diabetes y provoca su inicio así como que los síntomas de depresión, incluidos la irritabilidad y los patrones de sueño alterados, aumentan el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo, los signos de esta enfermedad que se tuvieron en cuenta en casi todos estos trabajos fueron extraídos de encuestas que rellenaron personalmente los participantes, algo que según los autores no proporciona datos fiables.

La diabetes es una enfermedad crónica que exige gran compromiso psíquico del paciente. La depresión implica una sobrecarga de estrés que aumenta la secreción de hormonas que elevan la concentración de glucosa en la sangre, y esto, en personas genéticamente predispuestas, puede causar la aparición de diabetes. Pero la diabetes, a su vez, genera cuadros depresivos. Así, depresión y diabetes forman un círculo que se retroalimenta mutuamente y perjudica la vida emocional de los pacientes. Los mecanismos fisiopatológicos que podrían explicar la asociación no se conocen y las investigaciones más recientes han revelado que la depresión está asociada con alteraciones en el funcionamiento del sistema nervioso autónomo o vegetativo.

Hay indicios de que suprime la actividad de las células beta del páncreas y, por lo tanto, la secreción de insulina disminuye. El impacto psíquico que produce el diagnóstico de diabetes es alto: la persona deberá hacerse cargo toda su vida de una función que su cuerpo no realiza en forma apropiada y que pone en juego su supervivencia. La depresión es mucho más frecuente en los pacientes con diabetes que conocen su condición que entre aquellos que la ignoran y el cuadro psíquico es más severo cuando aparecen las complicaciones vasculares (alteraciones en la vista, en la función renal, en el nivel cardíaco) de la enfermedad. La diabetes demanda una gran implicación. No es tomar unas pastillitas y nada más. Hay que hacer muchos cambios en el estilo de vida, y esto no pasa de la mañana a la noche. A menudo se atraviesan distintos estados psíquicos relacionados con el esfuerzo que demanda afrontar día tras día la enfermedad y también vinculados con las variaciones de los niveles de azúcar en sangre, que cuando son extremos pueden generar en algunos pacientes, una auténtica montaña rusa emocional.

El paciente diabético debe estar atento a muchos aspectos para mantener a raya su problema: la automonitorizazion de la glucosa, un tratamiento médico complejo, actividad física sostenida, planificar qué, cuándo y cuánto comer, no fumar, mantener el peso, cuidarse de las enfermedades más comunes. Todos los profesionales sabemos que la diabetes es una enfermedad altamente demandante y que el paciente aumenta su vulnerabilidad física y psíquica, No todos lo viven de igual manera. Y esto depende mucho del contexto que tenga el paciente.

Es cierto que el mal control repercute en el estado de ánimo. Si se descuidan, saben que eso amenaza su calidad de vida. Pero si se cuidan y aun así tienen hiperglucemias pueden sentirse frustrados, impotentes. Todo aumenta el estrés, y este la secreción de hormonas (adrenalina, glucagón, cortisol) que incrementan la glucemia, lo que causa mayor ansiedad y se traduce en excesiva ingesta y así el círculo vicioso continúa. Si la depresión y la diabetes coexisten se precisa una estrategia integral que aborde y trate de forma paralela ambas.

Son muy útiles los antidepresivos (algunos ISRS son los más utilizados) seleccionando los más tolerables y que no aumenten el peso. También es muy eficaz el counseling psicoeducacional y en algunos casos psicoterapia individual (preferiblemente cognitiva-conductual) y grupal.

Por supuesto, como en todas las enfermedades crónicas son claves el soporte familiar y de la red social y particularmente la relación con el médico, que debe operar como referente afectivo e intelectual.

Ya saben en derrota transitoria pero nunca en doma.


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