Las investigaciones se iniciaron tras la denuncia de una comunidad de vecinos de dicha localidad, en la que se ponía de manifiesto que en uno de los pisos residía un varón junto a varias mujeres de origen asiático.
El trasiego constante de hombres ajenos a la comunidad, además de los incidentes por drogas y alcohol, hizo saltar todas las alarmas.
Los agentes comprobaron que el ahora detenido tenía 200 anuncios colgados en páginas web de contactos en las que se ofrecían los servicios sexuales prestados por estas mujeres asiáticas en la localidad.
Los clientes contactaban directamente con el investigado a través del teléfono y este solía enviarles mediante mensajería instantánea fotografías de las mujeres disponibles en ese momento para organizar el encuentro sexual.
El presunto autor supuestamente acordaba tanto la duración como la cuantía económica del servicio, siendo el encargado de permitir el acceso al inmueble y de controlar el desarrollo de lo que ocurría dentro del piso, así como de recibir en última instancia el dinero recaudado por dichos servicios sexuales.
Alguna de las mujeres alojadas se encontraba en situación irregular, factor que era aprovechado por el investigado para ejercer un total control sobre ellas, planificando y supervisando su día a día.