OPINIÓN

Sean felices

Marc González | Viernes 18 de diciembre de 2020

Ni siquiera el virus puede con el inexorable avance del calendario, y nos encontramos ya a las puertas de otra Navidad, quizás la más peculiar que nos tocará vivir. Aun así, les emplazo a desoír a todos aquellos que les invitan a no celebrar, a posponer la alegría. Porque de lo que estamos más faltos en estos tiempos convulsos es precisamente de ese alimento espiritual que es la alegría. Naturalmente, deberemos acatar las normas que la ciencia
y el sentido común nos imponen, restringir los contactos y evitar los achuchones navideños que tanto añoramos.

La Navidad es tiempo de renacer para creyentes y no creyentes, ya celebren el nacimiento de Dios hecho hombre de los cristianos, el Dies Natalis Solis Invicti de los romanos o la llegada de un nuevo año, con los afanes y misterios que nos oculta siempre el porvenir. La Navidad es, pues, esperanza, encarnada hoy en los científicos y sanitarios que con su esfuerzo y sacrificio mucho más allá de lo exigible nos están regalando más vida, y en cada uno de los enfermos de COVID que consigue vencer al maldito virus.

Rezaremos por los que han caído, pero, sobre todo, viviremos por ellos todo lo bien que podamos, porque ese mandato es siempre el legado que recibimos de aquellos que se fueron los que quedamos.

Celebremos, pues, la vida. Qué más nos da que las reuniones familiares tengamos que convertirlas en virtuales, o que en lugar de un pavo, un besugo o una lechona, este año vayamos a reunirnos menos comensales en torno a viandas más humildes.

Los padres y abuelos de muchos de nosotros vivieron guerras y privaciones hoy inimaginables. Y, aunque sin duda mucha gente lo está pasando mal este 2020, comparada con las generaciones que nos precedieron, la nuestra tiene la inmensa fortuna de vivir en un mundo mucho más justo y solidario, aun con todos sus defectos, que son muchos.

Así es que no se dejen arrastrar por el pesimismo y la desesperanza. Volverá a brillar el sol para todos. Quienes han perdido su empleo o su pequeño negocio, hoy presos de la desesperación, lo recuperarán.

Pinten una enorme sonrisa en su cara y afronten este 2021 como lo que va a ser: el año en que todo comenzará a arreglarse. Jamás el pesimismo y la tristeza vencieron ninguna batalla.

Y saltándome una regla básica del periodismo de opinión, voy a darles no tanto un consejo, como una orden: Aunque todos los elementos se conjuren para lo contrario, sean ustedes muy, muy felices.


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