EDITORIAL

Las graves consecuencias del cambio climático en Baleares

Viernes 20 de noviembre de 2020

La bahía de Alcúdia, Magaluf o Portocristo, entre otros muchos enclaves baleares, corren el riesgo de tener una primera línea de costa radicalmente diferente de la actual si no se asumen acciones urgentes que frenen el impacto del cambio climático. La última previsión hace referencia a una elevación de hasta un metro en el nivel del mar en Baleares, afectando seriamente a todas las zonas de costa, albuferas y salinas, sin excluir terrenos del interior con una baja cota sobre el nivel del mar. Los efectos podrían notarse ya a partir del 2050 y tener consecuencias graves en 2100.

Es el diagnóstico del estudio avalado por la UIB, Imedia y el Socib que se presentó este jueves y que anuncia para esta comunidad "conflictos importantes" con implicaciones medioambientales y socioeconómicas. Una geografía vulnerable como la balear y una economía dependiente del turismo de sol y playa como la nuestra deberían despertar todas las alertas sobre este impacto del cambio climático.

Los autores del estudio son tajantes: ya no se habla de si hay cambio climático o no, sino de cómo debemos actuar frente al mismo. Existen acciones de alcance local que, en parte, ya se están implementando como son las políticas sobre combustibles o sobre el uso de plásticos. Todo suma, aunque el grueso del problema reside en la acción global y el compromiso internacional de los países que más contaminan.

Independientemente de cómo evolucionen estos compromisos de alcance mundial, Baleares va a tener que plantearse más pronto que tarde actuaciones concretas que hacen referencia a la planificación urbanística o la gestión de las costas. Sobre la mesa está si se deberán autorizar determinados desarrollos urbanos que ahora son factibles pero que en el futuro podrían ser perjudiciales, de la misma manera que -apuntan los técnicos- deberemos plantearnos si se construyen diques o escolleras artificiales allí donde la crecida del mar ponga en riesgo playas y paseos que queramos mantener. Tampoco es descartable que las temperaturas acaben imponiendo una temporada turística más larga y con unos meses de julio y agosto considerados como "temporada baja" por el aumento del calor.

El debate va a ser ineludible durante los próximos años. Y la reunión de datos como la presentada este jueves -que incluye un visor sobre el impacto en cada zona- será una herramienta imprescindible a la hora de tomar decisiones.

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