OPINIÓN

Supermartes

Francesca Jaume | Lunes 02 de noviembre de 2020

En el año que lo cambió todo, puede que este martes se celebren las elecciones que ídem.

Como buen martes después del primer lunes de noviembre de cada cuatro años, los ciudadanos estadounidenses acuden a las urnas para elegir a su máximo mandatario. En esta edición, poca cosa buena entre la que elegir. Llama la atención que en el que se tiene por estado más avanzado del planeta no se haya encontrado nada más que un ególatra hortera y zafio (Doland Trump) y un abuelete sin mensaje ni oratoria (Joe Biden). En un momento de la historia tan crucial, da que pensar que no exista en todo Norteamérica un perfil ejecutivo serio con experiencia -pero sin caer en la senectud- que quiera ponerse al frente de la crisis mundial provocada por la pandemia del coronavirus.

Un poco de impotencia sí que produce esta situación. El momento no es para menos. No podemos votar un resultado que nos afectará indefectiblemente. Estados Unidos, China y Rusia se están peleando aquí y en la termosfera, con batallas que van más allá de una guerra fría velada. Con una pugna a nivel tecnológico clarísima (ahora te veto los Huawei, ahora prohíbo Tik Tok…), y ya sabemos que si estos tosen, todos nos resfriamos.

Ahora no necesitamos esto. Ya vamos serviditos con lo que tenemos como para tener que añadir las repercusiones de una contienda de intereses para seguir dominando la Tierra a nivel político y económico. Y se trata de un enfrentamiento en el que, por cierto, la Unión Europea ni está ni se le espera, simplemente porque a los demás la UE les importa un comino.

Trump inauguró la época de los políticos testiculares. Un modo de hacer al que se han sumado otros dirigentes como Bolsonaro o Johnson. Un sistema de gobernar que nos hace poner las manos en la cabeza al son de “estamos en manos de un loco” al que tanto le da recomendar la inyección de lejía para curar el coronavirus como decir que el calentamiento global es un invento. Sin embargo, y aún así, la debilidad de su contrincante hace pensar en la alta probabilidad de que revalide su estancia en la Casa Blanca.

De momento, lo que sabemos es que Donald Trump ha dicho que si pierde será porque habrá habido pucherazo con el voto por correo. Si gana no, por supuesto. Sólo aceptará el resultado si vence, y estamos pendientes de ver qué medidas adoptará. Hace cuatro años ya dijo lo mismo, pero en ese momento daba igual, porque al no estar en las instituciones poco podía hacer. Ahora es diferente. Tiene el control de las herramientas. Si pierde, probablemente veremos un final de 2020 antológico, como todo el año.