EDITORIAL

Adiós a las comidas de empresa

Viernes 23 de octubre de 2020

Se veía venir, pero desde este jueves es oficial. En Mallorca, las cenas de empresa no podrán celebrarse si suponen congregar a más de seis personas, lo que en la práctica significa acabar con este tipo de celebraciones hasta nueva orden y si la situación sanitaria lo permite.

El Govern aprobó este jueves un nuevo paquete de restricciones para luchar contra la expansión del coronavirus que afectan sobre todo a Mallorca y a Ibiza, y que extienden las prohibiciones a los bares, las bodas, los acontecimientos deportivos y las celebraciones religiosas, además de los propios domicilios privados, donde no se autorizan reuniones de más de seis personas que no convivan.

Concretamente, bodas, bautizos y comuniones podrán congregar como máximo a 25 personas -50 si la celebración es en el exterior-; no podrán utilizarse las barras de bares y cafeterías; los centros comerciales deberán reducir su aforo a la mitad de la misma manera que los gimnasios rebajarán a un tercio la capacidad de sus salas. También se recomienda explícitamente no cantar en las misas.

Estas nuevas medidas son una vuelta de tuerca más que nos retrotraen a algunos de los momentos más duros del confinamiento y las posteriores fases de la desescalada. Salut las ha adoptado basándose en los últimos datos epidemiológicos que sitúan las Islas con un nivel de 147 casos de Covid 19 por 100.000 habitantes, y ante el temor de que muchas comunidades del resto del país no puedan contener la infección y acaben disparando los casos también en Baleares.

Con este escenario, la principal víctima económica vuelve a ser la hostelería, un sector que verá mermado sensiblemente sus ingresos al ver prohibido el uso de las barras y, sobre todo, las comidas y cenas de Navidad, que significaban el porcentaje más alto de los ingresos registrados fuera de la temporada turística estival. Ahora, sin turistas en verano y sin cenas de Navidad en invierno, las opciones de subsistencia se ven seriamente comprometidas. Y lo peor es que no sólo el horizonte de la crisis no se ve despejado, sino que la imposición de restricciones no parece tener límite.

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