Juan Antonio Tormo | Lunes 21 de septiembre de 2020
Los que están al frente de las administraciones locales, autonómicas y nacionales no pueden pedirnos a cada momento que tengamos confianza en su gestión, que no discutamos sus decisiones, que no pongamos en la mesa nuestros propios puntos de vista, porque sino lo que nos piden no es confianza, es sumisión.
“La mejor manera de saber si puedes confiar en alguien es confiando” Ernest Hemingway y lo hicimos, confiamos en marzo cuando nos dijeron que no había problemas para ir a una manifestación multitudinaria en España el 8 de marzo o ir al futbol, conciertos, coger el metro o ir de fiesta, también confiamos cuando nos dijeron que las mascarillas no eran necesarias el día 6 de abril, confiamos cuando nos decían que las decisiones de la desescalada las tomaban un comité de expertos, confiamos el día 23 de mayo cuando el Presidente Sánchez nos dijo que la gran ola de la pandemia había sido superada y que habría verano y turistas, confiamos cuando se nos dijo que nadie quedaría atrás, etc.
La conclusión es que no se merecían nuestra confianza, nos han mentido, ocultado datos, negando la evidencia y haciendo que nuestro País batiera todos los récords de la mala gestión europeos, mundiales y de la galaxia. Ahora a pocos días de terminar el plazo para los Eres y las ayudas a autónomos siembran la incertidumbre, no sabemos que va a pasar por lo que el retraimiento de la economía es brutal, la gente rompe la cadena de consumo porque está asustada, se suspenden todo tipo de operaciones financieras salvo la de los buitres que agradecerán eternamente tanta inutilidad y la falta de una mínima profesionalidad en la gestión de la pandemia y sus derivados económicos.
La confianza es un sentimiento inigualable, porque nace de los actos no de la fé, ni del cariño o el amor, te puede venir de tu pareja, de tu familia, de amigos o de gente que apenas te conoce pero ve algo en ti, les puedo asegurar también que encontrar alguna/s personas que se merezcan esa confianza es por lo menos para mí algo difícil de superar o sentir.
Lo que no voy a hacer ni de coña es regalar confianza, porque sería un insulto a esas personas que se la han ganado a pulso esa confianza, incluso sin que hayas sido merecedor de ella o no lo hayas agradecido lo suficiente, se la van a tener que ganar y mientras tanto seguiré cuestionando las medidas que no me parezcan adecuadas o justas, si eso me convierte en un negacionista, en un mal patriota o vaya usted a saber que inventarán, que así sea.
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