OPINIÓN

El ocio responsable es posible

Francesca Jaume | Lunes 21 de septiembre de 2020
Como es sabido, aunque parece que existe un pacto tácito de no hablar de ello, el confinamiento y las otras medidas de limitación a la movilidad relacionadas con el COVID-19 suponen un menoscabo psicológico en las personas como el de limitar el contacto con la sociedad. El hombre es un ser social por naturaleza, como ya expuso Aristóteles, y cuando este contacto con la sociedad se limita o prohíbe, se está quitando al ser una de sus características esenciales y ello tiene un efecto directo en la psiquis.

Por desgracia, las restricciones sociales se están cebando injustamente en actividades que no son merecedoras de ser orilladas puesto que no suponen un peligro igual o superior a otras actividades sí permitidas, como por ejemplo la restauración o el comercio.

Ir a un concierto de sentado, a una exposición o a una conferencia, sea cual sea el aforo, no supone problema siempre que se lleven a cabo las medidas profilácticas recomendadas (distancia de seguridad, mascarilla y desinfección), y, sin embargo, qué duda cabe que el mundo de la cultura y el espectáculo ha sido uno de los mayores damnificados por la pandemia del coronavirus.

Es por ello que miles de profesionales de la música se han manifestado recientemente en señal de protesta porque, ciertamente, podrían seguir llevando a cabo su actividad de una manera totalmente responsable y ello paliaría en gran medida el desastre económico que ya están sufriendo. Pero no. Como si fueran profesionales de tercera y su actividad totalmente superflua -a pesar de suponer un sector económico relevante-, no son tomados con la consideración merecedora por parte de las autoridades y se les está limitando de tal manera que su actividad está siendo inviable a la práctica, salvo contadas excepciones.

Hay quienes piensan y defienden que sólo debemos hablar de “sanidad y educación” al igual que sólo se pueden destinar recursos a “sanidad y educación”. Pues mirad, no estaría de más que toda la sociedad entendiera que la cultura y el ocio también es “sanidad y educación”. ¿O acaso nos olvidamos que uno de los fundamentos de los viajes del Imserso es que el mayor que se divierte es una plaza menos de hospital?

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