Joan Miquel Perpinyà | Martes 28 de julio de 2020
Tras la decisión del gobierno del Reino Unido de establecer una cuarentena preventiva de 14 días a todos los viajeros, incluyendo a sus nacionales, que lleguen a su territorio provenientes de España, arrecian las críticas al ejecutivo del primer ministro Boris Johnson.
Se trata de un mazazo a nuestra industria turística en el peor momento, cuando parecía que podíamos salvar parcialmente la temporada y cuando muchos establecimientos apostaban por abrir, asumiendo que era para ganar dinero sino para no perder demasiado. Y para intentar recobrar una cierta normalidad empresarial y laboral, entre medidas sanitarias excepcionales y sin precedentes.
Pero muchas de las reacciones que se oyen contra la ‘Pérfida Albión’ recuerdan a las críticas que oímos cuando se anunció la suspensión de la feria turística ITB de Berlín. O cuando se decidió anular el Mobile Word Congress de Barcelona. Nos lo tomamos a risa y nos pareció que se trataban de reacciones exageradas e injustificadas, fuera de lugar, producto de un miedo irracional. Pero luego pasó lo que pasó España decretó un confinamiento total y generalizado. Entonces dejó de parecernos que nuestros vecinos exageraran. ¿No puede estar pasando lo mismo ahora?
La presidenta del Govern, Francina Armengol, considera que la medida unilateral del gobierno británico no está basada en criterios sanitarios ni en datos epidemiológicos. Igual que algunas decisiones adoptadas por el Govern, que son políticas y no sustentadas en datos científicos. Pero si se considera que son decisiones políticas, el Govern junto al Gobierno de España debe analizar de forma autocrítica, qué las ha originado.
Desde luego, parece que la reunión de la ministra de Exteriores Arancha González Laya con el primer ministro del Peñón de Gibraltar, Fabián Picardo, no ha sentado nada bien en Londres, algo que algunos partidos de la oposición criticaron duramente ante el desdén de los líderes socialistas Ábalos y Simancas.
Además, sospecho que la decisión de cerrar a cal y canto zonas tradicionales de ocio de turistas del Reino Unido en Mallorca, lanzó un mensaje muy negativo que pudo ser interpretado como un “Británicos, no os queremos”. Ahora vemos la reacción.
En definitiva, para arreglar el catastrófico problema que nos ha caído encima, quizás sería bueno dejar de lamentarnos y criticarles, y analizar por qué decidieron por sorpresa y sin justificación aparente acordar la cuarentena. Y no sólo eso, sino que en plena avalancha de críticas desde España, dieron una vuelta de tuerca desaconsejando a sus ciudadanos viajar a Canarias y Baleares.
Ahora toca arreglar este catastrófico desaguisado. Lamentarse y criticar al gobierno de Boris Johnson ya no sirve de nada.
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