Los líderes se reunirán a partir de las 10.00 horas de la mañana en Bruselas en la que será su primera cita presencial desde el brote de coronavirus y el encuentro se extenderá hasta el sábado, sin una idea clara sobre su finalización y con muchas incógnitas sobre su resultado. "Siendo sinceros, todavía no estamos cerca, el acuerdo no está garantizado. Al contrario, hay diferencias importantes", ha reconocido un alto funcionario europeo pocas horas antes del comienzo de la cumbre.
Ese es también el mensaje que han sugerido a lo largo de esta semana la canciller alemana, Angela Merkel, o el primer ministro de Países Bajos, Mark Rutte, quienes se han mostrado dubitativos o incluso pesimistas al hablar de las posibilidades de un acuerdo. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por su parte, urgió a lograrlo a lo largo de este mes.
Sánchez llega al Consejo Europeo después de haber realizado esta semana una gira por cuatro países europeos: Países Bajos y Suecia, dos de los gobiernos más reacios al fondo, y Francia y Alemania, cuyo apoyo ha sido fundamental para que la Comisión presentase una propuesta ambiciosa. La gira, explican fuentes del Ejecutivo, no estaba destinada a negociar, sino a argumentar y sensibilizar.
Sin embargo, los numerosos contactos de los últimos días parecen no haber acercado las posiciones. Nadie cuestiona la idea básica: la Comisión Europea acudirá a los mercados para captar fondos con los que construir el plan de recuperación. Pero a partir de ahí surgen multitud de discrepancias que hacen peligrar el pacto este fin de semana.
En primer lugar, los cuatro 'frugales' (Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Austria) comparten con Finlandia la opinión de que el fondo de reconstrucción debería ser inferior a los 750.000 millones que propuso Bruselas y mantuvo el presidente del Consejo europeo, Charles Michel. También cuestionan que la mayoría (500.000 millones) se vaya a dirigir a los países como transferencias directas.
España y otros países del sur, en cambio, creen que esta cifra total es el mínimo aceptable y también defienden que aumentar la proporción de préstamos supondría un endeudamiento adicional peligroso para sus finanzas. Además, fuentes diplomáticas creen que hay un "amplísimo apoyo" a los 750.000 millones y, por tanto, no hay razones para recortarlo ni para eliminar la parte de préstamos, una de las opciones que se barajan en la capital comunitaria.