¿Con qué expectativas inicia El PI-Proposta per les Illes Balears esta nueva etapa?
Es una etapa en la que primará el liderazgo cooperativo. Eso supone que todos los compañeros, tanto los que forman parte de la Permanente como aquellos que están integrados en la Ejecutiva, deberán asumir su propia cuota de responsabilidad, y, por mi parte, como presidente, actuaré como una especie de director de orquesta, coordinando y prestando apoyo, sin olvidar, por supuesto, que soy el máximo responsable de que las cosas vayan bien. Y si fueran mal, también es mi responsabilidad, eso está claro.
Una vez que ha asumido el cargo, ¿en qué dirección piensa orientar sus primeros pasos?
La prioridad, ahora mismo, es reorganizarnos. El partido lleva un año paralizado por circunstancias a las que no me referiré, ya que el objetivo ahora es hablar de presente y de futuro, no del pasado. En este sentido, se impone la necesidad de revisar estrategias, de cambiar la dinámica de las diferentes áreas de trabajo, de reforzar todavía más la buena estructura con la que El PI cuenta en la Part Forana de Mallorca, y avanzar en la implantación del proyecto en los grandes municipios, y particularmente en la zona metropolitana de Palma, además de seguir progresando en Eivissa Vila y Maó.
"Mi función será la de ejercer de director de orquesta dentro de un modelo de organización caracterizado por el liderazgo cooperativo"
¿Y cuáles han de ser las claves para hacer realidad estos propósitos?
En primer lugar, pensamos que los mensajes que El PI ha venido defendiendo durante estos últimos ocho años siguen siendo válidos. La finalidad, por tanto, es hacerlos llegar a un mayor número de gente. Seguramente, la tarea que ha desempeñado el partido en el transcurso de todo este tiempo se ha hecho notoria, sobre todo, en las instituciones, pero no tanto en la calle. Ha llegado el momento de cruzar ese umbral, y disponemos de armas suficientes para conseguirlo: las que nos otorgan los 98 concejales y los 14 alcaldes que pertenecen a la familia de El PI-Proposta per les Illes Balears.
"En estos ochos años se han hecho cosas bien, y hay que preservarlas. Pero ha faltado más presencia en la calle"
La presidencia que usted acaba de estrenar, ¿marca una ruptura con el período anterior, caracterizado por el liderazgo de un político carismático y popular como Jaume Font?
Esta nueva singladura no implica ninguna ruptura. No hemos venimos a hacer una revolución, sino a propiciar una transición. Lógicamente, está en nuestro espíritu cambiar cosas, pero, desde luego, no todas, porque hay aspectos concretos en los que se ha realizado una labor más que satisfactoria que debe ser preservada y, en todo caso, potenciada. Es el caso del apoyo al pequeño comercio, por ejemplo, o la defensa del producto local, o las iniciativas sobre alquiler vacacional. No olvide que he formado parte de los equipos encabezados por Jaume Font durante su etapa en la presidencia, y, por tanto, también soy responsable del balance logrado en este tiempo, para lo bueno y para lo malo. Simplemente, se trata de proseguir aquellas actuaciones en las que se ha demostrado que se había elegido el camino correcto, y rectificar las que podríamos considerar erróneas.
"Esta etapa no implica una ruptura con la anterior. No hemos venido a hacer una revolución, sino a propiciar una transición"
¿Han quedado heridas abiertas en esta transición de una presidencia a la otra?
Confío en que no sea así y que todo el mundo esté donde tiene que estar, mirando hacia delante y sin echar la vista atrás. Insisto en que la filosofía que pensamos implantar es la de funcionar como una cooperativa, y no como una sociedad limitada.
Palma es una de las grandes asignaturas pendientes de El PI. ¿Qué hay que hacer para aprobarla de una vez por todas?Hemos de cambiar la estrategia en Palma. Ciertamente, no se ha desarrollado el trabajo que se debería haber llevado a cabo a nivel de calle, en el contacto con los ciudadanos, con el entorno sectorial y asociativo, y eso debe corregirse. Palma es otra isla dentro de una isla llamada Mallorca, y, por tanto, contiene sus propios códigos y sinergias que hay que saber entender e interpretar. Tal vez, uno de los errores que se han cometido es el de conceder más importancia a temas que no tienen nada que ver con Palma frente a aquellos aspectos más directamente relacionados con la ciudad. Esa ha de ser la premisa de los compañeros de El PI en Palma, y, como no podría ser de otra manera, encontrarán la máxima colaboración en la dirección del partido. Le pondré un ejemplo muy concreto de una cuestión sustancial que diferencia a Palma de los municipios pequeños de la part forana. En estos pueblos de pocos habitantes, funciona el ‘boca a boca’, la conversación en la cafetería de la plaza, o un rato de charla en el mercado, y a través de esos contactos es posible trasladar a los ciudadanos el buen trabajo que los alcaldes y concejales de El PI realizan en los ayuntamientos o en otras instituciones. Pero en Palma esta estrategia no sirve en la misma medida, porque estamos hablando de un territorio mucho más grande. Por tanto, debemos priorizar otros medios de llegar a los residentes y al tejido social y productivo, como, por ejemplo, las redes sociales, que constituyen, en este sentido, un recurso indispensable para fortalecer el vínculo con la ciudadanía.
"En Palma hay que cambiar la estrategia. Es una isla dentro de la isla, y no funcionan los mismos códigos que en los pueblos pequeños"
El mapa político de Baleares refleja dos grandes bloques, hasta cierto punto antagónicos: el Govern de Progrés con los partidos que lo apoyan, y el ámbito de centro-derecha y derecha que cuestiona permanentemente la labor del Ejecutivo. Dentro de este contexto, ¿dónde se sitúa El PI?
Estamos viviendo unos momentos muy delicados y difíciles, con una crisis sanitaria que todavía no puede considerarse definitivamente resuelta y una crisis económica en ciernes que, sin duda, se agravará a medida que transcurran los siguientes meses y dejen de funcionar instrumentos que han demostrado su utilidad, como los ERTE. En estas circunstancias, nuestra posición en relación al Govern de Armengol ha de ser de apoyo crítico. ¿Y qué significa esto? Pues, básicamente, ofrecer nuestro respaldo a aquellas iniciativas que, a nuestro entender, redunden en la superación de los graves problemas que hoy por hoy tiene planteados la sociedad balear, pero sin por ello renunciar a ejercer nuestra crítica en aquellos puntos que, bajo nuestro punto de vista, resultan manifiestamente mejorables.
"Nuestra posición respecto al Govern de Armengol es de apoyo crítico. Daremos respaldo a las iniciativas que nos parezcan plausibles, pero sin renunciar a cuestionar los aspectos que puedan mejorarse"
De hecho, hace escasas fechas, El PI votó a favor del plan de reactivación económica del Govern…
En efecto, porque hemos entendido que constituye un primer paso para tender hacia un cambio relevante en el modelo económico balear que se base en gran medida en la diversificación productiva. ¿Implica ello que el partido está al cien por cien de acuerdo con las directrices de este plan? No exactamente, porque, sin ir más lejos, la propuesta que ha salido adelante no aborda de manera efectiva, en nuestra opinión, el reto de la diversificación económica. Sin embargo, contiene otros aspectos positivos, y, como le decía antes, es un primer paso en la buena dirección que merecía nuestro apoyo.
Ha hecho referencia antes al modelo productivo. ¿Qué modelo en concreto defiende El PI?
En primer lugar, no podemos renunciar al turismo como motor económico, ni tampoco nadie tiene una varita mágica para que, de pronto, el peso de la creación de riqueza recaiga en otros sectores. Sin embargo, hay que tender a la diversificación. Llevamos 40 años hablando de ello, pero no lo acabamos de materializar, y ha llegado un momento en que es preciso cambiar el chip. El coronavirus ha puesto en evidencia cuáles son los inconvenientes de fiar todo el progreso económico a una sola carta: en cuanto esa carta falla, como ha ocurrido ahora con el turismo, la baraja entera se desploma. Apostemos por la recuperación de la industria, por ejemplo. Es una actividad que en Mallorca hemos abandonado completamente. Es cierto que algunas actividades industriales perjudican la sostenibilidad del entorno ambiental, pero hay otras que no, y debemos aprovechar esas opciones. En Baleares, en cambio, dejamos en su momento de fabricar zapatos para meternos a camareros, o a directivos de hotel, o a cocineros. Y existen otras alternativas que no deberíamos descartar.
"El turismo ha de continuar siendo nuestro motor económico, pero deben potenciarse otros sectores. El coronavirus ha puesto en evidencia la fragilidad del modelo actual"
¿Y cuál es la fórmula para avanzar en ese camino?
El compromiso de la administración ha de pasar por otorgar las máximas facilidades a las empresas para que incentiven la economía y la ocupación. Es verdad que no forma parte de las funciones de una administración pública crear empresas, pero sí que tiene en su mano la posibilidad de eliminar trabas burocráticas y conceder liquidez a los emprendedores. Ahora bien, debe hacerlo bajo prismas más ambiciosos que los que habitualmente se ponen en marcha. Por ejemplo, con ocasión de la pandemia y para estimular la actividad económica, se han articulado préstamos de 3.000 euros. Claramente, no es una ayuda suficiente. Hay que ir más allá si realmente queremos recuperar la prosperidad y el progreso. Por ejemplo, ofreciendo créditos a las empresas de mucha mayor cuantía y permitiendo su devolución en un margen amplio de años.
"Hay que incentivar a las empresas, pero no con pequeños préstamos de 3.000 euros sino con créditos más amplios y a más largo plazo"
Dentro del modelo económico que El PI abandera, ¿tiene cabida el turismo de cruceros?
Por supuesto que tiene cabida. Los datos demuestran que este tipo de oferta deja un margen considerable de ingresos al comercio de una ciudad como Palma. En cambio, si no hay cruceros, estas mismas tiendas permanecen prácticamente desiertas. Lógicamente, hemos de aspirar siempre a la mesura, en éste y en cualquier otro ámbito. No somos partidarios de una masificación del turismo de cruceros, ni tampoco nos parece una buena idea originar una situación de saturación de la demanda en Palma y en las localidades turísticas de la isla. Y también defendemos que al turista de cruceros se le cobre la ecotasa, como a cualquier otro visitante. No por el hecho de que solo se queden entre nosotros durante un día, o unas pocas horas, se les ha de dispensar de esta obligación. En otras palabras, el turismo de cruceros no ha de ser prohibido, sino regulado. Esa es, a grandes rasgos, la posición de El PI.
"El turismo de cruceros no debe prohibirse, sino regularse. En cambio, el de excesos no ha de permitirse bajo ningún concepto"
¿Y en cuanto al turismo de excesos?
Bueno, eso ya es harina de otro costal, como se suele decir. Estamos radicalmente en contra del turismo de excesos porque su único efecto es ensuciar la imagen y el prestigio de un destino vacacional sin aportar, a cambio, ningún beneficio económico destacado. En este caso, no hablamos de regular, como ocurre con el turismo de cruceros, sino directamente de prohibir. En zonas como Platja de Palma y Magaluf, el panorama de turistas borrachos, de peleas, de conflictos, constituye una estampa que no queremos ni deseamos para Mallorca y contra la cual hemos de combatir con severa determinación. El espejo en el que estos destinos deberían mirarse son Badia d’Alcúdia o Platges de Muro, que acogen un turismo familiar que permite un escenario apacible y ordenado, y un rendimiento económico más que remarcable.
¿Deberíamos los ciudadanos de Baleares reclamar al Estado una mejora de la financiación autonómica?
Baleares arrastra una situación endémica de infrafinanciación que se remonta a los inicios de la democracia, es decir, hace unos 40 años. ¿Por qué, hasta ahora, no se ha denunciado esta discriminación de una manera más rotunda y sin paliativos? Bueno, supongo que tiene que ver con la circunstancia de que las cosas nos habían ido bien, a pesar del trato económico injusto del que claramente somos víctimas, y, por tanto, nos hemos quejado de vez en cuando, pero siempre con la boca pequeña. Esto ha de cambiar, porque tampoco el contexto es el mismo de antes. Pero, claro, ante el resto del Estado prevalece la imagen de que somos una comunidad rica y que, en consecuencia, hemos de ser solidarios con los territorios menos prósperos. Me pregunto si ahora que nuestra principal actividad productiva, el turismo, ha debido pararse en seco, el Estado español será igual de solidario con los ciudadanos de Baleares.
"Arrastramos una infrafinanciación endémica que se prolonga desde hace 40 años, pero mientras las cosas han ido bien solo nos hemos quejado con la boca pequeña"
¿Estamos ante la inminencia de un cataclismo económico del que, posiblemente, todavía no nos hemos apercibido completamente?
Yo diría que estamos narcotizados. Doblemente narcotizados, más bien. Por una parte, porque esa es la situación en que los residentes en estas islas hemos permanecido, como le decía, durante 40 años. Y, por otra, porque medidas como los ERTE han permitido que la rueda siga girando a pesar de la paralización de la actividad económica y laboral. Ahora bien, los efectos de este narcótico acabarán algún día, y no digo que la gente vaya a salir a la calle a asaltar supermercados para proveerse de comida, pero, sin duda alguna, viviremos un grave deterioro de la convivencia, la seguridad y el bienestar social en estas islas.
La prolongación de los ERTE, ¿podría representar una solución provisional a esta especie de callejón sin salida?
Bueno, en Canarias ya se han apuntado este tanto. Han reclamado que los ERTE se alarguen hasta que se recupere la actividad productiva ligada al turismo, sin un límite de tiempo concreto, y el Estado se lo ha aceptado. En Baleares, al menos de momento, no ha sido así. Ojalá, al final, esta reivindicación justa y necesaria pueda materializarse también en nuestra comunidad, pero la verdad es que hoy por hoy no sabemos lo que ocurrirá. El Govern, con su presidenta al frente, ha de insistir con más fuerza y determinación en este y en otros puntos que constituyen prioridades de la máxima emergencia en esta tierra.
¿No es la presidenta Armengol suficientemente combativa en la defensa de los intereses de Baleares?
Permítame que, ante todo, le diga que la gestión que el Ejecutivo balear ha realizado de la crisis del Covid merece, para El PI, un aprobado. No le daré una nota concreta, pero sí un aprobado, porque hay actuaciones que, sin duda, han sido acertadas. Sin embargo, hay mucha más tela que cortar. Hablábamos antes de Canarias: mientras en esa comunidad se ha concedido la prolongación sin fecha de los ERTE, en Baleares nos han obsequiado con un plan piloto para la recuperación del turismo que debía tener una duración de quince días y que, finalmente, sin ningún tipo de escrúpulo, el Gobierno español recortó a siete. Y que conste que el plan piloto ha demostrado ser una buena iniciativa a la hora de proyectar una plausible imagen internacional de Baleares como destino turístico seguro. Sin embargo, no es suficiente. Hay que conseguir, en el caso de los ERTE, el mismo privilegio que se ha otorgado a Canarias, y no dude de que, si al final es así, será porque antes los canarios lo han logrado para ellos. Casi podríamos decir que los canarios son para nosotros como el ‘primo’ de Zumosol: gracias a las concesiones que el Estado les otorga, luego podemos ir los de Baleares a pedir lo mismo para nuestro archipiélago.
"Canarias es para Baleares como el 'primo' de Zumosol: ellos consiguen las cosas, y luego nosotros exigimos que también se nos concedan"
¿Por qué el objetivo largamente perseguido por El PI de obtener representación en el Congreso nunca ha podido ser culminado con éxito?
Razones hay muchas, seguramente. Desde nuestro partido lo seguiremos intentando desde la convicción de que contar con una voz propia en las instituciones del Estado es absolutamente necesario para exigir que se haga justicia en los asuntos pendientes que atañen a estas islas, que son muchos y abudantes. Sin embargo, déjeme decirle que durante todos estos años Baleares ha estado representada en el Congreso. El problema es que no se ha notado para nada, porque esta representación ha sido asumida por diputados de partidos sucursalistas para los que la única prioridad es la disciplina de voto, y no resolver las carencias del territorio que les ha otorgado el escaño. A partir de aquí, es urgente que en el futuro se cierre esta dinámica y se abra otra en la que Baleares sea defendida en Madrid por gente de aquí, preocupada por los problemas de aquí, identificada con los ciudadanos de aquí, y sin ningún tipo de sumisión a otras estructuras o poderes de decisión.
"Las islas han estado representadas todos estos años en el Congreso. El problema es que no se ha notado para nada"
Es el caso de Cantabria, Teruel, Canarias...
En efecto. Si analizamos la actual composición del Congreso, nos daremos cuenta de que cada vez son más las comunidades que se han dado cuenta de la importancia de contar con una representación autóctona. Y digo esto en un sentido muy concreto: históricamente, se ha vinculado la preferencia por las formaciones denominadas ‘nacionalistas’ a la existencia de una lengua y una cultura propias. Pues bien, no ocurre esto ni en Cantabria ni en Teruel, ni tampoco en Canarias, y, en cambio, ahí están sus diputados para defender a las personas que viven y trabajan en sus territorios.
El éxito de partidos como Teruel Existe, ¿está vinculado a la reivindicación del nacionalismo económico?
Es una expresión, ésta del nacionalismo económico, con la que en El PI nos sentimos identificados, y que, aplicada a Baleares, se basa en una realidad tangible: todos los que vivimos en esta tierra, pensemos como pensemos, seamos como seamos, defendamos las ideas que defendamos, nos vemos igualmente perjudicados cuando el Govern ha de endeudarse para hacer frente a sus proyectos porque no obtiene recursos suficientes desde Madrid; o cuando no existe la posibilidad de disponer de medios para construir las infraestructuras y equipamientos que necesitamos, precisamente por la lacra de la infrafinanciación. En definitiva, quienes vivimos en Baleares compartimos unos mismos intereses, y hemos de aprender a defenderlos.
"Reivindicamos el concepto del nacionalismo económico: quienes vivimos en Baleares compartimos unos mismos intereses"
Representación en Madrid y formar parte del gobierno en Balears. ¿Estas son las dos grandes metas políticas de El PI en esta etapa que ahora comienza?
Se lo diré alto y claro: El PI es un partido con vocación de gobierno, y, por tanto, nuestra pretensión es gobernar. En la comunidad, por supuesto, y también en el resto de instituciones. Este es el desafío que nos hemos marcado y al que nos dedicaremos en cuerpo y alma durante estos próximos años a partir de la aplicación de las nuevas estrategias que le he expuesto al inicio de esta entrevista.
Dentro de esta bipolarización del espectro político balear a la que antes hemos aludido, ¿preferirían gobernar con unos socios que con otros?
Queremos gobernar, se lo vuelvo a repetir. ¿Con unos o con otros? Bueno, eso dependerá de hasta qué punto las reivindicaciones que plantee nuestra formación política en una hipotética mesa de negociación de un pacto sean aceptadas o rechazadas. Tenemos las ideas muy claras, y hay ciertos aspectos a los que, desde luego, no estaremos nunca dispuestos a renunciar.
"El PI es un partido con vocación de gobierno. ¿Con unos o con otros? Bueno, sin duda habrá líneas rojas, pero también verdes"
Entonces, a la hora de negociar estos acuerdos, ¿El PI impondrá líneas rojas?
Habrá líneas rojas, y también verdes, no lo dude. De todas maneras, faltan tres años para las próximas elecciones autonómicas, insulares y municipales, y todavía no ha llegado el momento de abordar esta cuestión de una manera prioritaria. El presente pasa ahora mismo por trabajar en la reorganización del partido, establecer un contacto más dinámico e interactivo con los vecinos, las asociaciones y todo el entorno social y económico, y, a resultas de todo este proceso, situar a El PI como una opción política capaz de merecer la confianza de los ciudadanos de esta tierra.