EDITORIAL

Un revisionismo injusto que los políticos deben aplacar

Martes 23 de junio de 2020

La oleada de acciones contra las estatuas de Colón, Cervantes o Fray Junípero Serra que se ha vivido los últimos días Estados Unidos ha llegado a Mallorca. Este lunes la estatua del santo mallorquín en la céntrica plaza de Sant Francesc amanecía con una rotunda pintada en color rojo que lo tildaba de "racista". El hecho se produjo transcurridas pocas horas después de que la concejal de Justicia Social del Ayuntamiento de Palma, Sonia Vivas, clamara en redes la retirada de la estatua y plantease una revisión general de los nombres de calles, los monumentos y las estatuas que "cuentan una historia política de élites y oligarquías".

El fenómeno se ha iniciado en Estados Unidos como parte -realmente minoritaria- de las manifestaciones antirracistas desatadas tras la muerte de George Floyd a manos de un policía. Algunos manifestantes han dirigido su ira hacia las imágenes de personajes como los españoles citados anteriormente, o hacia los mismísimos George Washington, Theodore Roosevelt o Thomas Jefferson, sin importar que alguno de ellos sean los fundadores de país.

Este revisionismo atemporal -que se hace aplicando conceptos y valores actuales a personajes y circunstancias de hace varios siglos- puede resultar tan equivocado como injusto. Pasar por el tamiz de la sociedad actual hechos ocurridos en un pasado lejano podría llevarnos a aceptar que se censure la herencia de la civilización romana por ser fruto del sometimiento de los pueblos y tribus que ocupaban Europa o el Norte de Africa. Un absurdo. La vara de medir con conceptos actuales no sirve. Y a ello hay que añadir el profundo desconocimiento sobre la cultura y la historia que demuestran muchas de estas acciones. En el caso de Fray Junípero, este desconocimiento sobre su labor evangelizadora, solidaria y del lado de los desfavorecidos en la Costa Oeste americana es flagrante.

Preocupa que el fenómeno llegue a Mallorca, especialmente tras ser puesto en bandeja por una responsable política del propio Ayuntamiento. Los políticos no sólo han de ser los primeros en intentar evitar estos brotes de vandalismo, sino que deberían ser muy prudentes a la hora de hacer consideraciones en sus redes sociales, por mucho que su imagen pública se deba casi exclusivamente a esa presencia constante a golpe de tweet, sin recapacitar mucho y tirando del trending topic del momento. Que se ocupe un cargo público no implica automáticamente quedar imbuido de plena sabiduría; como mucho sólo implica que se representa a aquellos que te votaron y, a veces, ni eso.

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