OPINIÓN

Muerto el perro, se acabó la rabia

Miquel Pascual Aguiló | Viernes 05 de junio de 2020

Este refrán está relacionado con la idea de causa y efecto y parte del principio de que una vez eliminadas las circunstancias que producen el problema, desaparece el problema mismo.

Este refrán tiene un espíritu pragmático, puesto que no solo invita a buscar, a idear soluciones, sino que induce a cortar los conflictos de raíz, en lugar de limitarse a disipar temporalmente la tensión, !vamos¡, a no andarse con paños calientes.

Es un momento de aumento de la tensión y los niveles de crispamiento y en que arrecian las demostraciones de violencia verbal y física de la ultraderecha de Vox y de su comparsa PP: desde que candidatos militares de Vox firmaron un manifiesto a favor de Franco y del golpe de Estado de 1936; que el exjefe del Ejército que fichó Vox acusó a Sánchez de ser un peligro “para la seguridad nacional” y que dijo que “los poderes del Estado” debían impedir la investidura del presidente y estudiar su procesamiento; Abascal reclamando en sede parlamentaria la dimisión de Pedro Sánchez y que el Ejército se hiciera cargo de los servicios esenciales del Estado; organizando escraches violentos delante de los domicilios de Ábalos e Iglesias; promocionando manifestaciones y caceloradas en coches descapotables y con chofer sin guardar las medidas de seguridad, que, como dice Ian Gibson: “Organizar caceroladas ahora es de gente malvada, desquiciada y fanática”; hasta que se han demostrado que los vínculos de Vox con el entorno que rodea a Franco y los suyos son profundos, que hay diputados de Vox, como Abascal, que son amigos íntimos de la familia del dictador, que hay otros que militan o colaboran en la Fundación Francisco Franco, que hay cargos relevantes del partido cuyas empresas comparten sede con asociaciones franquistas.

Angela Merkel, canciller alemana, ha dejado claro que en una democracia pueden convivir ideas muy lejanas y hasta incompatibles, pero a todas ellas debe unirles su respeto a las reglas del juego y su compromiso democrático, lo que excluye a la ultraderecha, y hasta el prestigioso periódico The New York Times compara el apogeo de Vox con el nazismo, como hizo el pasado 29 de mayo un en artículo ('El virus de la derecha' ) donde alertó del peligro que supone para España la extrema derecha representada por Vox.

Es en este contexto que el presidente Sánchez ha sostenido que: “El veneno del odio es el más dañino. Lo estamos viendo en algunos lugares y no queremos verlo cuajar en España. No al veneno del odio, no a la violencia, no al insulto. Necesitamos concordia. No olvidemos lo que somos: un país democrático y libre que camina hacia un futuro mejor”, para seguir diciendo: “Hemos de mantener a raya al virus y debemos hacerlo desde la concordia, la comprensión y la convivencia. Usemos la bandera de España como una bandera de paz y de futuro, nunca de división y provocación. Nuestra misión como sociedad es sumar fuerzas para iniciar la reconstrucción”.

Por qué será que me suena a una frase de Jesucristo en su Sermón de la Montaña, según Mateo 5:39-42, en la que recomendó: “Pero yo les digo: no resistan al que les haga mal. Si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Si alguien te pone pleito para quitarte la camisa, déjale también la capa. Si alguien te obliga a llevarle la carga un kilómetro, llévasela dos. Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda”.

Mi pregunta de hoy es: ¿hasta cuándo va a permitir el estado de derecho las tropelías de la ultraderecha en España?; ¿cuándo va a comenzar el procedimiento para ilegalizar a la Fundación Francisco Franco, como el Parlamento Europeo pidió en octubre del año 2018 al Gobierno, así como el fin de “todos los símbolos que exalten la dictadura”?; ¿cuándo va a implementar la resolución del Parlamento Europeo citada en la que pidió a los gobiernos de la UE que tomaran medidas para “condenar y sancionar con dureza los delitos de odio"” y tomaran “medidas suplementarias”, o sea nada de solo hacer declaraciones, sino sobre todo actuar, para hacer frente a la normalización de los discursos fascistas y xenófobos?; ¿cuándo, en una palabra, va el gobierno a poner bozal y correa a todo el facherio español, que rompe la convivencia entre hermanos y propone un día sí y al otro también el asalto al poder constituido manu militari?; ¿cuándo nuestra sociedad podrá “sumar fuerzas para iniciar la reconstrucción” sin el temor al enfrentamiento con la ultraderecha?


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