OPINIÓN

Pánico

Francisco Gilet | Miércoles 27 de mayo de 2020

El gobierno social comunista ha entrado en pánico. De pronto, improvisando como siempre, se ha dado cuenta de que la ciudadanía se había mantenido “cerrada por melancolía” y, sin dudarlo, se ha abierto a la ilusión. Con el sueño de mandar a su casa un colectivo de políticos mentirosos, manipuladores, sectarios, que se ajustan perfectamente a la afirmación que nos dejó Oscar Wilde: “Cuanto más escucho a los políticos, más aprecio a mis canarios”.

Y no cabe duda de lo acertado de dicho pensamiento cuando contemplamos cómo se explica la vice Calvo y su línea recta, junto con la ministra Diaz y su oeste y este, revelando la causa por la cual España tiene más de treinta y cinco mil muertos por Covid-19. El nivel intelectual que exhalan con sus monsergas no puede ser más ínfimo. Ellas creen hacer historia, mientras España “Se Traspasa”, mientras España reclama el pago de los ERTES. o mientras algunos mandos de la guardia civil no desean parecerse a un general que confesó guiarse por razones políticas en su gestión profesional.

Entretanto, un vicepresidente de la cosa social se halla desaparecido en su asalto a los cielos, sintiendo en su cogote el aliento de la justicia. Ahora resulta que toda su diatriba histérica e histriónica, motor de la campaña electoral, se le ha vuelto en contra y de victima ha entrado en la capilla de los posibles investigados por presunta destrucción de pruebas y manipulación de la verdad. Todo un salto cualitativo más que sensible. Silencio en Iglesias y balbuceo intentando la justificación en Sánchez, en Illa, en Marlaska. Todos ellos, con Simón también investigado, expresan con sus gestos y sus tartamudeos que la acción de la justicia no les hace ninguna gracia, sino que les hace entrar en pánico. Y es que la cosa está chunga en un gobierno que solamente arde en deseos de mantenerse en la moqueta e implantar en todo el país esa “nueva normalidad” que no es sino una hijuela del Nuevo Orden Mundial auspiciado por Soros y Gates, con todas las instituciones internacionales coadyuvando.

Ya ha quedado atrás, en el olvido, el gran pacto de la Moncloa, ya nadie habla de él, sencillamente porque si a Sánchez le interesase de verdad, no habría colocado a una nulidad como el Patxi ni a un vice comunista afín a las Farc. Con esos mimbres, pocos cestos se pueden hacer. Como tampoco se habla del aterrizaje en España de la Delcy y su recepción “amagada” por el dóberman socialista. El baile del número de fallecidos es tan constante que se pierde el sentido de la realidad, mientras ese hombre despeinado es ya incapaz de dar una explicación coherente a la incomprensible situación. Los números no cuadran, pero el gasto de las pensiones ha bajado en más de treinta y cinco mil pensionistas. Forma muy expeditiva de recortar el gasto, sin duda. Si por un lado no nacen españoles por culpa del aborto libre de Zapatero, y por el otro dejamos a los pensionistas confinados en residencias contaminadas, el éxito del recorte es seguro.

Pero no acaba aquí el desaguisado de un gobierno que contempla con espanto cómo la ciudadanía se está hartando de sus mentiras, sus manipulaciones, sus regates a la ley, y sale a la calle a protestar por un total desgobierno. En ese momento, entra en el terreno de juego el presidencial gurú del marketing y le hace balbucear a Sánchez que el fútbol regresa, que habrá cientos de miles de subsidiados como versión moderna del caciquismo, y que España estará de luto, por fin.

Pero no acaba aquí el teatro. También lo de la “desescalada” por fases simétricas, desaparece. Después de la fase 0,5 política de Madrid ya todo está permitido, a conveniencia y según sea el nivel de pánico del gobierno. Ello, junto con el inaudito pacto de la reforma con Bildu, acuchillando a Arrimadas, es una demostración de que Sánchez es un dirigente que está ejecutando lo que otros determinan. Es decir, sí había Plan B. Una manifestación más de que su único vector se llama interés personal, sin convicciones, sin principios estables. Sánchez resulta un personaje flexible, elástico, perfecto para llevar a cabo ese proyecto ajeno titulado nuevo orden mundial. Su personalidad es tan nula como plano es su encefalograma. Pero manda, y mucho. Y no le importan la ley, ni los jueces, ni los empresarios, nada le impide practicar e imponer su religión, siguiendo las directrices, las órdenes, del gran maestro. Para llegar a su fin último, está dispuesto a todo, incluso a dormir con la soberbia de un comunista estalinista.

Sin embargo, hay que tener esperanza y asumir que el pueblo español no es tan tonto como esos personajes se creen, aunque los haya que disfruten con lo votado. Como sigan el exjuez Marlaska o el insuflado Iglesias tocando los menudillos a los jueces, la escena de un imputado Franco Pardo (¡manda huevos!) se repetirá en otros personajes que han llegado al poder no para trabajar por el bien común, sino para imponer su nefasta ideología política, avasallando y manoseando la ley a su conveniencia personal.


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