La caída es generalizada. Sin embargo, un análisis detallado por territorios revela diferencias importantes en cuanto al frenazo de la actividad económica, con un descenso mucho más acusado en los municipios donde el sector turístico es relevante. Solo en la Bahía de Palma, municipios como Calviá o Llucmajor presentan caídas del 44% y el 48% respectivamente.
En la zona norte las cifras todavía bajan más. Alcudia generó un 54% menos de RSU, Muro un 56% y Pollença un 44%. En la zona de Levante la tendencia es similar, con caídas del 55% en Sant Llorenç y el 45% en Capdepera. En Artá, donde el sector turístico tiene menos influencia, el descenso es del 22%.
En esa misma línea, otros municipios costeros con fuerte presencia hotelera, de alquiler vacacional y/o segundas residencias como Santanyi, Ses Salines y Son Servera, registran caídas del 51%, el 49% y el 37% respectivamente.
Resulta llamativo el análisis de los datos de los “municipios de paso” ubicados en la Serra de Tramuntana, esto es, localidades con escasa población censada pero que reciben un número elevado de visitantes. Escorca constituye el ejemplo más claro, con un desplome del 75% en los residuos generados. Le siguen Deiá con un 71%, Valldemosa un 59% y Estellencs un 38%.
En el extremo contrario, las localidades del interior de Mallorca con escasa infraestructura turística han visto atenuada esa caída en la producción de RSU. Inca disminuye sus cifras de residuos un 13%, Bunyola un 12% y la Mancomunitat de Es Raiguer un 10%. El caso de Campos, por la baja implantación hotelera en su costa, es asimilable: solo desciende un 9%, muy lejos de la media insular del 40%.
Por último, solo en dos casos se produce un incremento en la producción de residuos urbanos. El caso más claro es Marratxí, ejemplo de “ciudad dormitorio” en la que el confinamiento de la población en sus domicilios ha provocado un incremento considerable del residuo doméstico, y en consecuencia de la fracción rechazo, que alcanza el 9%.
La Mancomunitat des Pla también aumenta su producción de RSU en un 12%. Este caso resulta más difícil de entender, aunque una posible explicación consistiría en que parte de la población que por motivos laborales se desplaza a diario fuera de sus municipios, principalmente a Palma, deposita allí sus residuos. Obviamente, este comportamiento no era posible durante el confinamiento.
Palma se encuentra en una situación intermedia con una bajada del 21%. En el caso de la capital se observa un doble efecto. Por una parte, al igual que ocurre con Marratxí, el confinamiento ha implicado una mayor producción de los residuos de procedencia domiciliaria. Por otra, la nula actividad económica ha bajado la producción de residuos procedentes de hoteles, restaurantes, comercios, etc., Pero el mayor número de habitantes de la capital hace que esa bajada quede en parte compensada en comparación con otros municipios con menor población censada y con la misma influencia del sector turístico.
Este análisis confirma con cifras el desplome de la actividad económica en Mallorca durante el mes de abril, y la incidencia decisiva del turismo en esa caída como corresponde a su importancia sobre el PIB de nuestra comunidad. Sin embargo, esta drástica disminución de la fracción rechazo que se lleva a Son Reus -que es la que pagan los ayuntamientos- también implica que el coste del tratamiento de residuos para los arcas municipales será sustancialmente menor. Las estimaciones prevén que el coste del tratamiento de los residuos sólidos urbanos para los municipios mallorquines podría reducirse en torno al 30%, lo que se supondría el citado ahorro de 20 millones para las arcas de los los ayuntamientos.